PREGUNTAS QUE NO PUEDEN ESPERAR
La Historia de la educación formal, es decir, aquella que conocemos desde siempre y que transcurre dentro de un aula (acorde a un nivel o grado según la edad de los alumnos) es un simple suspiro en la línea del tiempo. Ciertamente la educación actual es un invento de las sociedades contemporáneas. Una explosión de júbilo y optimismo que permitió a las clases desfavorecidas acceder al conocimiento y desarrollar aquellas (ya lejanas) sociedades industrializadas y urbanas. En “La clase” (2008) de Laurent Cantet se nos ofrece la posibilidad de reflexionar sobre el papel de la educación formal en las sociedades actuales. Viendo las deliciosas imágenes de este filme cabe preguntarse: ¿es posible concebir el aula que alumbró las Revoluciones Liberales Burguesas en los días de la Globalización, las migraciones y la crisis económica? Ese es el desafío que aún no tiene una respuesta clara.
En “La clase” subyace el sublime deseo de plantear, con luz y taquígrafos, toda la realidad que conlleva la cotidianidad de un centro educativo del centro de París. Se plasma con toda la rudeza toda su conflictividad en un tono documental soberbio. La cámara (o sería mejor decir cámaras) va saltando por obra y arte de un montaje excepcional de uno a otro alumno. Y de éstos al profesor (interpretado por el propio guionista y escritor del libro original Francoise Beaugaudeu). Intentando desentrañar todas sus ilusiones, miedos y frustraciones. El plano es cerrado, cerradísimo. Claustrofóbico. Hay un gusto por el detalle que refleja el alma de un entorno único. Los guiños, las muecas, la mirada furtiva. Todo cuenta entre los muros de la clase.
Sin hilo narrativo aparente, ni planteamiento dramático apreciable (exceptuando el incidente de Souleimane) los días se suceden durante el curso. Laurent Cantet mantiene el interés debido a una puesta en escena tremenda y a un guión que refleja el flujo reversible de información entre profesor y alumnos. Comunicación horizontal que no puede evitar la divergencia de ambos roles y la desigualdad implícita de cada uno de ellos.
La Historia de la educación formal, es decir, aquella que conocemos desde siempre y que transcurre dentro de un aula (acorde a un nivel o grado según la edad de los alumnos) es un simple suspiro en la línea del tiempo. Ciertamente la educación actual es un invento de las sociedades contemporáneas. Una explosión de júbilo y optimismo que permitió a las clases desfavorecidas acceder al conocimiento y desarrollar aquellas (ya lejanas) sociedades industrializadas y urbanas. En “La clase” (2008) de Laurent Cantet se nos ofrece la posibilidad de reflexionar sobre el papel de la educación formal en las sociedades actuales. Viendo las deliciosas imágenes de este filme cabe preguntarse: ¿es posible concebir el aula que alumbró las Revoluciones Liberales Burguesas en los días de la Globalización, las migraciones y la crisis económica? Ese es el desafío que aún no tiene una respuesta clara.
En “La clase” subyace el sublime deseo de plantear, con luz y taquígrafos, toda la realidad que conlleva la cotidianidad de un centro educativo del centro de París. Se plasma con toda la rudeza toda su conflictividad en un tono documental soberbio. La cámara (o sería mejor decir cámaras) va saltando por obra y arte de un montaje excepcional de uno a otro alumno. Y de éstos al profesor (interpretado por el propio guionista y escritor del libro original Francoise Beaugaudeu). Intentando desentrañar todas sus ilusiones, miedos y frustraciones. El plano es cerrado, cerradísimo. Claustrofóbico. Hay un gusto por el detalle que refleja el alma de un entorno único. Los guiños, las muecas, la mirada furtiva. Todo cuenta entre los muros de la clase.
Sin hilo narrativo aparente, ni planteamiento dramático apreciable (exceptuando el incidente de Souleimane) los días se suceden durante el curso. Laurent Cantet mantiene el interés debido a una puesta en escena tremenda y a un guión que refleja el flujo reversible de información entre profesor y alumnos. Comunicación horizontal que no puede evitar la divergencia de ambos roles y la desigualdad implícita de cada uno de ellos.
Entre las muchas cuestiones que Cantet hace tratar a sus personajes se encuentran aquellas de índole cultural y política en las que se ponen de relieve el desarraigo y la desigualdad. ¿Puede la educación formal hacer frente al desafío de la integración y cohesión de ciudadanos franceses hijos de inmigrantes? ¿Puede el trabajo de un voluntarioso profesor sembrar el arraigo y las referencias en esas nuevas generaciones ajenas a los valores añejos de la República? Time will tell.
