27 octubre 2006

EDUCACIÓN: Problemas de discíplina y aprendizaje (IV y final)


Dentro de este enfoque diversificador los Programas de Diversificación Curricular y la Optatividad deben erigirse en pilares fundamentales de los planes educativos. La Diversificación Curricular ha sido considerada como una medida extraordinaria de atención a la diversidad para lograr que determinados alumnos alcancen ciertos objetivos generales mediante una reorganización curricular. Mientras que la Optatividad supone “dar respuesta a los distintos intereses y motivaciones” (Sánchez Sainz, M. 2003:355) de los alumnos, sobre todo a partir de la Educación Secundaria Obligatoria. Sin embargo, conviene reseñar que estas características (como todas las demás) cobrarán una mayor relevancia si hay una verdadera conexión entre la escuela y el mundo laboral.
Se echa de menos que nuestro sistema educativo carezca de un verdadero proyecto de educación para la carrera y la educación vocacional. Un proyecto que podría ejecutarse mediante una infusión curricular, es decir, incluir en todas las áreas de enseñanza, los conceptos profesionales y vocacionales, para facilitar las relaciones entre educación y mundo laboral. Cada país tiene su sistema político y sus creencias, y por tanto, no deben ser intercambiables ni exportables a la ligera. Sin embargo, en este sentido, deben ser tenidos en cuenta aquellos modelos que han avanzado con éxito en este ámbito, como los de Reino Unido y EEUU. El creciente desempleo “constituye una realidad y un problema (…) que genera una alta preocupación social, por las repercusiones directas sobre los individuos y sobre las familias” (Sanchez García, M. F. 2003:227-228).
Atendiendo a los Datos Estadísticos de Empleo del INEM y de la Comisión Europea, se aprecia una situación desfavorable para nuestro país: el paro afecta especialmente a los jóvenes españoles y europeos. “Una cuarta parte de los jóvenes europeos entre 15 y 24 años que salen de la escuela se encuentran sin empleo; entre los jóvenes de entre 16 y 24 años la tasa de desempleo es del doble que entre los adultos” (Sanchez García, M. F. 2003:231). España es el país de la UE con más jóvenes desempleados, sobre todo licenciados entre 25 y 35 años, que representan el 80% del total de la tasa europea. Finalmente, y como signo que pueda confirmar lo dicho anteriormente sobre los modelos eficientes de educación para la carrera, valga decir que el paro de larga duración en la UE supone un 48,2%, mientras que en USA no llega al 10%.
Finalmente, otro aspecto importante para poder afrontar los problemas de disciplina y aprendizaje en el sistema educativo, será dar un enfoque intercultural a todas las intervenciones educativas y a los propios documentos de planificación como proyectos curriculares, planificaciones anuales, planes de de estudio, etc. Como ya se había mencionado al principio, y según las estadísticas publicadas, el porcentaje de alumnos extranjeros a nivel nacional se sitúa en torno a un 6,5%. Sin embargo, las diferencias entre las diferentes Comunidades son ciertamente significativas (desde el 1,5% de Ceuta hasta el 11,1% de Baleares). Ni que decir que el fracaso escolar está afectando a estos alumnos de forma contundente: 3 de cada 10 alumnos inmigrantes sufren fracaso escolar (un 30% que no finaliza los estudios obligatorios). Este panorama va a plantear, según Marchesi, “más problemas para paliar el fracaso escolar, ya que los problemas culturales y de desconocimiento del idioma van a hacer más difícil el aprendizaje para los hijos de los inmigrantes”. Es urgente comenzar a tomar medidas específicas (ya se viene actuando en algunos municipios con el rigor necesario) porque entiendo que “solamente” desde la escuela podemos aspirar a una verdadera integración de los alumnos extranjeros. La escuela y el sistema educativo deben fomentar a través de la acción educativa un acercamiento constante y perpetuo entre las diferentes culturas, hacia el conocimiento y respeto mutuo. Se trata de partir “del respeto a todas las culturas, la inmersión en los principios y valores básicos de la sociedad de acogida, en la que pretenden vivir” (Gento, S., 2003:247).
