04 octubre 2006

Cinema Revival (V): Corredor sin Retorno (1963)



AMÉRICA EN EL DIVÁN

No hay grandes diferencias entre un loco y un hombre mentalmente equilibrado, al menos cuando duermen. Esto asegura un personaje al protagonista de “Corredor sin Retorno” en una larga noche de insomnio. La línea que parece separar la cordura del desequilibrio es tan fina y tenue que pasar al otro lado puede convertirse en un ejercicio cotidiano de nuestros días.
Con este interesante y radical planteamiento, solo al alcance de los grandes narradores, nos inicia Samuel Fuller en un fulgurante viaje a las profundidades insondables de la psique humana. El viaje, haciéndole justicia al título será solo de ida, porque en este “Corredor sin Retorno” no se puede desandar el camino. La puerta se cierra para no abrirse.
La decisión del periodista John Burrett (Peter Breck) de ingresar en una clínica mental para descubrir al asesino de un paciente, le sirve al director estadounidense para mostrarnos un elenco de personajes desequilibrados, un mundo de tinieblas, almas, en fin, que vagan torturadas por el pasillo expresionista que da título al filme. Es la obsesión de un hombre por la verdad en un lugar donde la ética no tiene importancia.
Estructurada en bloques bien diferenciados, que corresponden básicamente a la relación del periodista con cada uno de los tres testigos del asesinato. Tiene un ritmo ágil, apoyado en una estupenda fotografía en blanco y negro (espléndido Stanley Cortez), y unos actores soberbios aunque inquietantes. El filme es una metáfora surrealista, un manicomio como espejo de una sociedad y un país alienado y obsesionado en el cual, solo se atisban destellos de lucidez en medio del caos, escombros humanos que quedan atrás como precio por el éxito logrado. Solo así podremos explicar que un General del ejército Confederado, un negro fanático del Ku-Klux-Klan (¡un hombre negro!), un premio Nóbel de Física con la mentalidad de un niño de seis años, salas de ninfómanas, siniestros enfermeros y médicos chiflados representen el paradigma terrible de los traumas de la superpotencia mundial.
Ideológicamente controvertida en su día (no es difícil situarla en pleno clímax de la Guerra Fría), el revisionismo histórico y los encendidos elogios de cineastas actuales se han encargado de maquillar su exacerbado anticomunismo. Arrebatadoramente fresca, visualmente trasgresora, este tour por los infiernos de la condición humana sigue siendo pieza de culto y representa, hoy como ayer, una muestra del mejor cine norteamericano de todos los tiempos.
FICHA TÉCNICA:

DIRECTOR
Samuel Fuller
GUIÓN
Samuel Fuller
MUSICA
Paul Dunlap
FOTOGRAFÍA
Stanley Cortez & Samuel Fuller
REPARTO
Peter Breck, Constance Towers, Gene Evans, James Best, Hari Rhodes, Larry Tucker, Philip Ahn, William Zuckert




1 comentario:

Anónimo dijo...

Cine del auténtico, con dos buenos cojones... si señor!!!