08 octubre 2006

DESDE EL FONDO DEL AULA, EN EL ÚLTIMO PUPITRE (y VI): Lo que pudo ser


Comienzan las clases. Conoces a tus nuevos alumnos. Estableces la dinámica más apropiada acorde con la asignátura y las características del grupo-clase. Por momentos me ilusiono. Pienso que aunque estoy mal, el trasiego de dar las clases y la rutina diaria me harán olvidar los viejos momentos de debilidad. El reto es precioso. Por ejemplo, en una clase de 1º de la ESO tengo dos alumnos de Sindrome de Down, otra alumna con deficiencia psíquica significativa y otros tres con problemas familiares y un curriculum disciplinario impresionante. Entro yo y los conflictos se quedan en la calle. El grupo está enganchado. Noto una aura fuerte de empatía mutua (el sueño de todo docente que se precie). Quiero integrarlos pese a las dificultades, pese a mis limitaciones. Me digo que las fuerzas no habrán de fallarme si quiero salir indemne de la empresa. Ojalá pudiera estar dando clases y no rozarme con ciertas personas, pero es imposible. Alguien me dice: "si lo haces bien, te harán la vida imposible". Así fue. Decía Groucho Marx que "partiendo de la nada, he alcanzado las más altas cotas de miseria". Eso me iba a pasar a mi.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

HIJOS DE PUTA!!!!!!!!! No te dejes vencer!!!!!!

Anónimo dijo...

Así está la puta educación de este país.Mientras los docentes no tengan el reconocimiento que merecen y la autoridad necesaria para su trabajo. Mal vamos!!!!