No solo se lograrán estos objetivos mediante una intervención formal en el aula. Creo que si la escuela no es capaz de articularse como eslabón y referencia fundamental que vertebre la comunidad de su entorno, fomentando hábitos colectivos de ocio, de esparcimiento, de reflexión o de reivindicación, entonces, no deberíamos esperar que lo haga ninguna otra institución. Si entendemos que esta es una realidad nueva e irreversible, difícil y apasionante, que requiere el máximo compromiso y responsabilidad. Solo entonces, caminaremos hacia una verdadera integración.
En conclusión, se ha tratado de dar respuesta a una problemática tremendamente compleja, multifactorial, multidisciplinar y sobre todo política. La mayoría de estas iniciativas bienintencionadas seguramente podrían mejorar una realidad actual llena de incertidumbre. Hace falta voluntad por parte de todos. Movernos de nuestras posiciones iniciales, privilegiadas o no, ser solidarios y responsables con el prójimo, y sobre todo voluntad política para invertir y transformar estructuras anquilosadas en otras más acordes con el momento presente. Estos son los ingredientes básicos, que a mi modesto entender, pueden conducirnos hacia la resolución del conflicto en la escuela y hacia una verdadera reconciliación.
De no ser así, caminaremos (ya lo estamos haciendo) hacia modelos educativos policiales, que asumen “un concepto de prevención de la delincuencia juvenil que combina la consideración de los jóvenes infractores como ofensores y, también, como jóvenes en riesgo” (Vega Fuente, A. 2003:412). Escuelas que serán guetos ingobernables de marginados en el que la acción educativa desaparecerá por la fuerza de las malas costumbres y el desánimo. Quizás, una escuela con detectores de metales y seguridad privada en todos los pasillos y rincones. Y al final, quién sabe, podamos asistir a la extinción de la educación formal tal y como la conocemos. ¿Podremos vivir sin la escuela?, ¿es indispensable para nuestra forma de vida?, ¿conviene a la sociedad mantener una escuela en condiciones precarias? Estas preguntas no son gratuitas. Los actuales sistemas educativos son hijos de la Ilustración y la Revolución Francesa. Esto, en términos temporales es un “suspiro” desde el punto de vista cronológico. La escuela de hoy es un producto reciente en la Historia. Este no es un debate reciente, ya a finales de los años 60 y principios de los 70, surgieron movimientos críticos que propugnaban la desescolarización de la sociedad por no cumplir sus objetivos y además, frenar el aprendizaje de los ciudadanos. La obra de Ivan Illich y Everett Reimer arroja luces sobre “la educación sin escuela”. Actualmente, en muchos estados de los EEUU en los que la escolarización no es obligatoria ha surgido un movimiento denominado “Unschooling” (Desescolarización) en la que los padres abogan por una educación más espontánea y flexible en el hogar lejos de la rigidez y los problemas de la escuela.
No es ésta una reflexión sobre las ventajas y desventajas de la escolarización de los niños y adolescentes. Pero, si conviene conocer cuál es el futuro que nos aguarda si no somos capaces de dar un “golpe de timón” que cambie el rumbo actual de la situación. No es tarde para prevenir lo peor y aportar soluciones nuevas ilusionantes. Aún estamos a tiempo si queremos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Estamos a tiempo... pero de salir corriendo. Los disturbios de parís no están tan lejos

Anónimo dijo...

El "Unschooling" es una salida. Si tuviera hijos y tiempo lo haría sin duda

Anónimo dijo...

Actualmente me estoy leyendo "Corazón" de Edmondo De Amicis y ahora leo esto, uf! es demasiado grande la diferencia. Esta obra que elogia el trabajo honrado, el patriotismo, las virtudes cívicas y los sentimientos más nobles del ser humano reflejados en la cristalización de Italia (país que adoro) del poderoso movimiento de unidad nacional y que llevaría a la creación del estado italiano moderno, es la oposición real decómo es la situación actual de la educación. No estoy de acuerdo en todo lo que refleja este libro, ya que es demasiado patriotero (hay que tener en cuenta el contexto histórico), pero me encanta pensar en que en algún momento pudieran existir alumnos y profesores como los que Edmondo perfila en su libro. Lo recomiendo de todo "corazón"