05 junio 2008

Crítica de Cine (LXXV): Antes que el diablo sepa que has muerto (2007)


TRAGEDIAS DE HOY Y SIEMPRE

Con familias como la de “Antes que el diablo sepa que has muerto” (2008) de Sydney Lumet se podría resumir la sentencia siguiente: hay ficciones que son tan reales y tan duras que parecen narraciones absolutamente fantásticas. Sin embargo, por muy hilvanada, redonda, estrambótica e hilarante que sea la ficción, difícilmente podrá igualar la realidad. Por tanto, la vida es más cruel que el cine aunque el cine sea más grande que la vida (excusen el trabalenguas).
Otra sentencia famosa que resumiría, por el cultismo, un filme tan extraordinario como éste sería el de “Homo hominis lupus”. O sea, “el hombre es un lobo para el hombre”. Y es que en la última película de Lumet sus personajes se despellejan unos a otros en una especie de espiral esquizofrenica que no tendrá más escape que la huida hacia lo desconocido. “Antes que el diablo sepa que has muerto” indaga como pocos filmes han hecho en las relaciones familiares extremas y en las consecuencias de su descomposición. Conjuga y combina con sabiduría narrativa los mitos bíblicos (Caín y Abel, el sacrificio de Isaac, las tentaciones del desierto, etc.) más duros y atemporales que nunca. Duros en tanto en cuanto saltan del género literario a la realidad de la imagen y la familiaridad del contexto. Aquellas cuestiones que sobrepasan la línea que separa la cordura de la locura haciéndo algo tangible, palpable e hiriente. Las que culminan en el punto sin retorno de las tragedias infinitas de hoy y los dramas contemporáneos de mañana llevados al paroxismo total.
Cinematográficamente Lumet opta por el envoltorio clásico a través de un tamiz más moderno. Hace gala de un montaje espectacular que dosifica el ritmo como pocas películas de los últimos tiempos, alternando momentos de gran intensidad dramática con otros de distensión. O lo que es lo mismo, una montaña rusa de pasiones y decepciones. Un verdadero canto a las ilusiones perdidas que se te queda pegado a la retina como sanguijuelas de la tristeza profunda. Por si fuera poco, el filme exhibe un guión bien construido cuyos personajes tienen la complejidad psicológica necesaria y la credibilidad justa para afrontar la narración. Sin duda estamos ante un guión que le hace justicia a un elenco actoral magnífico. Desde Philip Seymour Hoffman hasta Ehan Hawke pasando por Albert Finney o Marisa Tomei (menuda banda).
Conviene preguntarse: ¿es la última película de Sydney Lumet una obra maestra? No diría tanto aunque se acerca por su capacidad de sobrecoger dramáticamente. Acongoja su decisión veraz a contar sin tapujos la sordidez del mundo en el que vivimos. A golpear al espectador con secretos y mentiras sin más salida que la muerte en estado puro y como descanso. Es, en fin, la posibilidad de este descanso la que la hace tomar conciencia de los males que aquejan a la sociedad y al estamento familiar. La certeza de que hay personas de nuestro entorno que navegan en el cenagal de la ética por causa de las tentaciones o por Dios sabe qué. ¿Es ésta película fiel reflejo de la actualidad? ¡Cuidado! Avisé en las primeras líneas que la realidad supera con frecuencia a la realidad. Quizás sea como mirarse al espejo y no reconocerse.

FICHA TÉCNICA:

Dirección: Sidney Lumet.País: USA.Año: 2007.Duración: 117 min.Género: Drama, thriller.Interpretación: Philip Seymour Hoffman (Andy Hanson), Ethan Hawke (Hank Hanson), Marisa Tomei (Gina), Albert Finney (Charles Hanson), Rosemary Harris (Nanette), Michael Shannon (Dex), Brian F. O'Byrne (Bobby), Amy Ryan (Martha).Guión: Kelly Masterson.Producción: Michael Cerenzie, Brian Linse, Paul Parmar y William S. Gilmore.Música: Carter Burwell.Fotografía: Ron Fortunato.Montaje: Tom Swartwout.Diseño de producción: Christopher Nowak.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

dura dura la verdad pero buenísima

Anónimo dijo...

sencillamente increible

Anónimo dijo...

¡Qué manera de escribir!
Muy buena la peli.

Anónimo dijo...

digno de CAHIERS...