Lo que si queda claro en “La clase” es su carácter de filme ineludible. De obligada visión y continua revisión pues promete a cada paso propuestas y cuestiones esenciales. Hace hincapié en la dificultad de aprender y en la lucha por enseñar. En la encrucijada y el descrédito que el sistema infringe a la educación pública. Y aunque en el horizonte pueda asomar un mundo mejor, más solidario y participativo. Más comprometido con los males de su tiempo y con el devenir político y los cambios que se avecinan. Cabe preguntarse en última instancia: ¿Es la escuela motor de esos cambios o parte de ellos? ¿Es la desescolarización la salida del futuro?
Lo que si queda claro en “La clase” es su carácter de filme ineludible. De obligada visión y continua revisión pues promete a cada paso propuestas y cuestiones esenciales. Hace hincapié en la dificultad de aprender y en la lucha por enseñar. En la encrucijada y el descrédito que el sistema infringe a la educación pública. Y aunque en el horizonte pueda asomar un mundo mejor, más solidario y participativo. Más comprometido con los males de su tiempo y con el devenir político y los cambios que se avecinan. Cabe preguntarse en última instancia: ¿Es la escuela motor de esos cambios o parte de ellos? ¿Es la desescolarización la salida del futuro?
FICHA TÉCNICA:
Dirección: Laurent Cantet.País: Francia.Año: 2008.Duración: 128 min.Género: Drama.Interpretación: François Bégaudeau (François), Vincent Caire (Vincent), Olivier Dupeyron (Olivier), Patrick Dureuil (Patrick), Frédéric Faujas (Fred), Laura Baquela (Laura), Juliette Demaille (Juliette), Dalla Doucoure (Dalla), Esméralda Ouertani (Sandra), Franck Keïta (Souleymane), Wei Huang (Wei).Guión: Laurent Cantet, François Bégaudeau y Robin Campillo; basado en la novela "Entre les murs" de François Bégaudeau.Producción: Carole Scotta, Caroline Benjo, Barbara Letellier y Simon Arnal.Fotografía: Pierre Milon, Catherine Pujol y Georgi Lazarevski.Montaje: Robin Campillo y Stéphanie Léger.Vestuario: Marie Le Garrec.
5 comentarios:
su tesis es interesante aunque los intereses creados son demasiados como para desmontar todo el circo. NO se igual tienes razón
He visto la película que nos ha servido -a los futuros profesores- como una introducción teórica ante el reto de la praxis.Es una película, por tanto, pedagógica (incluso para aquellos ajenos al mundo escolar, como se puede ver en la película en ciertas secuencias). Cabría añadir que el éxito de esta película en nuestro país se debe a la situación similar que experimentan ambos mundos educativos (en países como Alemania o Finlandia apenas ha tenido eco).
Y por lo poco que he visto y leido sobre este universo de las aulas, todavía no me atrevo a responder los dilemmas que planteas.
Por cierto, menos mal que hiciste mención de la sensación claustrofóbica, de estar "entre los muros" porque así es el título original (no sé, pero al cine francés siempre lo traducen como el culo...con perdón, jeje).
Salu2 !
P.D.: Te mandaré un mail para informarte como va lo de las prácticas.
La cuestión que planteas de una educación fuera de las aulas creo que puede ser una salida interesante gracias a la implantación de las nuevas tecnologías, pero al mismo tiempo, me surgen dudas de cómo serían los resultados de esa educación. Por ejemplo, los alumnos contactarían con su profesor a través de internet, al que le harían preguntas sobre las las dudas de la materia etc., pero te has parado a pensar que los muros de la clase anterior ahora serán los muros de su habitación y que la figura del profesor aunque ahora sería virtual, antes era física, ya no está ahí de una manera tan presente, nunca mejor dicho. En este caso las figuras de los padres del alumno cobrarían una importancia mayor aún.
las tesis de Silverman son como siempre arriesgadas y atractivas. Si nos guiaramos por la ética, yo diría que tiene razón, pero si nos atenemos a los intereses económicos, tal vez la visión sea diferente
Silverman!!
"Hay un gusto por el detalle que refleja el alma de un entorno único"
justo entré a tu blog para ver si habias hecho la crítica de este película, y casualidad, qe era la última que habias hecho..
con lo que me quedo de la pelicula es con los planos detalle que utilizan para resaltar los gestos y las miradas de los actores..
me parecio un poco lenta..
Besos!
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