22 octubre 2006

DESDE EL FONDO DEL AULA, EN EL ÚLTIMO PUPITRE (VIII y final): Dudas e incertidumbre


Ya se acaba la sección. El aula va a cerrar. Ha tocado el timbre y todos se van. Recogen sus mochilas con prisa, la tarde espera. Ya no será posible reflexionar desde un lugar tan increible. Desde el fondo del aula se divisa el destino. Las luces se han de apagar y ya no habré de escribir sobre los tristes incidentes acontecidos recientemente. Todos ya se quieren marchar. Y bueno, todo tiene un fin. That´s life.
Desde el último pupitre mirando a la pizarra he podido contemplar lo díficil que puede ser todo. Sentado allí descubrí que me he pasado la vida vagando en vano, sintiendo que tienes buenas cartas, tal vez las mejores, pero es posible que seas incapaz de jugarlas bien. Desde aquella perspectiva observé muchos rostros, no me asustó ninguno excepto el mío. Y allí, me palpé el pecho, estaba mi corazón, mi corazón roto. La percepción cristalina, la ruina de una ilusión que flota y flota.
Una puerta se abrió para cerrarse. Siento que tal vez no se abra nunca más. Nunca he tenido más sueño que aquel en que se ve la puñetera puerta. Se abre, y dentro la certeza de ser útil. Never More!.
Desde el fondo del aula, donde teóricamente habitan los conflictivos, los díficiles, los rebeldes, todo se ve con mejor perspectiva. Los que se sientan allí, no sienten la posibilidad de recorrer el camino a la inversa. Lo que está hecho, hecho está. Se suben al tren en marcha. Los que allí hacen que trabajan, tienen la mirada limpia y de gran angular. No están contaminados por ciertos convencionalismos. No pueden o no quieren pasar por el aro. Y eso, a veces está bien. Yo tampoco quise pasar.
Seré franco, desde el fondo del aula se ven muchas cosas. Te das cuenta de todo menos de lo que pasa por dentro de ti. Y así estoy, sin saber qué quiero o puedo. Caminando en una especie de alambre y con el temor de poder tocar fondo en el momento menos pensado. La felicidad, entendía hasta hace poco, estaba en un libro, en la cama, en el calor de otro cuerpo, en las palabras. Y la felicidad estaba en el trabajo, en el aula y en los niños. Siento que eso se acabó. La vida no es una pelicula ni un cuadro de Norman Rockwell.
Es todo lo que tengo que decir. Supomgo que es bastante patético y que deja mucho que desear pero... Se cierra la puerta del aula. Siento que no he superado todo esto. Tal vez no lo haga nunca. Tocaré en puertas distintas, o quizás buscaré en otros lugares donde no me conozcan. No sería la primera vez.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Al final del tunel hallará usted laluz. No lo dude nunca