19 septiembre 2006

DESDE EL FONDO DEL AULA, EN EL ÚLTIMO PUPITRE (y II): Los primeros pasos y los primeros tropiezos


Fue un periplo veraniego relajado. No puede ser de otra manera cuándo sabes que empiezas a trabajar en septiembre. Había quedado con la dirección del colegio el día 29 de agosto, Martes, para formalizar nuestra relación laboral para el curso 2006-07. El tiempo, el implacable (como diría Pablo Milanés) pasó y de repente, me encontré con que tenía esa cita pendiente. Evidentemente acudí. Cuál fue mi sorpresa (mayuscula además) cuando ese día la única persona que apareció fui yo. El colegio estaba cerrado a cal y canto. Por el polvo y la suciedad de sus puertas yo diría que no abría desde julio. Aunque levemente sorprendido (todavía) mi obligación era esperar. Y esperé. Y esperé. Y así por tres horas el que esto escribe esperó y al final desesperó y se fue a su casa. Aún hoy, estoy esperando que alguien me pida disculpas por lo ocurrido, igualmente me desesperaré.

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