
Que Wes Craven es uno de los grandes popes del terror es una obviedad a estas alturas de la Historia del Cine. Ha explorado el género, lo ha diseccionado y vuelto a reinventar. Conoce más que nadie cuáles son los mecanismos narrativos, los giros arguméntales, los entresijos la y estética adecuada para crear atmósferas irrepetibles. Además, su cine suele poseer estimulantes lecturas sociopolíticas. Por todo esto y algo más, Craven ha sido imitado hasta la saciedad y sus filmes son objeto de continuos remakes (imposible olvidarse de la jugosa “Las colinas tienen ojos” (2006) de Alexandre Ajá). El último remake viene a cargo de “La última casa a la izquierda” (2009) de Dennis Iliadis basado en el primer filme de Craven del año 1972.
Si aquel filme produjo una serie de imágenes de bajo presupuesto que conmocionaron a la audiencia por presagiar el “gore” a través de un drama familiar y hacer una metáfora poderosa sobre el momento político (el desastre de Vietnam subyace transversalmente), el nuevo filme del debutante Dennis Iliadis da una vuelta de tuerca al original.
Illiadis respeta el concepto original pero lo moderniza dándole a las imágenes un nervio y una tensión narrativa inusitada. Asistimos a un remake que supera por momentos al filme en el que se inspira. El manejo de los tiempos, la tensión y la distensión, los giros y sobresaltos son realmente magistrales. Bien es cierto que el filme de Iliadis carece, al menos a simple vista, de esa lectura de corte político (los tiempos han cambiado ¿a peor quizás?) y lo sustituye con una gran contundencia estética. O lo que es lo mismo, el mensaje no es original pero la forma de contarlo si tiene la enjundia necesaria para dejarte clavado a la butaca durante dos horas. Sabemos lo que va a ocurrir, no en vano ya hemos visto la película original, y sin embargo, Iliadis establece un juego sádico con el espectador. Le desafía y le reta a soportar toda una serie de imágenes de extrema violencia. Le tortura sin descanso produciéndose en la sala un efecto espejo absolutamente radical más propio de un conductismo (pauloviano y ultragore) de altos vuelos. Lo que vemos nos hace reaccionar, nos hace sufrir y revivir el trauma.
¿Es qué el cine se hizo para sufrir el visionado de tropelías de este calibre? La respuesta es sí. Para sufrir y para que de él emanen todas las emociones humanas. Es un arte y como tal se revela para despertar la conciencia del adormecido espectador. Y aunque “La última casa a la izquierda” pueda parecer un filme de consumo rápido, deja claro desde el principio que los fuertes vínculos familiares pueden generar reacciones de agresividad y venganza terribles. Sobre todo, cuando el entorno se muestra carente de normas o instituciones que regulen o protejan a sus voluntariosos ciudadanos. Falta el Estado, quedan los padres (es debatible aunque en algunos lugares como USA es incuestionable). Unos padres de verdad dispuestos a todo por sus hijos. Así que, ¡cuidado! La familia unida jamás será vencida y la evasión cinematográfica no es su opción.
FICHA TÉCNICA:
Producción: Wes Craven, Sean Cunningham y Marianne Maddalena.Música: John Murphy.Fotografía: Sharone Meir.
Montaje: Peter McNulty.Diseño de producción: Johnny Breedt.Vestuario: Janie Bryant.
2 comentarios:
Fastástica peli de terror y una crítica muy entretenida. Veo que te estás aficionando al género, eh Silverman?
el final apesta un poco porque no decirlo
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