18 junio 2009

Crítica de Cine (C): El luchador (2008)


CARNE PODRIDA

El visionado de un filme como “El luchador” (2008) de Darren Aronofsky resulta, cuando menos, una experiencia absolutamente triste. La representación que el director de la aclamada “Réquiem por un sueño” (2000) realiza sobre las intimidades e interiores del mundo de la lucha libre, es una revisión sin concesiones al arquetipo que el arte ha hecho del loser contemporáneo. El perdedor, el desheredado que ha tocado y sentido la gloria, que ha experimentado la adoración del público y el cariño de los fans. El ídolo maduro y cansado que, ante el inevitable paso del tiempo, no sabe como encarar una vida lejos de lo que le hizo célebre. El inadaptado irreconciliable con el crepúsculo.
Aronofsky hace un filme trágico sin cargar las tintas en este tipo de dramaturgia. El personaje principal es una especie de espectro melancólico tratando de encontrar una suerte de anclajes emocionales que le ayuden a encarar una vida nueva lejos de la lucha. Por tanto, en los exteriores hay más distanciamiento, más frialdad, se persigue al espíritu sin tregua aunque en planos más amplios. Por el contrario, en el ring y sus aledaños la cámara exalta el físico hipertrofiado y cansado de Mickey Rourke en planos detallistas. Se explora cada poro de piel, cicatrices y venas, sangre y sudores de una derrota anunciada. Carne podrida en proceso de descomposición hacia el más terrible de los finales. No hay más que ver algunas escenas significativas como el paseo del luchador con su hija o sus devaneos con la prostituta (excelente Marisa Tomei) para descifrar una readaptación moderna y actualizada de “La bella y la bestia”. Ni siquiera Jean Cocteau hubiera aportado tanta soledad y pesadumbre exenta de lirismo.
Siendo una película estimable, no es una Obra Maestra. Porque aunque en lo estético y formal tiene sus más grandes valores, no es así en lo narrativo. Por momentos no deja de ser la típica historia de perdedores luchando por recobrar su lugar en el deporte (con precedentes en el clasicismo sobre todo en el subgénero pugilístico) o recuperar el amor perdido de sus seres queridos (se me viene a la cabeza un filme como “Campeón” (1931) de King Vidor y el lacrimógeno remake de Franco Zeffirelli realizado años más tarde).
Es, en conclusión, una reinvención sobre cómo afrontar el futuro sin el brillo del pasado. Un fresco existencial sobrio y sereno sobre la existencia humana con sus batallas cotidianas y su absurdo vivir. Y es, no lo olvidemos, una forma de plasmar la gran tragedia americana con las maneras de la gran literatura y todos sus ingredientes. ¿O no hay pinceladas en este filme de Theodore Dreiser, Sinclair Lewis o Scott Fitzgerald? ¿Gotas de la complejidad de Cormac Mccarthy o Philip Roth? O lo que es lo mismo, cómo puede sobrevivir el individuo en una sociedad asolada por el consumismo radical y el individualismo frenético cuando no hay una sólida base de valores sociales que atañen a la colectividad. Cómo subsistir en el vació del día a día.

FICHA TÉCNICA:

Dirección: Darren Aronofsky.País: USA.Año: 2008.Duración: 105 min.Género: Drama.Interpretación: Mickey Rourke (Randy Robinson), Marisa Tomei (Cassidy), Evan Rachel Wood (Stephanie Robinson), Mark Margolis (Lenny), Todd Barry (Wayne), Ernest Miller ("El Ayatollah"), Judah Friedlander (Scott).Guión: Robert Siegel.Producción: Darren Aronofsky y Scott Franklin.Música: Clint Mansell.Fotografía: Maryse Alberti.Montaje: Andrew Weisblum.Diseño de producción: Tim Grimes.Vestuario: Amy Westcott

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