CLASICISMO CONTRA EL SISTEMA
Hay artistas que se pasan la vida haciendo la misma película. Esto es, puliendo y afinando el sagrado discurso de sus obsesiones y sueños en cada filme que realizan. Lejos de ser malo suele ser algo enormemente duro y difícil. En el caso de Clint Eastwood encontramos una filmografía amplia, de temas y géneros variados (desde el western hasta el bélico pasando por el drama) que están unidos transversalmente por la resurrección de los fantasmas de la Historia de EEUU. Este cineasta norteamericano, esta leyenda viva, se ha erigido por meritos propios, en el cronista no oficial de un país inevitablemente cruel.
Con “El intercambio” (2008), Eastwood retorna al drama familiar y a la infancia destrozada. Inquietudes ya mostradas en uno de sus últimos y más celebrados filmes: “Mystic river” (2003). Aunque en “El intercambio” no se alcanza el nivel de esta Obra Maestra, si deja en cambio, la sensación de un artista, todavía vivo, y con la sensación de no haber dicho aún su última palabra.
Basada en hechos reales durante el final de la década de los 20, “El intercambio” nos muestra con la precisión de la escritura clásica la lucha de una madre buscando a su hijo desaparecido. Hay en esta película un sentido y sincero homenaje a todo lo que representa el Clasicismo del cine (sobre todo al de la época dorada) del que Clint Eastwood es ya último valedor y exponente de todos sus grandes relatos. Hay clasicismo en “El intercambio” desde la ética hasta la estética que destila cada una de sus imágenes. Desde la puesta en escena hasta la dirección de actores ¿o no es Angelina Jolie el revival humano de Joan Crawford o de Joan Fontaine? Por mencionar solo a dos que a buen seguro hubieran bordado su papel. En esta ocasión no solo se habla de las emociones que el trauma en cuestión (secuestro del niño) acarrea sino que abarca con maestría una serie de reivindicaciones políticas de largo aliento. Por ejemplo, su combate frente a unas anquilosadas y corruptas instituciones (ayuntamiento, departamento de policía) que han perdido el sentido para el que fueron creadas de verdad: la protección de los ciudadanos honrados.
Si Eastwood fuera escritor, se reencarnaría en Charles Dickens (otro clásico), por su preocupación de los más desfavorecidos (en especial los niños) y su crítica feroz hacia las elites políticas de su tiempo (léanse fervientemente “Oliver Twist”, “David Copperfield” o “Grandes esperanzas” por citar solo tres). Para nuestra suerte, esta leyenda viviente ha decidido plasmarlo todo en imágenes. Su capacidad para estructurar la narración, desde una magistral presentación del lugar y los personajes, pasando por cada uno de los acontecimientos (secuestro, falso reencuentro, juicio y conclusión), modulando poco a poco, como el montaje de un puzzle, el nivel dramático hasta límites insospechados. Acercando y alejando la cámara según sea conveniente. Explorando la psicología o la atmósfera. Dándole protagonismo al brillantísimo guión de Joe Michael Straczynski (dicho sea solo de paso, el último gran guionista de los cómics de Spiderman), a la espléndida fotografía de Tom Stern o a su propia partitura musical (se destapa como músico).
Probablemente no es un filme que se pueda catalogar como una gran Obra Maestra como otras que la han precedido. Sin embargo, si tiene la suficiente fuerza emocional e intelectual para no dejar indiferente al espectador. Y a pesar de la edad ya avanzada de su creador, subyace un contundente mensaje: exigir rigor, honestidad sin mácula y servicio al Estado, recordarle sus errores y presionar al poder con toda la pasión y la iniciativa ciudadana. Porque al final, y en esto Eastwood sigue siendo muy americano, debe prevalecer la iniciativa ciudadana. Son los hombres y mujeres de a pie los que construyen diariamente la democracia en América y no el Estado. ¿Idealismo puro o Individualismo radical? Juzguen ustedes.
Hay artistas que se pasan la vida haciendo la misma película. Esto es, puliendo y afinando el sagrado discurso de sus obsesiones y sueños en cada filme que realizan. Lejos de ser malo suele ser algo enormemente duro y difícil. En el caso de Clint Eastwood encontramos una filmografía amplia, de temas y géneros variados (desde el western hasta el bélico pasando por el drama) que están unidos transversalmente por la resurrección de los fantasmas de la Historia de EEUU. Este cineasta norteamericano, esta leyenda viva, se ha erigido por meritos propios, en el cronista no oficial de un país inevitablemente cruel.
