CÓDIGOS NO ESCRITOS DE UNA TIERRA ATROZ
La violencia engendra siempre más violencia, y ni toda la violencia del mundo junta, usada con las mejores intenciones, podría resolver el conflicto más simple o la disputa más ingenua. Esa es la verdad y la conclusión de la última y aclamada película de los hermanos Cohen: “No es país para viejos” (2007).
Logran los Cohen un filme redondo, el más acabado y decidido de su irregular filmografía (a reseñar aquel fenómeno llamado “Fargo” (1995)). Basado en un novelón de Cormac McCarthy y ambientado en los primeros 80, Joel y Ethan Cohen diseccionan con un pulso narrativo inquietante las trayectorias vitales de tres individuos cuyo nexo común es un maletín de dos millones de dólares y la percepción subjetiva de una violencia que, como el poderoso dinero, trata de vampirizarlos. El asesino descontrolado, el policía hastiado y el cazador furtivo completan un retablo arquetípico de contrastes propio de la tierra inhóspita cuya ausencia de leyes solo tiene parangón con el despiadado Far West del siglo XIX.
Filme impecablemente rodado, los hermanos Cohen optan una escritura clásica bien acentuada por la voz en off del policía y por los largos silencios del baldío. Hay un manejo de la cámara excepcional, con frecuencia quieta captando el silencio de los desiertos texanos y en otras ocasiones, moviéndose frenética y sumergiéndose en la convulsión anatómica de aquel que está a punto de morir. No sería justo olvidarnos de un elenco actoral magnífico que a pesar de todo, no termina de coronar un filme coral. Me explico, no es éste un filme de actores y para actores, es un filme cuyo protagonista no es más que el Desierto y sus entrañas. Con todo su cuerpo y su brutalidad.Con su grandeza y majestuosidad, carentes de sentimiento, saturando la cámara y contagiando terrible el miedo a ambos lados de la pantalla. Dejando al trasluz los vestigios de códigos no escritos, tradicionales y brutales, prestigiando la supervivencia de los más aptos.
¿Influencias?, las mismas que asolan el cine USA de la contemporaneidad: cierto cine de los años 70 y 80 cuya carga de violencia acusaba una ética y una estética renovadoras. Cabría hacerse otra pregunta: ¿tendrá “No es país para viejos” recorrido en el tiempo cuando se apaguen las luces que ahora la alumbran por causa de los Oscars?. La respuesta es afirmativa porque a sus ya mencionadas virtudes habría que añadir sin tapujos el mensaje tremendo con el que da comienzo esta crítica. Mensaje con un aliento trágico de largo alcance, tiñendo de sangre la conciencia y el modo de vida anacrónico de un país que no ha conocido ni una sola generación que, directa o indirectamente, no haya trasferido su mentalidad conquistadora y fronteriza a campos de batalla lejanos.
Logran los Cohen un filme redondo, el más acabado y decidido de su irregular filmografía (a reseñar aquel fenómeno llamado “Fargo” (1995)). Basado en un novelón de Cormac McCarthy y ambientado en los primeros 80, Joel y Ethan Cohen diseccionan con un pulso narrativo inquietante las trayectorias vitales de tres individuos cuyo nexo común es un maletín de dos millones de dólares y la percepción subjetiva de una violencia que, como el poderoso dinero, trata de vampirizarlos. El asesino descontrolado, el policía hastiado y el cazador furtivo completan un retablo arquetípico de contrastes propio de la tierra inhóspita cuya ausencia de leyes solo tiene parangón con el despiadado Far West del siglo XIX.
Filme impecablemente rodado, los hermanos Cohen optan una escritura clásica bien acentuada por la voz en off del policía y por los largos silencios del baldío. Hay un manejo de la cámara excepcional, con frecuencia quieta captando el silencio de los desiertos texanos y en otras ocasiones, moviéndose frenética y sumergiéndose en la convulsión anatómica de aquel que está a punto de morir. No sería justo olvidarnos de un elenco actoral magnífico que a pesar de todo, no termina de coronar un filme coral. Me explico, no es éste un filme de actores y para actores, es un filme cuyo protagonista no es más que el Desierto y sus entrañas. Con todo su cuerpo y su brutalidad.Con su grandeza y majestuosidad, carentes de sentimiento, saturando la cámara y contagiando terrible el miedo a ambos lados de la pantalla. Dejando al trasluz los vestigios de códigos no escritos, tradicionales y brutales, prestigiando la supervivencia de los más aptos.
¿Influencias?, las mismas que asolan el cine USA de la contemporaneidad: cierto cine de los años 70 y 80 cuya carga de violencia acusaba una ética y una estética renovadoras. Cabría hacerse otra pregunta: ¿tendrá “No es país para viejos” recorrido en el tiempo cuando se apaguen las luces que ahora la alumbran por causa de los Oscars?. La respuesta es afirmativa porque a sus ya mencionadas virtudes habría que añadir sin tapujos el mensaje tremendo con el que da comienzo esta crítica. Mensaje con un aliento trágico de largo alcance, tiñendo de sangre la conciencia y el modo de vida anacrónico de un país que no ha conocido ni una sola generación que, directa o indirectamente, no haya trasferido su mentalidad conquistadora y fronteriza a campos de batalla lejanos.
FICHA TÉCNICA:
Dirección: Ethan Coen y Joel Coen.País: USA.Año: 2007.Duración: 122 min.Género: Drama, thriller.Interpretación: Tommy Lee Jones (sheriff Bell), Javier Bardem (Anton Chigurh), Josh Brolin (Llewelyn Moss), Woody Harrelson (Carson Wells), Garrett Dillahunt (agente Wendell), Kelly Macdonald (Carla Jean Moss), Tess Harper (Loretta Bell).Guión: Joel Coen y Ethan Coen; basado en la novela homónima de Cormac McCarthy.Producción: Joel Coen, Ethan Coen y Scott Rudin.Música: Carter Burwell.Fotografía: Roger Deakins.Montaje: Roderick Jaynes.Diseño de producción: Jess Gonchor.Vestuario: Mary Zophres.
3 comentarios:
a verla hoy mismo. Mágnífica crítica. ¿Para cuando en Cahiers?
estupndo post y un filme tremendamente sutil pese a su brutalidad. UN país de locos!!!!!!!!
merece la pena verla. muy importante esos detalles, la sutilidad de la crudeza
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