
ENSOÑACIÓN REVOLUCIONARIA
Sabemos que algo es bueno porque no nos deja indiferentes. Todo lo contrario, nos emociona sobremanera, nos despierta aquellas zonas remotas de nuestro cerebro produciendo un placer indescifrable. Estas sensaciones solamente están reservadas a esos filmes especiales capaces de proporcionar lecturas sobre el tiempo y la historia que nos toca vivir. “El club de la lucha” (1999) de David Fincher es uno de esos filmes recomendables e imprescindibles. Lo sabes desde el primer minuto que la estás viendo.
Desde este foro ya se han comentado otras películas de este director norteamericano. Hay que decir que difícilmente decepciona. Su filmografía está ahí y no es momento para citarla. En “El club de la lucha”, Fincher da un salto mortal para realizar una relectura apocalíptica del mundo en el que vivimos. Se parte de esta premisa: la violencia física y extrema es el camino de la purificación y el primer nivel evolutivo para escapar de la opresión del Sistema. En otras palabras, romperse la crisma te otorga la toma de conciencia para alcanzar un estadio evolutivo superior de intervención directa subversiva. Por tanto, hablaríamos de un discurso intelectual cargado de sentido y bien articulado que parte de la reflexión y termina en la acción.
Detrás de estas ideas Fincher diseña un viaje. Un filme en el que el movimiento es básico para poner en liza las metáforas brillantes que componen el filme. Dicho viaje, más que físico, es un viaje mental alrededor de uno mismo. Y entorno a esta idea hay todo un tratado sobre los peligros y excesos de la vida moderna y una aguda antropología del desarraigo y los no-lugares. Los conflictos de los personajes son estrictamente de carácter espiritual y moral. Ayuda la fotografía y la puesta en escena, capaces de crear inquietantes atmósferas. Asistimos, sin saberlo, a una suerte de ensoñación revolucionaria, de juego de espejos en que nada es lo que parece.
¿Cómo es posible articular un discurso de tanta sustancia (más bien marginal) y a la vez recurrir a las grandes estrellas de Hollywood (Edward Norton, Brad Pitt y Helena Bonham-Carter) para sacarlo adelante? Podríamos decir que en estos tiempos transgredir no es un problema si entretiene. La contradicción no es un obstáculo. Y finalmente, porque si todas tus reivindicaciones son pronunciadas por rostros famosos, el alcance del mensaje y tu reconocimiento será masivo. ¿Qué más se puede pedir?
“El club de la lucha” es, en conclusión y aunque no lo parezca, una película soberbia que raya la maestría en su conjunto. Esto es así aunque tiempo después de su estreno sigue dejando reflexiones certeras y lúcidas sobre la condición humana y el sistema capitalista que tantas desigualdades e injusticias ha generado. Hablaríamos de un filme atemporal. Tanto, que en estos días de la mayor crisis económica y financiera de todos los tiempos desde la Gran Depresión de los años 30, su radicalismo en torno a la posibilidad de hundir lo que existe para volver a los orígenes y construir algo nuevo parece más del telediario de ayer que de un filme de hace diez años.
Sabemos que algo es bueno porque no nos deja indiferentes. Todo lo contrario, nos emociona sobremanera, nos despierta aquellas zonas remotas de nuestro cerebro produciendo un placer indescifrable. Estas sensaciones solamente están reservadas a esos filmes especiales capaces de proporcionar lecturas sobre el tiempo y la historia que nos toca vivir. “El club de la lucha” (1999) de David Fincher es uno de esos filmes recomendables e imprescindibles. Lo sabes desde el primer minuto que la estás viendo.
Desde este foro ya se han comentado otras películas de este director norteamericano. Hay que decir que difícilmente decepciona. Su filmografía está ahí y no es momento para citarla. En “El club de la lucha”, Fincher da un salto mortal para realizar una relectura apocalíptica del mundo en el que vivimos. Se parte de esta premisa: la violencia física y extrema es el camino de la purificación y el primer nivel evolutivo para escapar de la opresión del Sistema. En otras palabras, romperse la crisma te otorga la toma de conciencia para alcanzar un estadio evolutivo superior de intervención directa subversiva. Por tanto, hablaríamos de un discurso intelectual cargado de sentido y bien articulado que parte de la reflexión y termina en la acción.
Detrás de estas ideas Fincher diseña un viaje. Un filme en el que el movimiento es básico para poner en liza las metáforas brillantes que componen el filme. Dicho viaje, más que físico, es un viaje mental alrededor de uno mismo. Y entorno a esta idea hay todo un tratado sobre los peligros y excesos de la vida moderna y una aguda antropología del desarraigo y los no-lugares. Los conflictos de los personajes son estrictamente de carácter espiritual y moral. Ayuda la fotografía y la puesta en escena, capaces de crear inquietantes atmósferas. Asistimos, sin saberlo, a una suerte de ensoñación revolucionaria, de juego de espejos en que nada es lo que parece.
¿Cómo es posible articular un discurso de tanta sustancia (más bien marginal) y a la vez recurrir a las grandes estrellas de Hollywood (Edward Norton, Brad Pitt y Helena Bonham-Carter) para sacarlo adelante? Podríamos decir que en estos tiempos transgredir no es un problema si entretiene. La contradicción no es un obstáculo. Y finalmente, porque si todas tus reivindicaciones son pronunciadas por rostros famosos, el alcance del mensaje y tu reconocimiento será masivo. ¿Qué más se puede pedir?
“El club de la lucha” es, en conclusión y aunque no lo parezca, una película soberbia que raya la maestría en su conjunto. Esto es así aunque tiempo después de su estreno sigue dejando reflexiones certeras y lúcidas sobre la condición humana y el sistema capitalista que tantas desigualdades e injusticias ha generado. Hablaríamos de un filme atemporal. Tanto, que en estos días de la mayor crisis económica y financiera de todos los tiempos desde la Gran Depresión de los años 30, su radicalismo en torno a la posibilidad de hundir lo que existe para volver a los orígenes y construir algo nuevo parece más del telediario de ayer que de un filme de hace diez años.
FICHA TÉCNICA:
Dirección: David Fincher.País: USA.Año: 1999.Duración: 139 min.Intérpretes: Edward Norton (narrador), Brad Pitt (Tyler Durden), Meat Loaf (Robert Paulsen), Zach Greiner (Richard Chesler), Helena Bonham Carter (Marla Singer), Rachel Singer (Chloe).Guión: Jim Uhls, basado en la novela de Chuck Palahniuk.Fotografía: Jeff Cronenweth.Montaje: Jim Haygood.Música: John King y Michael Simpson.Diseño de producción: Alex McDowell.Dirección artística: Chris Gorak.Vestuario: Michael Kaplan.
2 comentarios:
peliculón
De peliculón nada. Un tranque en toda regla
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