27 septiembre 2006

Crítica de Cine (VIII): El Nuevo Mundo (2005)


TRATADO DE FILOSOFÍA PURA

Los apasionados de Mallick no quedarán defraudados. Todos aquellos que hemos disfrutado de sus ahora contadas cuatro películas ya sabemos lo que nos encontraremos. Y a pesar de conocerlo, no deja por ello de ser una experiencia absolutamente alucinante y reveladora.
Está claro que “El Nuevo Mundo” se proyecta con la vitola de filme histórico. Si lo fuera sería muy bueno, porque la revisión de la llegada de los primeros ingleses a tierras norteamericanas y la posterior fundación de Jamestown en el territorio de Virginia es desde el punto de vista del género inapelable. Podríamos estar ante un filme de amor, una especie de drama épico. No en vano, se cuentan los amores del capitán John Smith y la indígena Pocahontas. Pero no, con estos ingredientes Terrence Mallick va más allá.
Se podría afirmar casi sin dudar que los componentes históricos y dramáticos del filme sean la perfecta excusa para seguir profundizando en las obsesiones del realizador tejano. Obsesiones ya esbozadas a lo largo de su breve, pero intensa filmografía. A saber, la relación maravillosa, enigmática y contradictoria del hombre con la naturaleza, las teorías roussonianas del “buen salvaje”, la aculturación, el indigenismo, los subalternos, la existencia de lo sobrenatural, de lo espiritual, de lo religioso, de la fe, de la muerte siempre sorprendente, simbólica y trascendental. Por tanto, es un motivo para hablar de la condición humana.
El arte cinematográfico es un medio de expresión artístico ávido de explorar las inquietudes más intimas del hombre. Valgan como ejemplos recurrentes la filmografía de cineastas como Bergman o Kieszlowski. Sin embargo, este filme, pese a sus innegables virtudes, está algo lejos de aquellos fluidos discursos filosóficos debido a su excesiva duración. Sus casi tres horas muestran un montaje frenético en el que resulta imposible diferenciar las elipsis narrativas de los cortes convencionales (por no hablar de hachazos indiscriminados). Este defecto, que podría condenar a cualquier otra producción, no derrota a esta película. La belleza asombrosa de las imágenes (la fotografía de Emmanuel Lubezki es maravillosa), los serpenteantes movimientos de la cámara, la voz en off que ensalza y enfatiza los mensajes, abren una vía hacia un cine contemplativo, para reflexionar. Y no se queda ahí, hay en “El Nuevo Mundo” un anhelo estético de transgredir, de superar a la imagen para alcanzar lugares inexplorados. No es una película tan redonda y perfecta como su anterior filme “La delgada línea roja” pero sueña legítimamente con ello. No es poco.

FICHA TÉCNICA:
Dirección y guión: Terrence Malick.País: USA.Año: 2005.Duración: 150 min.Género: Drama, aventuras.Interpretación: Colin Farrell (John Smith), Q'Orianka Kilcher (Pocahontas), Christopher Plummer (Capitán Newport), Christian Bale (John Rolfe), August Schellenberg (Powhatan), Wes Studi (Opechancanough), David Thewlis (Wingfield), Yorick van Wageningen (Argall), Raoul Trujillo (Tomocomo), Michael Greyeyes (Rupwew).Producción: Sarah Green.Música: James Horner.Fotografía: Emmanuel Lubezki.Montaje: Richard Chew, Hank Corwin, Saar Klein y Mark Yoshikawa.Diseño de producción: Jack Fisk.Dirección artística: David Crank.Vestuario: Jacqueline West.

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