04 octubre 2006

EDUCACIÓN: Sobre la integración e Inclusión educativa (y II)


Por otro lado, las leyes pertenecen a una esfera determinada de la realidad que debe reflejarse luego en esferas más concretas y tangibles como los centros educativos. En cuanto a todo lo que se refiere a estas realidades más cercanas hay un aspecto vital: la actitud. La actitud positiva y convencida básicamente de toda la comunidad educativa y de la sociedad en general. En muchos casos esta actitud no es todo lo buena que podría esperarse. Las personas con necesidades educativas especiales notan aún una falta de aceptación como miembros completos de la sociedad. Sobre todo los adultos con discapacidades “opinan que las mayores barreras que impiden la integración completa a la sociedad no son los edificios inaccesibles ni las restricciones (…), sino el tratamiento diferente que le otorgan las personas no discapacitadas” (Heward, W. y Orlansky, M., 1992:318). Las percepciones erróneas de que la persona con necesidades está triste, da lástima y es desgraciada impiden su integración para “ser simplemente una persona común” (Heward, W. y Orlansky, M., 1992:321). Por consiguiente, el cambio de actitud mejorará la integración si abandonamos “la concepción medicalista o terapéutica, que ha venido considerando a los deficientes como enfermos a los que debe aplicarse una acción terapéutica para lograr su curación” (Gento, S., 2003:262).
Una de las cuestiones importantes que debe ser resuelta a corto plazo para que este ansiado cambio de actitud tenga un carácter pleno, es la convicción de los profesores en la integración e inclusión educativa. El enfoque positivo que cada docente pueda tener está relacionada con su propia experiencia en el terreno, el apoyo que han tenido, así como de otros aspectos como la falta de preparación, que hace que sean “frecuentemente contrarios a aceptar en sus clases estudiantes con deficiencias” (Vitello, S. J., 1998:32). Esta situación es incomprensible. Y debería cambiar en un plazo no muy largo de tiempo porque, de alguna manera, se avecina una nueva era. Nuestro actual sistema educativo se enfrenta a una realidad inédita y apasionante como es la presencia de numerosos alumnos inmigrantes en nuestras aulas, fruto de los acusados flujos migratorios. El número de alumnos inmigrantes matriculados en la escuela española fue de 170.000 en el curso 2001-2002. Estas cifras se han incrementado notablemente este curso, hasta el punto que muchos centros educativos de capitales de provincia llegan a tener hasta más de un 40% de inmigrantes en su alumnado. Estos alumnos, procedentes de culturas diferentes a las de nuestro país están suscitando nuevos tipos de integración. Se trata de partir “del respeto a todas las culturas, la inmersión en los principios y valores básicos de la sociedad de acogida, en la que pretenden vivir” (Gento, S., 2003:247). Es cierto, que el fenómeno requiere del esfuerzo y la sensibilidad de las instituciones pero los docentes no deberían ser el mayor obstáculo de este proceso. El reto, siendo difícil, es sin duda apasionante. Pero si los propios docentes no lo encaran con la vocación de servicio, responsabilidad e ilusión que se requiere para poder trascender con nuestra labor al ámbito educativo y concienciar en otros ámbitos también importantes, entonces, no sería imposible pensar en un retroceso irreversible en esta materia. Valga como ejemplo, esta reflexión dura y extrema sobre el trato a la diversidad en tiempos difíciles no tan lejanos: “Habrá muchos, individuos o pueblos, que piensen (…) que todo extranjero es un enemigo. (…) esta convicción yace en el fondo de las almas como una infección latente; se manifiesta sólo en actos intermitentes e incoordinados, y no está en el origen de un sistema de pensamiento. Pero cuándo éste llega, cuando el dogma inexpresado se convierte en la premisa mayor de un silogismo, entonces, al final de la cadena está el Lager (campo de concentración*)” (Levi, P., 1998:9)
Está en nuestras manos evitar la exclusión y la marginación de los más necesitados. Se debe asumir que el rol del profesor no es ya el de mero transmisor de conocimientos y tiene que adaptarse irremediablemente a los nuevos tiempos. Según Porras Vallejo (1998) el profesor ideal de una escuela que defiende la integración debe tener las siguientes características:
a) Asumir y defender valores democráticos y de emancipación (equidad, solidaridad).
b) Ser reflexivo pero constante en la acción.
c) Ser un profesional crítico con la realidad que le rodea.
d) Ser un profesional solidario
En conclusión, la construcción de una escuela integradora requiere de iniciativas institucionales y políticas sensibles a las realidades cambiantes del momento. Y además, de actitudes positivas y tolerantes de toda la sociedad en general y de la comunidad educativa en particular. Esta escuela necesita de hombres y mujeres con formación e imaginación en su labor, capaces de usar las herramientas de la ciencia y el arte con vistas a poder gestar un hombre nuevo, más allá de sus dificultades y sus limitaciones, capaz de afrontar la compleja realidad del día a día.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Absolutamente de acuerdo, con esto en la mano otro gallo nos cantaría. No hay manera de enviarselo a la ministra Cabrera?

Diebelz dijo...

Haciendo hincapié sobre todo en el aspecto de la integración de los niños inmigrantes, creo que es necesario recalcar cuál es la verdadera diferencia entre asimilación o integración social. No en balde, debido a su mala interpretación, existen catastróficas políticas educativas en otros países europeos como Francia o Alemania que , como bien hemos apreciado, puede encarrilar en una explosión ( véase la prohibición del habla materno en escuelas públicas, violencia, creación de grupos según procedencia, etc. ). La política de educación de la UE no es tan hetereogénea como nos la pintan y hay cuestiones ( aparte del perfil de docente que bien has apuntado ) que deberían tomarse en cuenta de manera global. No sé, ...al final ,igual, no queda más remedio que ser atrapado por la película de Bertrand Tavernier;"Hoy empieza todo".

Running is Life dijo...

Bien sabes que en cuestiones políticas no he querido profundizar. Y por deformación profesional siempre pienso en clave docente. Ciertamente, el problema es de una complejidad terrible y es dificil de analizar y de aportar soluciones viables. Sin embargo, tengo claro que el camino no es la segregación, el prestigio de lo privado, etc.. Tienes razón, la maravillosa peli de Tavernier podría ser un punto de partida. A veces, solamente necesitamos ganas y motivación para cambiar cosas por muy jodidas que sean las circunstancias. También pienso en una vuelta a los orígenes como referencia valida como por ejemplo en la educación "politécnica" de la antigua RDA en la cual siempre se combinaba un sistema de enseñanza más o menos tradicional con horas lectivas de trabajo de agricultura, cuidado de animales, trabajos manuales, en pequeñas fábricas, etc... lo sencillo nos parece inalcanzable quizás ya esté todo inventado.