29 agosto 2006

Crítica de Cine (II): La Pesadilla de Darwin (2005)


IT´S A WILD WORLD!!

Habrá que convenir en una realidad aplastante y trascendente tras el visionado de “La pesadilla de Darwin” de Hubert Sauper: me ha agitado la conciencia y he perdido parte de mi fe en los seres humanos. Así de concluyente. Ahora hablemos de lo trivial, hablemos de cine.
El género documental está en alza. Esto es una obviedad. Pero si la efervescencia de dicho género es la excusa para lanzar películas como ésta, ¡bienvenida y bienhallada! La película muestra la pésima situación económica y social de la región de Mwanza (Tanzania). Como el negocio de la pesca de la llamada Perca del Nilo, en el lago Victoria, está causando un desastre natural de magnitudes aún impredecibles. Este gran pez, introducido artificialmente por el hombre en la 2º mitad del siglo XX, es un depredador que está asolando el ecosistema del lago. El negocio de la pesca está beneficiando a unos pocos y empobreciendo a la mayoría de las localidades que circunda el lago. Se trata del relato inequívoco de un drama con tintes oscuros, tan negros como la piel de los propios tanzanos. Es un cuadro tan horrible, pero tan certero su mensaje, que al verlo nos golpea al corazón y al cerebro dejándonos KO sobre la lona.
El filme, sin embargo, muestra siempre una sobriedad y un ritmo muy contenido. Es importante el hecho de que se trata de una narración absolutamente directa, realizada por los implicados, sin interlocutores. Una coral polifónica que, al modo faulkneriano, reconfigura el rostro de un desastre humano y ecológico. Llama la atención cómo subyace una cierta resignación, una siniestra normalidad, en el relato oral. Es muy duro observar la inconsciencia en el “otro”, tanto en las victimas como en los saqueadores. Palabras cotidianas que, en determinados contextos, pierden todo su sentido.
Hubert Sauper da una lección sobre cómo realizar un documental puro. Realista hasta la extenuación, muy espontáneo en su puesta en escena (cámara en mano con movimientos muy rápidos y aparentemente no planificados), por momentos improvisado, con algún lapsus y muchos excesos. Excesos trágicos en un lugar donde no hay una diferencia sustancial entre vivir y morir. Donde la crudeza tiene el calibre de lo surrealista. Si alguna vez perteneció a este mundo, el lago Victoria y por ende Tanzania, están fuera de él (como otros lugares del globo terráqueo). Abandonados, inexistentes, acabados. Uno no puede evitar preguntarse hasta dónde hemos llegado, cuál es el límite, qué hemos hecho mal, dónde están las organizaciones internacionales, para qué sirven, dónde los gobiernos que se definen democráticos y solidarios, cuánto dura nuestra anestesia, hasta dónde el limite de la pasividad y la impotencia de un hombre hacia otro.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La he visto y es un testimonio brutal. Merece mucho la pena emplear el tiempo en verla

Anónimo dijo...

Me da un poco de miedo verla.