¿FRONTERAS DEL RELATO?
Hay preguntas difíciles, cuestiones cuya respuesta no se alcanza a comprender. Preguntas que generan otras preguntas entre la confusión y la complejidad de las imágenes. Cabe preguntarse fervientemente qué ofrece “Surveillance” (2008) de Jennifer Lynch al cine contemporáneo. ¿Es un filme de terror? ¿De asesinos en serie? ¿Una reflexión sobre las voces narradoras tratando de armar un relato imposible? ¿Lo que nunca ocurrió?
En este su segundo filme (reciente ganadora del prestigioso Festival de Cine Fantástico de Sitges), la hija de David Lynch demuestra ser fiel heredera de todas las obsesiones de su padre. A saber, una galería de personajes excéntricos hasta la médula, los conflictos de las pequeñas y aisladas comunidades, la irrupción del forastero en tierra extraña y sobre todo, el magnetismo de un paisaje monótono y desolado en medio de carreteras de ninguna parte. Nos vienen a la cabeza títulos tan importantes y diferentes como “Mullholland Drive” (2001) o "The Straight Story" (1999). Sin olvidar la tremenda e inolvidable serie televisiva “Twin Peaks”(1990-1991) (con las que “Surveillance” tiene más de un punto de conexión). Todo ello filtrado por lentes de estirpe tarantiniana (en su concepción de la violencia y la planificación de situaciones extremas). Hasta aquí los temas e influencias (nada desdeñables) de una cineasta a seguir en el futuro.
Sin embargo, “Surveillance”, que hace alusión a la vigilancia, ahonda en debates y cuestiones más peliagudas y profundas. En primer lugar, propone (¿con certeza?) la posibilidad de que las imágenes domésticas y cotidianas puedan armar un relato clásico. El diálogo face to face de imágenes nobles con otras bastardas. La improbabilidad de remontar un relato a tres voces, una especie de suceso ultra violento que supura dolor y polifonía a raudales. Drogadictos, policías, detectives, familias, un asesino (¿o más de uno?) y una niña. ¿Es que pueden las voces de los subalternos contar una Historia digna y rigurosa? Quizás si. Quizás no. Creo que Jennifer Lynch termina dejando en este tema rescoldos más bien pesimistas. Cuando el relato parece que toma cuerpo y aparenta tener carne y alma se deshace y se aboceta, se hace tiras. Simple abstracción. Movimientos. Puro conductismo. Hechos inconexos en los que el mal pulula sin explicación porque ya forma parte de nuestras propias vidas. Aunque seamos niños.
Es en conclusión, una apuesta firme por un cine que, bebiendo de varios géneros, no representa a ninguno con fidelidad porque su apuesta es la veracidad de su propia representación. Una suerte de cadáver exquisito proveniente de muchos lugares pero que no pertenece a ninguno en especial. Un híbrido mutante a medio camino entre el revival del más crudo American Gothic y el cine de Arte y Ensayo más entusiasta. ¿Sin tapujos? Una delicia cinematográfica para estómagos fuertes y negros paladares ávidos de imágenes con sustancia.
Hay preguntas difíciles, cuestiones cuya respuesta no se alcanza a comprender. Preguntas que generan otras preguntas entre la confusión y la complejidad de las imágenes. Cabe preguntarse fervientemente qué ofrece “Surveillance” (2008) de Jennifer Lynch al cine contemporáneo. ¿Es un filme de terror? ¿De asesinos en serie? ¿Una reflexión sobre las voces narradoras tratando de armar un relato imposible? ¿Lo que nunca ocurrió?
En este su segundo filme (reciente ganadora del prestigioso Festival de Cine Fantástico de Sitges), la hija de David Lynch demuestra ser fiel heredera de todas las obsesiones de su padre. A saber, una galería de personajes excéntricos hasta la médula, los conflictos de las pequeñas y aisladas comunidades, la irrupción del forastero en tierra extraña y sobre todo, el magnetismo de un paisaje monótono y desolado en medio de carreteras de ninguna parte. Nos vienen a la cabeza títulos tan importantes y diferentes como “Mullholland Drive” (2001) o "The Straight Story" (1999). Sin olvidar la tremenda e inolvidable serie televisiva “Twin Peaks”(1990-1991) (con las que “Surveillance” tiene más de un punto de conexión). Todo ello filtrado por lentes de estirpe tarantiniana (en su concepción de la violencia y la planificación de situaciones extremas). Hasta aquí los temas e influencias (nada desdeñables) de una cineasta a seguir en el futuro.
Sin embargo, “Surveillance”, que hace alusión a la vigilancia, ahonda en debates y cuestiones más peliagudas y profundas. En primer lugar, propone (¿con certeza?) la posibilidad de que las imágenes domésticas y cotidianas puedan armar un relato clásico. El diálogo face to face de imágenes nobles con otras bastardas. La improbabilidad de remontar un relato a tres voces, una especie de suceso ultra violento que supura dolor y polifonía a raudales. Drogadictos, policías, detectives, familias, un asesino (¿o más de uno?) y una niña. ¿Es que pueden las voces de los subalternos contar una Historia digna y rigurosa? Quizás si. Quizás no. Creo que Jennifer Lynch termina dejando en este tema rescoldos más bien pesimistas. Cuando el relato parece que toma cuerpo y aparenta tener carne y alma se deshace y se aboceta, se hace tiras. Simple abstracción. Movimientos. Puro conductismo. Hechos inconexos en los que el mal pulula sin explicación porque ya forma parte de nuestras propias vidas. Aunque seamos niños.
Es en conclusión, una apuesta firme por un cine que, bebiendo de varios géneros, no representa a ninguno con fidelidad porque su apuesta es la veracidad de su propia representación. Una suerte de cadáver exquisito proveniente de muchos lugares pero que no pertenece a ninguno en especial. Un híbrido mutante a medio camino entre el revival del más crudo American Gothic y el cine de Arte y Ensayo más entusiasta. ¿Sin tapujos? Una delicia cinematográfica para estómagos fuertes y negros paladares ávidos de imágenes con sustancia.
FICHA TÉCNICA:
Dirección: Jennifer Lynch.Países: USA, Alemania y Canadá.Año: 2008.Duración: 98 min.Género: Thriller, terror.Interpretación: Bill Pullman (Sam Hallaway), Julia Ormond (Elizabeth Anderson), Ryan Simpkins (Stephanie), Pell James (Bobbi), French Stewart (Oficial Jim Conrad), Kent Harper (Jack Bennett), Cheri Oteri (madre), Michael Ironside (capitán Billings).Guión: Jennifer Lynch y Kent Harper.Producción: Marco Mehlitz.Música: Todd Bryanton.Fotografía: Peter Wunstorf.Montaje: Daryl K. Davis.Diseño de producción: Sara McCudden.Vestuario: Cathy McComb y Sonja Clifton.
4 comentarios:
en todo de acuerdo, una gozada
para ser clarito: la puta polla!!!! buenísima
very boring film
Creo que conozco la expresión de Koichi, menudo imbécil. Por otro lado, parece interesante la peli, leyendo la crítica dan ganas de verla...
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