Belfast 14 de agosto de 2010
Estimado Amigo:
Al contrario de lo que muchos puedan pensar nuestra llegada a Belfast ha reunido, hasta el momento, sensaciones muy placenteras. Me explico, como bien sabes he viajado bastante por el mundo, aunque es mucho también el mundo que me queda aún por conocer. Sin embargo, no había experimentado nunca esta hospitalidad y este calor hacia el extranjero en ningún otro lugar del mundo (solo Nueva York es comparable, aunque allí claro está nadie es extranjero).
Lo extraño es que esperábamos una ciudad más siniestra, más oscura (hasta el sol brilla con más fuerza) y más vieja. Todo lo contrario. La gente te saluda por la calle. se cuela el sonido de Van Morrison por las ventanas. Todo parece normal y apacible. La verdad que no parece que haya un conflicto entre los Católicos Republicanos y los Protestantes Unionistas. Y sin embargo, lo hay.
Me dice Steve, un taxista protestante (y orangista) del centro que esta ciudad no habrá de conocer la paz jamás. Que “los problemas” (the troubles) como todos los irlandeses los llaman, no acabarán nunca. Los acuerdos de Viernes Santo de 1998 han traído estabilidad a la región pero no la paz. La paz es utópica porque nadie quiere ceder en sus exigencias y las provocaciones están a la orden del día. Los protestantes, sobre todo en esta época estival (desde el 12 de julio), no paran de salir a desfilar (los grupos de la orden de Orange) y los católicos están más susceptibles de lo normal con mucha violencia nocturna. Steve nos ha llevado a todos los santuarios del protestantismo y a los murales venerados por todos los que llevan la mano roja del Ulster grabada a fuego en el corazón. Desde Shankill Road al Muro de la Paz. Por supuesto, nos hemos bajado y hemos escrito nuestro mensaje de buena voluntad deseando esa reconciliación imposible por ahora.
Me llama la atención como hay comunidades católicas que viven puerta con puerta con casas protestantes y viceversa. Y sin embargo, ni se miran. Y cuando lo hacen es para pelearse. Le pregunto a Steve porque solo me muestra el lado de los Lealistas Unionistas y me dice que llegar a Falls Road (arteria principal del unionismo) es peligroso porque el IRA y sus acólitos están atentando a diario. Le digo que desde España creemos que el IRA se ha desarmado y no está activo. Me mira muy seriamente y me señala una torre de edificios que hay frente a nosotros diciendo: “ese edificio está lleno de terroristas armados hasta los dientes. Esta mañana han matado 6 personas, entre ellos 2 bebés”. No le contesto (luego he ido a Internet a consultar si esa información era veraz pero no logré encontrar nada al respecto). Ya no sabes a quién o qué creer.
Más tarde salgo del hotel, cruzo la calle y me encuentro en Sandy Row. Un mural grande me advierte que me interno en territorio británico y que aquella es una población “bajo asedio” que nunca se rendirá (“No surrender”). Lejos de impresionarme me interno por las calles buscando Falls Road y toda la zona católica. Al igual que en la zona protestante los extranjeros son bienvenidos pues, de alguna manera, buscan contarte su versión de la historia. Esta zona es realmente atractiva y quizás más activa, tanto política (hemos estado justo en la puerta de la sede central del Sinn Fein con el mural de Bobby Sands en uno de sus costados) como culturalmente (tienen un centro muy importante). Por supuesto, en esta zona hay murales en cada esquina y cada calle. Y además son más políticos, mientras que los de los protestantes eran más belicosos.
La verdad es que está siendo una experiencia interesante y excitante al mismo tiempo.
Al contrario de lo que muchos puedan pensar nuestra llegada a Belfast ha reunido, hasta el momento, sensaciones muy placenteras. Me explico, como bien sabes he viajado bastante por el mundo, aunque es mucho también el mundo que me queda aún por conocer. Sin embargo, no había experimentado nunca esta hospitalidad y este calor hacia el extranjero en ningún otro lugar del mundo (solo Nueva York es comparable, aunque allí claro está nadie es extranjero).