Con “El intercambio” (2008), Eastwood retorna al drama familiar y a la infancia destrozada. Inquietudes ya mostradas en uno de sus últimos y más celebrados filmes: “Mystic river” (2003). Aunque en “El intercambio” no se alcanza el nivel de esta Obra Maestra, si deja en cambio, la sensación de un artista, todavía vivo, y con la sensación de no haber dicho aún su última palabra.
Basada en hechos reales durante el final de la década de los 20, “El intercambio” nos muestra con la precisión de la escritura clásica la lucha de una madre buscando a su hijo desaparecido. Hay en esta película un sentido y sincero homenaje a todo lo que representa el Clasicismo del cine (sobre todo al de la época dorada) del que Clint Eastwood es ya último valedor y exponente de todos sus grandes relatos. Hay clasicismo en “El intercambio” desde la ética hasta la estética que destila cada una de sus imágenes. Desde la puesta en escena hasta la dirección de actores ¿o no es Angelina Jolie el revival humano de Joan Crawford o de Joan Fontaine? Por mencionar solo a dos que a buen seguro hubieran bordado su papel. En esta ocasión no solo se habla de las emociones que el trauma en cuestión (secuestro del niño) acarrea sino que abarca con maestría una serie de reivindicaciones políticas de largo aliento. Por ejemplo, su combate frente a unas anquilosadas y corruptas instituciones (ayuntamiento, departamento de policía) que han perdido el sentido para el que fueron creadas de verdad: la protección de los ciudadanos honrados.
Si Eastwood fuera escritor, se reencarnaría en Charles Dickens (otro clásico), por su preocupación de los más desfavorecidos (en especial los niños) y su crítica feroz hacia las elites políticas de su tiempo (léanse fervientemente “Oliver Twist”, “David Copperfield” o “Grandes esperanzas” por citar solo tres). Para nuestra suerte, esta leyenda viviente ha decidido plasmarlo todo en imágenes. Su capacidad para estructurar la narración, desde una magistral presentación del lugar y los personajes, pasando por cada uno de los acontecimientos (secuestro, falso reencuentro, juicio y conclusión), modulando poco a poco, como el montaje de un puzzle, el nivel dramático hasta límites insospechados. Acercando y alejando la cámara según sea conveniente. Explorando la psicología o la atmósfera. Dándole protagonismo al brillantísimo guión de Joe Michael Straczynski (dicho sea solo de paso, el último gran guionista de los cómics de Spiderman), a la espléndida fotografía de Tom Stern o a su propia partitura musical (se destapa como músico).
Probablemente no es un filme que se pueda catalogar como una gran Obra Maestra como otras que la han precedido. Sin embargo, si tiene la suficiente fuerza emocional e intelectual para no dejar indiferente al espectador. Y a pesar de la edad ya avanzada de su creador, subyace un contundente mensaje: exigir rigor, honestidad sin mácula y servicio al Estado, recordarle sus errores y presionar al poder con toda la pasión y la iniciativa ciudadana. Porque al final, y en esto Eastwood sigue siendo muy americano, debe prevalecer la iniciativa ciudadana. Son los hombres y mujeres de a pie los que construyen diariamente la democracia en América y no el Estado. ¿Idealismo puro o Individualismo radical? Juzguen ustedes.
FICHA TÉCNICA:
Dirección: Clint Eastwood. País: USA.Año: 2008.Duración: 141 min.Género: Drama.Interpretación: Angelina Jolie (Christine Collins), John Malkovich (reverendo Gustav Briegleb), Jeffrey Donovan (capitán J.J. Jones), Jason Butler Harner (Gordon Northcott), Amy Ryan (Carol Dexter), Colm Feore (James Davis), Michael Kelly (Lester Ybarra), Geoff Pierson (S.S. Hahn), Denis O'Hare (Dr. Jonathan Steel), Eddie Alderson (Sanford Clark), Gattlin Griffith (Walter Collins).Guión: J. Michael Straczynski.Producción: Clint Eastwood, Brian Grazer, Ron Howard y Rob Lorenz.Música: Clint Eastwood.Fotografía: Tom Stern.Montaje: Joel Cox.Diseño de producción: James Murakami.Vestuario: Deborah Hopper.
4 comentarios:
Funny games!me la baje hace poquito! a ver si la veo estos días :)
Espero que esten muy bien, ojala nos veamos pronto los 4!
besos y felices fiestas Silverman
disfrutala, merecerá la pena y feliz navidad
no llega a la altura pero es mejor que el 90% de la mierda que nos ofrecen los demás directores
Cine del BUENO esta peli de Eastwood. No es de las que más me han gustado pero merece la pena visionarla
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