Me desperté sobresaltado. Muchos días de de tensión que precedieron a una cita culminante. Me invadía ese nerviosismo psíquico y físico que te va minando las fuerzas, que no te deja hacer las cosas cómo realmente sabes hacerlas. Que no me ha dejado escribir ni pensar, ni sonreir ni hablar... hasta dejar de ser Joseph Silverman, hasta dejar de ser yo.
Sin querer voy olvidando cuestiones esenciales, las cosas que me hacen más humano, mejor persona. Olvido que un montón de tragedias se producen todos los días, que hay personas sufriendo infortunios de toda índole y condición. Que el papel en que me ahogo no es menos caduco que mi cuerpo, y que entre él y yo me elijo irremediablemente a mí mismo. Porque la muerte es tan cierta como el mañana que pueda (o no) llegar a ver.
Tomo conciencia y se me saltan las lágrimas pensando en tragedias lejanas. Tal vez, porque en el fondo no soy inmune a mi entorno. Pese al mal rato me recompongo. Me da gusto comprobar que estoy hecho de carne y hueso. Que no pierdo la perspectiva de las cosas. Aún no es tarde. Y entonces aprendo la lección de golpe: comparado con gran parte del mundo no tengo problemas, soy un privilegiado. Nada debería de superarme excepto el fin. Si alguna vez lo supe, terminé olvidándolo. Que no vuelva a hacerlo nunca más.
4 comentarios:
Supongo que os costará entenderlo porque es un texto muy codificado. Habrá personas que sabrán de lo que hablo. Me apetecía escribirlo y lo he hecho. Disculpad que el tono sea algo sombrío. Es producto del mal momento
te queremos y eso es lo importante
No entiendo nada señor Silverman,pero me ha dejado usted preocupado.Espero tener noticias suyas pronto.Un saludo
se que puedo contar con usted siempre. Le echo de menos y espero que podamos conversar sobre este mal trago
Publicar un comentario