Lo extraño es que esperábamos una ciudad más siniestra, más oscura (hasta el sol brilla con más fuerza) y más vieja. Todo lo contrario. La gente te saluda por la calle. se cuela el sonido de Van Morrison por las ventanas. Todo parece normal y apacible. La verdad que no parece que haya un conflicto entre los Católicos Republicanos y los Protestantes Unionistas. Y sin embargo, lo hay.
Me dice Steve, un taxista protestante (y orangista) del centro que esta ciudad no habrá de conocer la paz jamás. Que “los problemas” (the troubles) como todos los irlandeses los llaman, no acabarán nunca. Los acuerdos de Viernes Santo de 1998 han traído estabilidad a la región pero no la paz. La paz es utópica porque nadie quiere ceder en sus exigencias y las provocaciones están a la orden del día. Los protestantes, sobre todo en esta época estival (desde el 12 de julio), no paran de salir a desfilar (los grupos de la orden de Orange) y los católicos están más susceptibles de lo normal con mucha violencia nocturna. Steve nos ha llevado a todos los santuarios del protestantismo y a los murales venerados por todos los que llevan la mano roja del Ulster grabada a fuego en el corazón. Desde Shankill Road al Muro de la Paz. Por supuesto, nos hemos bajado y hemos escrito nuestro mensaje de buena voluntad deseando esa reconciliación imposible por ahora.
Me llama la atención como hay comunidades católicas que viven puerta con puerta con casas protestantes y viceversa. Y sin embargo, ni se miran. Y cuando lo hacen es para pelearse. Le pregunto a Steve porque solo me muestra el lado de los Lealistas Unionistas y me dice que llegar a Falls Road (arteria principal del unionismo) es peligroso porque el IRA y sus acólitos están atentando a diario. Le digo que desde España creemos que el IRA se ha desarmado y no está activo. Me mira muy seriamente y me señala una torre de edificios que hay frente a nosotros diciendo: “ese edificio está lleno de terroristas armados hasta los dientes. Esta mañana han matado 6 personas, entre ellos 2 bebés”. No le contesto (luego he ido a Internet a consultar si esa información era veraz pero no logré encontrar nada al respecto). Ya no sabes a quién o qué creer.
Más tarde salgo del hotel, cruzo la calle y me encuentro en Sandy Row. Un mural grande me advierte que me interno en territorio británico y que aquella es una población “bajo asedio” que nunca se rendirá (“No surrender”). Lejos de impresionarme me interno por las calles buscando Falls Road y toda la zona católica. Al igual que en la zona protestante los extranjeros son bienvenidos pues, de alguna manera, buscan contarte su versión de la historia. Esta zona es realmente atractiva y quizás más activa, tanto política (hemos estado justo en la puerta de la sede central del Sinn Fein con el mural de Bobby Sands en uno de sus costados) como culturalmente (tienen un centro muy importante). Por supuesto, en esta zona hay murales en cada esquina y cada calle. Y además son más políticos, mientras que los de los protestantes eran más belicosos.
La verdad es que está siendo una experiencia interesante y excitante al mismo tiempo.
Sin más me despido.
JOSEPH SILVERMAN
PD: Te adjunto algunas fotos de murales. Si te interesan algunas más no te preocupes. Los fotografié casi todos.
4 comentarios:
Un post cojonudo y una sugerencia musical realmente estimulante
bueno, pues muchas gracias seas quien seas
Qué difícil es cerrar las heridas del pasado... A menudo, además, pretendemos que la solución real a la convivencia sea más rápida de lo que el propio ser humano estaría dispuesto a aceptar. Educación, tolerancia, respeto a las diferentes opciones religiosas... y muchos años, si llegamos a tiempo para ello. Ojalá una nueva generación de ciudadanos nos demuestren que la teoría es posible... Saludos celtas Mr Silverman.
amén a eso
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