SIEMPRE PAPÁ
“La vida- decía Shopenhauer- es la historia de un sufrimiento”. Ante esta certeza sombría cabría preguntarse qué o cuáles son las causas que a lo largo de este recorrido vital nos harán vivir jornadas aciagas. Añadiríamos que “la vida de un hombre-decía Borges con acierto- es la de todos los hombres”. Completamos el círculo y concluimos que tanto en nuestra felicidad como en nuestras desdichas somos muy semejantes unos de otros.
Así, no es raro ver que filmes como “La familia Savages” (2008) de Tamara Jenkins, representan a través de cierto humor e ironía acontecimientos clave de la vida familiar, que por la fuerza suprema de la globalización mundial, afectan a todos en mayor o menor medida. El filme de Jenkins destila un aroma agridulce, en tanto en cuanto nos relata cómo dos hermanos ya maduros tienen que hacerse cargo de su padre anciano y enfermo después de varios años de ausencia e incomunicación entre todos ellos. Es un tema terriblemente serio y dramático, pero que en las manos de esta cineasta se convierte en materia de chiste genial y humor corrosivo a través de un guión bien construido, un elenco actoral memorable y una estética feísta y descuidada que aporta la textura necesaria al filme.
Padres e hijos. Hijos y padres. La eterna semilla de la humanidad seguirá concibiendo reflexiones en torno al vínculo sanguíneo más viejo del mundo. Y esta vez “La familia Savages” aporta, no solo el humor antes mencionado, sino la convicción certera de que cada una de las situaciones y diálogos ya han sido vividos. No importa si se nos antojan disparatados o melodramáticos. Es un filme consciente de sus limitaciones pero no podrá negar que supura vida a borbotones.
Y al fin, pese a las realidades y los humores, pese a la vida y sus sinsabores, es un filme que esconde una reflexión poderosa sobre las sociedades actuales: el rechazo frontal a responsabilizarnos de nuestros mayores, a la imposibilidad manifiesta de ayudarles, a reconocer con respeto la memoria de aquellos que han vivido más que nosotros. El filme de Tamara Jenkins nada a contracorriente por los rostros maduros y avejentados de dos figuras consagradas del celuloide (Laura Linney y Philip Seymour Hofman) certificando que el tiempo pasa para todos y que la juventud eterna que nos vende la publicidad es solamente fantasía barata alimentando nuestra vanidad.
“La vida- decía Shopenhauer- es la historia de un sufrimiento”. Ante esta certeza sombría cabría preguntarse qué o cuáles son las causas que a lo largo de este recorrido vital nos harán vivir jornadas aciagas. Añadiríamos que “la vida de un hombre-decía Borges con acierto- es la de todos los hombres”. Completamos el círculo y concluimos que tanto en nuestra felicidad como en nuestras desdichas somos muy semejantes unos de otros.
Así, no es raro ver que filmes como “La familia Savages” (2008) de Tamara Jenkins, representan a través de cierto humor e ironía acontecimientos clave de la vida familiar, que por la fuerza suprema de la globalización mundial, afectan a todos en mayor o menor medida. El filme de Jenkins destila un aroma agridulce, en tanto en cuanto nos relata cómo dos hermanos ya maduros tienen que hacerse cargo de su padre anciano y enfermo después de varios años de ausencia e incomunicación entre todos ellos. Es un tema terriblemente serio y dramático, pero que en las manos de esta cineasta se convierte en materia de chiste genial y humor corrosivo a través de un guión bien construido, un elenco actoral memorable y una estética feísta y descuidada que aporta la textura necesaria al filme.
Padres e hijos. Hijos y padres. La eterna semilla de la humanidad seguirá concibiendo reflexiones en torno al vínculo sanguíneo más viejo del mundo. Y esta vez “La familia Savages” aporta, no solo el humor antes mencionado, sino la convicción certera de que cada una de las situaciones y diálogos ya han sido vividos. No importa si se nos antojan disparatados o melodramáticos. Es un filme consciente de sus limitaciones pero no podrá negar que supura vida a borbotones.
Y al fin, pese a las realidades y los humores, pese a la vida y sus sinsabores, es un filme que esconde una reflexión poderosa sobre las sociedades actuales: el rechazo frontal a responsabilizarnos de nuestros mayores, a la imposibilidad manifiesta de ayudarles, a reconocer con respeto la memoria de aquellos que han vivido más que nosotros. El filme de Tamara Jenkins nada a contracorriente por los rostros maduros y avejentados de dos figuras consagradas del celuloide (Laura Linney y Philip Seymour Hofman) certificando que el tiempo pasa para todos y que la juventud eterna que nos vende la publicidad es solamente fantasía barata alimentando nuestra vanidad.
FICHA TÉCNICA:
Dirección y guión: Tamara Jenkins.País: USA.Año: 2007.Duración: 113 min.Género: Drama, comedia.Interpretación: Laura Linney (Wendy Savage), Philip Seymour Hoffman (Jon Savage), Philip Bosco (Lenny Savage), Cara Seymour (Kasia), Peter Friedman (Larry), Gbenga Akinnagbe (Jimmy), Tonye Patano (Srta. Robinson), Guy Boyd (Bill), David Zayas (Eduardo), Debra Monk (Nancy Lachman).Producción: Ted Hope, Anne Carey y Erica Westheimer.Música: Stephen Trask.Fotografía: Mott Hupfel.Montaje: Brian A. Kates.Diseño de producción: Jane Ann Stewart.Vestuario: David C. Robinson.
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