23 septiembre 2006

DESDE EL FONDO DEL AULA, EN EL ÚLTIMO PUPITRE (y III): De cómo con frecuencia buscando lo mejor encontramos lo peor


Así, después del plantón recibido y ya relatado en la entrega anterior comencé a trabajar. En principio, cuando uno llega a un centro educativo nuevo se pasa las dos primeras semanas, antes de que los niños lleguen, planificando, coordinando y sobre todo conociendo un contexto nuevo que le es ajeno. Yo además de todo eso, tuve que cargar con pizarras, pupitres, sacos llenos de basura, barrer y pintar. Son éstas tareas muy dignas pero que nunca piensas que vas a tener que hacer, sobre todo cuándo se supone que eres "el profesor". Aunque cobres menos que un obrero de la construcción poco cualificado (con mi máximo respeto para éste último) tú eres "el profesor"y tu labor es otra.
A pesar de todo esto, más o menos luchas por adaptarte porque entiendes que merece la pena, porque el trabajo te gusta, te motiva dar clase y esperas (con poco sentido común) que lleguen tiempos mejores.
Sin embargo, un día me notifica uno de mis nuevos compañeros (por decir algo) que las horas complementarias que yo tengo que cumplir, en principio 7 a la semana, no se cobran. Esto significaba trabajar gratis. "¡Dios mío! ¿dónde me he metido?" fue mi pensamiento inmediato. Un rato después haces por entenderlo, luchas por adaptarte, entiendes que el trabajo merece la pena, te motiva dar clase y esperas (con menos sentido común que ayer) que lleguen tiempos mejores.
Poco tiempo después y ya adaptado a una dinámica totalmente absurda de trabajos manuales y reuniones insulsas. Los primeros más propios de talleres artesanales que de centros educativos y las segundas de escaso contenido neuronal e intelectual (el objetivo es que nunca llegues a casa antes de la hora.O mejor, que nunca llegues a casa a tu hora). Como decía,poco tiempo después, la directora del centro me reclamó en su despacho para proponerme dar diez horas más de clase. Concretamente de Inglés en Primaria. En un acto reflejo típico de obrero alienado acepté. Mi segundo reflejo al llegar a casa es ponerme en contacto con un buen amigo Graduado en Relaciones Laborales y con amplia experiencia en estas cuestiones. Le planteo la duda (casi existencial) de cuál es, o cómo debería ser mi relación laboral con el colegio ahora que tengo más horas. La respuesta es la siguiente: "Jose, el centro debe hacerte otro contrato además del que ya tienes, porque ahora tienes más horas pero en un nivel distinto y con una función distinta a la anterior contratación".
Decido esperar algunos días a que la Dirección contacte conmigo para actualizar nuestra relación laboral. No se pueden evitar los acontecimientos cuando éstos te caen encima como una avalancha. No se puede evitar "el salto mortal de vivir" (Fito Páez dixit). Los días pasaron y nadie llamó, la sospecha, en principio rumor, se hace cierta. Esas clases de Inglés, o mucho me equivoco o las voy a cobrar "bajo cuerda" y a un precio muy inferior a lo estipulado.
Me siento humillado, utilizado, agobiado... no se qué puedo hacer. Comienzo a sentirme mal, comienzan los problemas, lo peor aún tenía que llegar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Señor Silverman.Aunque observo que todavía no ha contado toda la historia de lo que le ha estado sucediendo,quiero animarle a que no desespere.Aunque en ese centro se estén portando como unos auténticos mercenarios laborales y tenga que tragar mucha mierda,piense que todo tiene algo positivo.Conocerá gente y hará nuevos contactos, que probablemente le abrirán puertas para futuros destinos en mejores condiciones.No quiero parecer frívolo.Se lo está diciendo alguien que pasó por una situación similar y que vio que de la experiencia en estos submundos siempre se puede sacar algo que te ayude en un futuro.

Running is Life dijo...

Te agradezco mucho tus consejos. Y es cierto, la experiencia es enriquecedora y se aprende mucho.Pero... la historia aún no ha terminado, esta sección tendrá aún más entregas...