Hay peliculas que son más que una mera historia. Hay filmes que trascienden el relato para convertirse en una experiencia. Hay peliculas que se elevan a un estadío superior de grandeza pues suponen autenticas obras de arte capaces de transmitir una gran gama de matices intelectuales y emocionales. "Relámpago sobre el agua"(1980) de Wim Wenders es una de esas peliculas de culto eterno, audiencia escasa y gloria infinita, sobre todo en el Párnaso de los dioses del celuloide.
El filme cuenta de una manera casi-experiemental los últimos días de vida del gran director de cine Nicholas Ray. Por supuesto no se trata de un experimento de ficción, sino que el propio Ray, enfermo terminal de cáncer es el protagonista de un fascinante documento. Wenders, que había contado con Ray para una breve intervención en "El amigo americano" (1977) vuelve a rescatar del olvido a uno de los mitos más grandes del séptimo arte para homenajearle en medio de una fiesta cinematográfica inusual y excitante. Tan excitante, que es la muerte a la que se espera.
Como si de una pelicula del director de "Rebelde sin causa" (1955), "Johnny Guitar" (1954), o"Los amantes de la noche" (1948) se tratara, "Relámpago sobre el agua" destila la espontaneidad y la improvisación en la puesta en escena. Se combinan diferentes texturas de imágen, desde la cámara convencional pasando por el Super 8. Todo ello tratando, mediante un montaje que rechaza la narración clásica, de explorar en la figura y la sombra del autor venerado.
Y lo que se muestra no es solo a un viejo mito al que la humanidad ha alcanzado divagando sobre lo dívino y lo terrenal. No. Subyace la lucidez de un hombre mirando honestamente al abismo, siendo coherente con la leyenda y la obra que le precede. Wenders además, aprovecha la coyuntura para elaborar un brillante ejercicio de metacine. Es decir, muestra como ya hiciera Truffaut en "La noche americana" (1973) cómo se crea en el cine.
No es una película fácil, ni siquiera agradable de ver. Contemplar los despojos de aquel que mostró el inconformismo juvenil y el ansia frenética de vivir resulta desolador. Ver cómo se apaga la llama de aquel que hizo cine de su particular visión de la vida aportando un aliento épico y una huella poética inigualable es doloroso. No es cómodo ver al ápostol de las almas perdidas, aquel extravagante con el ojo tapado haciendo suyo uno de los grandes temas del arte, que es a la vez uno de los anhelos humanos más legitmos: la búsqueda del hogar.
Objetivamente, Ray representa un cine inolvidable e irrepetible. El puente entre América y Europa. Para toda una legión de cinéfilos (entre los que modestamente me incluyo) Nicholas Ray es lo más grande que ha parido el arte cinematográfico, el sueño del cine hecho carne, la melancolía y el amor a la vida inmortalizados en una sala oscura de cine. Ver morir a quién siempre quisieramos ver entre nosotros es un ejercicio contradictorio. Aún así no deja de ser otro de los desafío del "rebelde sin causa": su última carrera hacia el abismo.
FICHA TÉCNICA:
Año: 1980 Dirección: Wim Wenders, Nicholas Ray Intérpretes: Gerry Bamman, Ronee Blakley, Pierre Cottrell, Duración: 91 min. Género: Documental
3 comentarios:
snif, snif...
Terriblemente inspirado y desgarrador. Ama usted el cine..
Ray es el cine y nada más que el cine
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