07 agosto 2008

Cinema Revival (LXXXI): Ni uno menos (1999)


HAY UN PAÍS...

Hay un país que está a punto de celebrar unos Juegos Olímpicos. Y estos juegos difícilmente obedecen al credo solidario fundacional otorgado por los pueblos modernos. En este país hay palabras importantes como Estado y Patria. Éstas a su vez tienen sinónimos del calado lingüístico de Gloria, Poder o Imperio. Y antónimos, muchos de ellos execrables por su elite gobernante como Libertades, Derechos, Pensamiento, Educación o Crítica por citar unas pocas de entre la multitud. Este país es China. Y su nombre no puede expresar tanto como su ancestral cultura, la extensión de su territorio o el misterio de sus gentes.
En China hay una cinematografía militante e imprescindible. Lo uno porque, pese a las adversidades, se rebela contra los sinónimos interesados y aboga decididamente por la belleza de los antónimos. Lo otro, porque el final del siglo XX y el inicio del XXI ha alumbrado a un gigante del que sabemos poco. Y el cine es una fuente (quizás “la fuente”) de conocimiento sobre el auge de una nación, el destino de su pueblo, sus ilusiones y decepciones, sus ficciones y realidades, su tradición y su Historia.
Zhang Yimou es uno de los cineastas clave de aquel lejano país. Su filmografía, incómoda y compleja por las temáticas que aborda, no suele ser del agrado de aquellos que disfrutan más de la adulación y la propaganda. Sus filmes transmiten la verdad de los tiempos y de la Historia, supuran además el dolor punzante de la cotidianidad y las costumbres. Son muchos títulos, varios de ellos Obras Maestras, pero “Ni uno menos” (1999) se sitúa con mucha diferencia entre sus mejores trabajos. Tal vez podamos añadir a esta estirpe gloriosa “El camino a casa” (1999). Ambas sobresalen por ese verismo ya comentado y esa sencillez y austeridad bienintencionada que las convierten en una obra de arte de valores humanísticos fundamentales.
En “Ni uno menos”, Zhang Yimou opta por una puesta en escena muy simple para mostrar una realidad terriblemente compleja. Una realidad tras las que es posible descifrar algunas paradojas. Vemos una aldea rural situada en los márgenes de su territorio. En ella, una humilde escuela en la cual, los pocos niños que allí van a educarse aprenden a valorar lo poco que tienen y hacen loas a la bandera. ¿Paradoja o antagonismo crudo? Parece claro que la bandera y los que enarbolan sus virtudes jamás reconocerán a los jóvenes vástagos como ciudadanos merecedores, al menos, de una educación formal de calidad. Es ésta la gran tragedia y el punto de inflexión de este filme único.
Narrada desde el punto de vista de la jovencísima maestra de la escuela, supone, darle voz a una de las muchas subalternas que desfilan ante la cámara. Y cada uno de ellos manifiesta sus ilusiones y sueños en medio de las carencias. La pobreza del campo, la inhumanidad de la ciudad, el deseo de superación mediante la educación, la perseverancia y el orgullo de ser persona declarándose incluso en rebeldía. De elevar la voz pese al desaliento. Pese a los contratiempos fatales que la condición humana provoca. Solo así asimilaremos (la ¿paradoja o antagonismo?) que mientras un millón de niños chinos abandonan sus estudios cada año por causa de la extrema pobreza, los gobernantes de turno se empeñan en celebrar unos Juegos Olímpicos poco solidarios cuya riqueza, si llega, habrá de ser para la minoría urbana que acapara el poder.

FICHA TÉCNICA:

Título en inglés: Not one less.Dirección: Zhang Yimou.País: China .Año: 1999.Duración: 106 min.Interpretación: Minzhi Wei, Huike Zhang, Zhenda Tian, Enman Gao, Zhimei Sun, Yuying Fen, Fanfan Li, Zhang Yichang, Xu Zhanqing, Liu Hanzhi, Ma Guolin, Wu Wanlu, Liu Ru, Wang Shulan, Fu Xinmin, Bai Mei. Actores no profesionales interpretando unos personajes basados en ellos mismos.Guión: Xiangsheng Shi.Producción: Yu Zhao.Música: Bao San.Fotografía: Yong Hou.Montaje: Ru Zhai.Diseño de producción: Juiping Cao.Vestuario: Huamiao Tong.

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