TV: Generation Kill (2008)

LOS ROSTROS DEL HORROR

"Esta serie es ya un clásico del presente, y seguramente, será un clásico dentro de 100 años". Estas palabras tan tremendas no las ha dicho ningún experto ni nadie especial que entienda sobre cine o televisión. Las digo yo y me permito el "lujo" de citarme a mí mismo después de haber visionado el capítulo piloto de "Generation Kill" (2008). ¿Si exagero? Creo que me quedo corto.

Basada en el aclamádisimo libro de Evan Wright, "Generation Kill" cuenta en 7 magistrales capítulos los primeros 40 días de la Guerra de Irak. Hasta aquí nada nuevo bajo el sol. Sin embargo, el enfoque ético, su ambición y su anhelo estético están a la altura de las mejores Obras Maestras concebidas para la televisión. Su hiperrealismo asusta. Su ritmo es como un chute adrenalítico en las venas, una suerte de montaña rusa que pasa del clímax profundo y visceral a la resaca insaciable, de la tensión violenta al hastío. O lo que es lo mismo. A la vida en el campo de batalla con todas sus caras y aristas.

Adaptada por un genio de la televisión como es David Simon (creador de la inolvidable "The Wire"), sus diálogos son tan tristes como desternillantes reflejando el absurdo de una guerra absurda. Y los actores son tan buenos que dotan a cada personaje de vida y muerte, de un pasado evocador y nostálgico y un presente lleno de muerte. Definitivamente, de una complejidad dramática inusitada.

Cada soldado argumentará mil y una razones, cientos de excusas, que la guerra es justa y es la respuesta, que la guerra es el apocalipsis y la ausencia de Dios. Todo es posible. Todo cabe en cada rostro de la guerra. Y subyace en cada uno de ellos la sensación inequivoca de un vacío y una tragedia de la que es imposible escapar. Es decir, el sufrimiento de encontrarse en el lugar equivocado representando confusas ideologías y oscuros intereses. Y no solo esto, la aguda percepción de ser vísctima y verdugo en el infierno mayor que existe, el que es creado por los propios seres humanos. El lugar en el que respiras y caminas consciente del punto sin retorno que conduce hacia el fin de la existencia.

Dentro de 50 0 quizás 100 años, cuando seamos viejos o estemos muertos, "Generation Kill" habrá de erigirse como una obra fundamental para entender el inicio del siglo XXI y cómo la infamia política ideó una guerra imperialista sucia, ilegal y cruel. Una guerra que sabemos cómo empezó pero que no sabemos cuando acabará ni cómo. Entonces, el arte actuará como memoria hábil para construir el futuro y recordarnos (una vez más) lo peor que llevamos dentro.