Se podrían haber elegido otras muchas escenas de filme grandioso. La propia película en su conjunto representa una Obra Maestra en la que no hay una sola escena que sobre o que sea trivial o insustancial. Aquí hay al menos cuatro elementos que representan la genialidad del Coppola más lúcido. A saber, el dominio del ritmo cinematográfico y el tiempo real en favor del clímax dramático, un montaje excepcional, el uso de la banda sonora tanto musical como la ambientación para coronar el conjunto y por supuesto, Pacino. Al Pacino alienado de sí mismo como Michael Corleone, lleno de odio embarcado en un punto crucial sin retorno. Tan fácil como matar apretando el gatillo, tan devastador que habrá de marcar la fatalidad del personaje.
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