REVISANDO UN CLÁSICO
Es una verdad indiscutible que durante la primera mitad del siglo XX el Cómic se hizo grande. La causa es evidente: se desarrolló a la par que la prensa escrita. Se puede afirmar sin rubor, que las tiras de prensa (Comic-strips) fueron un reclamo para los lectores, muchos de ellos inmigrantes que aprendieron el idioma de acogida y pudieron evadirse de los sinsabores cotidianos y vivir "otra vida" gracias a las viñetas. Los grandes rotativos estadounidenses querian ingresar en nómina a los mejores autores y a sus creaciones, conscientes de que ésto aseguraba un aumento considerable del número de ejemplares vendidos.
Milton Caniff (1907-1988) era uno de estos grandes autores y "Terry y los Piratas" una de las obras más grandes jamás realizada en el llamado "Noveno Arte". Con esta obra, Caniff marca un punto de inflexión en su carrera. Es cierto que ya había alcanzado cierta popularidad con series como "Dickie Dare" (1933). Sin embargo, será con "Terry y los Piratas" donde alcanzará las más altas cotas de su arte, su madurez como narrador y dibujante, y por consiguiente, un lugar en el Olimpo sagrado de los que han legado algo grande al mundo.
La mítica serie cuenta las aventuras de Terry Lee y su inseparable amigo Pat Ryan por Oriente. Caniff sienta las bases de lo que se ha dado en llamar "saga-río", es decir, la trama se desarrollará siempre en continuidad y conforme pasan los años, los personajes maduran y envejecen como el propio autor. Esto no significa en modo alguno que la trama sea unilineal. En absoluto, Caniff demuestra desde los primeros momentos que es un excelso narrador, buen conocedor de los folletines victorianos del "Continuará...", y además, un maestro en el arte de poner en liza recursos narrativos y estéticos variados en cada una de sus tiras diarias (casi siempre cuatro viñetas). A saber: acciones simultaneas, dilatación de los tiempos narrativos, manejo de los resortes dramáticos, consolidación de los arquetipos del héroe, del villano y de la dama(muchas veces femme-fatale), dotándolos de una complejidad psicológica inédita hasta aquel momento. Sin olvidar la creación de entrañables personajes de estirpe variada: piratas, militares, comerciantes, reyezuelos, millonarios, etc... Caniff abrirá diferentes arcos argumentales, los abandonará y retomará según el ritmo que le convenga y sin que la intensidad del conjunto decaiga. Su dibujo irá mejorando progresivamente, maestro del blanco y negro, sus juegos de luces y sombras y sus originales encuadres le valieron el sobrenombre del "Rembrandt de los Cómics" . Todo ello aderezado con el exotismo de un contexto desconocido para el gran público, pero que poco a poco iría adquiriendo notoriedad por los caprichos de la Historia. Nos referimos, claro, al ataque japonés a Pearl Harbour en el año 1941.
Justo ahí, Caniff decide comprometerse con la causa de su país y milita activamente a través de su obra. Los personajes, que en un principio eran una suerte de desarraigados nostálgicos de un país que ya se erigía en lider mundial, serán ahora literalmente movilizados y convertidos en soldados entregados a la justicia y la libertad en su lucha contra el totalitarismo japonés. Será ésta una lucha sincera en la que Caniff no utilizará recursos propagandisticos. El enemigo más fiero era la propia guerra.
El éxito de la tira entre las tropas norteamericanas hizo que Caniff creara una serie simultánea de temática militar: "Male Call" (1943-1946). Después de la guerra, las desavenencias de Caniff con el síndicato propietario de los derechos de sus criaturas hacen que decida abandonar la tira después de doce años de éxito. En 1947, iniciará una nueva andadura con "Steve Canyon" (obra digna también de estudio), al que estará ligado hasta su muerte en 1988.
Será necesario finalizar diciendo que "Terry y los Piratas" fueron catalogados como patrimonio nacional de los EEUU. Todos los oríginales están custodiados en la Biblióteca del Congreso. No solo son un patrimonio, digamos, tangible, también son un legado sentimental inigualable. Leerlo, puede hacer feliz a cualquier mortal, así de simple. Nos quedarán las tiras de Caniff para evocar románticamente una época sin par en la Historia de la humanidad. Una de época de héroes con valores y sueños aún por realizar. Queda dicho.
7 comentarios:
Le adoro Sr.Silverman, me ha tocado la fibra con este artículo.
Ya será menos...
Absolutamente de acuerdo, aunque en el de este Cómic hay un cierto tufillo patriotero de barras y estrellas
Pienso que Caniff, junto a Foster y Raymond representan lo máximo de las tiras de prensa. Aunque estoy de acuerdo, si de narración se trata... Caniff es el mejor
Marduk me repatea con su peloteo exagerado, es insoportable. Con respecto al cómic poco puedo opinar ya que no lo he leido. Sin embargo, la estética del dibujo me parece atractiva, aunque la historia creo que puede tener un cierto tufillo yanquiloide
Imposible quitarle el mérito a este estupendo artículo donde se aprecia el conocimiento del comic.
Por la descripción del comic, estoy de acuerdo con los charlantes que le ven un aire patriotero. El Señor Silverman dice que este escritor-dibujante hacía un comic sano de la propaganda en la guerra. Yo ahí discrepo porque si es hoy día, cuando hay una guerra presente, nombres como "UB40" de un grupo musical u otra terminología bélica se prohíbe, dudo que ese hombre no estuviera censurado o redirigido.
Pienso que tenemos que situarnos en el contexto. Después de Pearl Harbour, se crea una movilización total de la sociedad en EEUU. Todos contribuían con algo por lo que creían era una causa justa. Caniff no fue menos. Pienso que su militancia no es folletinesca porque en ningún momento menosprecia o ridiculiza al enemigo japonés.Por poner un ejemplo.
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