13 agosto 2009

Cinema Revival (CI): Magnolia (1999)


PERDÓN Y RECONCILIACIÓN

En “Magnolia” (1999) de Paul Thomas Anderson se ubican una serie de características que adornan el más reciente cine USA. Al igual que lo que ocurría con filmes paradigmáticos de la época como “Vidas cruzadas” (1993) de Robert Altman o la celebrada “Crash” de Paul Haggis, la confección coral de la dramaturgia teje una serie de situaciones límite altamente interesantes. Todos estos filmes parten de la idea de que la sociedad norteamericana, multirracial y multicultural, solo podrá renovarse mediante la reconciliación de todos sus miembros. El punto de vista es interesante aunque peca de cierto “buenismo”. Se olvida con frecuencia la Historia y la injusticia social que ha asolado aquel país durante generaciones aunque sus intenciones sean loables. “Magnolia” es, con mucho, el filme que explora mejor estos aspectos sin caer en sentimentalismos ni ingenuidades innecesarias.
Por un lado, el filme de Anderson disecciona las relaciones personales con un virtuosismo cinematográfico realmente espléndido (plano-secuencia, travellings variados, etc.). El magistral montaje contribuye en gran medida a enhebrar todas y cada una de las situaciones y a modular convenientemente los tiempos, ritmos y momentos de clímax hasta llegar a uno de los finales más antológicos y sorprendentes de todos los tiempos.
Por otro lado y dejando aparte los aspectos técnicos, Anderson no solo nos descubre abiertamente las relaciones familiares y personales de un puñado de personajes, cada uno con sus inquietudes y complejidades, sus miedos y contradicciones. Asistimos fascinados ante el gran filme USA, aquel que readapta y actualiza los grandes temas del arte. La gran tragedia americana. Arthur Miller ya tiene heredero. Pocas veces vimos con la fuerza de las imágenes cómo las convenciones sociales y la estrechez del sistema aniquilan toda la bondad del individuo. Y no se queda ahí. Va más allá intentando indagar sobre la psicología colectiva de una nación. Desde las creencias y la fe de sus criaturas, Anderson desgrana el credo americano y la tradición, reinventa los mitos atávicos y bíblicos adaptándolos a una modernidad más bien oscura. Y es que “Magnolia” es oscurísima porque es amarga y pesimista. Porque la tristeza, la enfermedad (el cáncer para ser más exactos), el odio y el rencor atraviesan integralmente sus casi tres horas de duración.
Como decíamos al principio de esta crítica, y pese a su inmanente oscuridad, “Magnolia” tiene el merito enorme de tratar sobre el perdón y la reconciliación, sobre verbalizar lo importante en el momento adecuado, sobre el peso del pasado en el presente y la importancia de vivir con ello, sobre el valor de los vínculos, de ser padres y madres, de ser amigos, de ser fraternos y solidarios en los duros tiempos donde todo se antoja vacío e insustancial si no tiene valor y rentabilidad económica. Cine en fin, de metáforas y realidades de nuestros días.

FICHA TÉCNICA:

Dirección y guión: Paul Thomas Anderson.País: USA.Año: 1999.Duración: 188 min.Intérpretes: Jason Robards (Earl Partridge), Tom Cruise (Frank Mackey), Julianne Moore (Linda Partridge), Jeremy Blackman (Stanley Spector), Philip Baker Hall (Jimmy Gator), Melora Walters (Claudia Wilson Gator).Producción: Joanne Sellar.Fotografía: Robert Elswiti.Montaje: Dylan Tichenor.Música: Jon Brion.Diseño de producción: William Arnold y Mark Bridges.

1 comentario:

Beatriz de Bobadilla dijo...

Demasiado complicada para mi.