Se suele decir que "más vale tarde que nunca". Y puede que sea así. Lo cierto es que pocas veces el reconocimiento a un artista ha sido tan justificado. Nunca tan merecido. Los cinéfilos más apasionados siempre habíamos pensado que era una injusticia que el compositor romano Ennio Morricone (1928-) nunca hubiera recibido el Óscar de la Academia a la mejor Banda Sonora (pese a sus 5 nominaciones). Y por fin va a llegar ese momento.
Creo que el hecho de que el galardón sea honorífico no le resta ningún merito. Además, no es descabellado asegurar que cualquiera de las partíturas que Morricone realizó para reputados cineastas (la lista es inmensa) merecería la tan ansiada estatuilla. Primeramente, porque su filmografía es extensa. Tal vez estudiarla y reconocerla pueda llevar más de una vida (más de 500 composiciones jalonan una trayectoria de pura gloria). En segundo lugar, este compositor innovó en el panorama de la música sinfónica al introducir el concepto de la temporalidad. Esto es, el de retrotraer al espectador justo a la época de la humanidad que se estaba visionando. Esto se conseguía mediante la introducción de sonidos nuevos como silbidos, golpes, gritos, instrumentos rudimentarios y un largo etcétera de inventiva y creatividad musical. Creó un lenguaje. Por estas cuestiones fue incomprendido en su día, aunque el público le amó desde el principio.
No podemos olvidar tampoco que junto al increible Sergio Leone reinventó el western. Los Spaguetti-western como "El bueno, el feo y el malo" (1966) o "Hasta que llegó su hora" (1968) del genial Leone no serían lo mismo sin él. También tiene en su filmografía auténticas obras maestras del septimo arte que tal vez, sin su música, no lo serían. Véanse filmes como "La batalla de Argel" (1965) de Gillo Pontecorvo, "Sacco y Vanzetti " (1971) de Giuliano Montaldo, "Saló o los 120 días de Sodoma"(1975) de Pier Paolo Pasolini, "Novecento" (1976) de Bernardo Bertolucci, "Días del cielo" (1978) de Terrence Mallick o "Erase una vez en América" del eterno Sergio Leone por poner unos pocos ejemplos y no nombrar otras grandes obras. Fue compositor-fetiche del amado Sergio Leone y lo es actualmente de Giuseppe Tornatore, dos grandes del cinema italiano del último siglo (éste último aún en activo). Su temática musical es tan variada que fascina. Morricone bascula desde los temas melodiosos, esos que supuran un lirismo y una nostalgia sin igual pegándose a tu piel de por vida ("Cinema Paradiso" de Tornatore sería un buen ejemplo),hasta las tonadillas pegadizas de corte lúdico que salpican buena parte de su filmografía, sobre todo aquellas menos conocidas con filmes de serie B de muy baja estofa económica y de medios, pero muy altas en ideas y contenidos (se me ocurren filmes de cineastas desconocidos como Tonino Valeri o Sergio Corbucci).
Por tanto, debemos estar felices y congratularnos de que este artista reciba la estatuilla y el aplauso de los académicos norteamericanos (algo lentos en reconocer lo bueno). Es una alegría que no hayan esperado a que deje este mundo para homenajearlo como merece. Las coronas y agasajos son más agradables en vida, lo demás es todo silencio. Congratulazioni! Maestro.
5 comentarios:
Qué grande Morricone, y qué grandes verdades dice Silverman
Memorable...
ya era hora que los yanquis hicieran algo decente
"Cinema Paradiso" y todo el spaghetti son lo más de lo más
Apoyo a Larry, especialmente en Cinema Paradiso. Sin la música de Morricone no lloraría tanto al final de esa película como lo hago cada vez que la reviso. Es más, a lo mejor no derramaría ni una sola lágrima. Creo que el mérito de mi llantina en el final de la película se lo debo a la partirura de Ennio.
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