VIDA DE DOS HERMANOS
Basada en un novelón antológico de Irwin Shaw, “Hombre rico, hombre pobre” (1976)representó un momento de ruptura en la historia de la televisión. Se trataba de un serial dramático cuya sustancia intelectual comenzaba a ser algo más que significativa. Por primera vez se hacía un retrato en la pantalla de unos personajes más o menos complejos, con pasado y con conflictos. El público y la crítica lo agradecieron desde el primer episodio.
La historia de los dos hermanos Jordache: Rudy (Peter Strauss) y Tom (Nick Nolte), hijos de un emigrante alemán excombatiente en la “Gran Guerra” de origen humilde, es mucho más que la narración maniquea del buen hijo y el mal hijo. Va más allá de la alegoría bíblica de Caín y Abel. Probablemente porque la vida sea más compleja y apasionante cuando se la salpica de matices y ambigüedades.
La historia de los dos hermanos Jordache: Rudy (Peter Strauss) y Tom (Nick Nolte), hijos de un emigrante alemán excombatiente en la “Gran Guerra” de origen humilde, es mucho más que la narración maniquea del buen hijo y el mal hijo. Va más allá de la alegoría bíblica de Caín y Abel. Probablemente porque la vida sea más compleja y apasionante cuando se la salpica de matices y ambigüedades.
La serie representa en el tiempo más de veinte años de la vida de los hermanos Jordache. Veinte años de Historia de Los Estados Unidos. Desde el Día de la Victoria, pasando por el desarrollo económico inusitado que convertiría al país en la superpotencia que conocemos hoy, los derechos civiles, las minorías, el anticomunismo, la Revolución Cultural, las Guerras de Corea y Vietnam. El contexto es más que un simple trasfondo: condiciona la vida de los personajes aunque son los mecanismos dramáticos y afectivos los que imperan y actúan como fuerza motriz.
Desde el punto de vista estético, esta serie exalta como ninguna otra toda una simbología cultural gloriosa ya conocida con creces gracias al cine clásico (el jazz, el entorno pugilístico, los campus universitarios, la gran ciudad). Por tanto, opta por un código conocido y accesible para que el espectador se deleite con ella (contribuye con acierto la inmortal partitura de Alex North). En cuanto a los temas, “Hombre rico, hombre pobre” opta por las inquietudes humanas de la mejor literatura de ayer y hoy y sobre todo, del arte de siempre. A lo largo de sus doce episodios (hay que recordar que se rodó una segunda temporada absolutamente innecesaria que noalcanzó el éxito de la primera) se muestra una acertada metáfora del destino del individuo, de la desmitificación de hombres hechos a sí mismos (selfmade men) con pies de barro. Se habla de la fortuna y el sufrimiento, de los errores del pasado y la redención del individuo, del éxito como castigo más que como remedio tal es la justa medida que las cosas deben tener, del desengaño de aquellas metas vitales de juventud. En definitiva, de los sueños y las ilusiones rotas que quedaron atrás y que solamente el amor podrá reparar. Porque pese a las diferencias, “Hombre rico, hombre pobre” nos enseña la fuerza terrible del parentesco, del vínculo sanguíneo indestructible, del reflejo cristalino del hermano reencontrado. Un hermano que es hermano para siempre, tal es la grandeza del teatro de la existencia humana.
Desde el punto de vista estético, esta serie exalta como ninguna otra toda una simbología cultural gloriosa ya conocida con creces gracias al cine clásico (el jazz, el entorno pugilístico, los campus universitarios, la gran ciudad). Por tanto, opta por un código conocido y accesible para que el espectador se deleite con ella (contribuye con acierto la inmortal partitura de Alex North). En cuanto a los temas, “Hombre rico, hombre pobre” opta por las inquietudes humanas de la mejor literatura de ayer y hoy y sobre todo, del arte de siempre. A lo largo de sus doce episodios (hay que recordar que se rodó una segunda temporada absolutamente innecesaria que noalcanzó el éxito de la primera) se muestra una acertada metáfora del destino del individuo, de la desmitificación de hombres hechos a sí mismos (selfmade men) con pies de barro. Se habla de la fortuna y el sufrimiento, de los errores del pasado y la redención del individuo, del éxito como castigo más que como remedio tal es la justa medida que las cosas deben tener, del desengaño de aquellas metas vitales de juventud. En definitiva, de los sueños y las ilusiones rotas que quedaron atrás y que solamente el amor podrá reparar. Porque pese a las diferencias, “Hombre rico, hombre pobre” nos enseña la fuerza terrible del parentesco, del vínculo sanguíneo indestructible, del reflejo cristalino del hermano reencontrado. Un hermano que es hermano para siempre, tal es la grandeza del teatro de la existencia humana.
FICHA TÉCNICA:
Título Original:
Rich Man, Poor Man (TV Series)
Año:
1976
Duración:
720 min.
Director:
David Green, Boris Sagal, Bill Bixby
Guión:
Dean Riesner (Novela: Irwin Shaw)
Música:
Alex North
Fotografía:
Howard Schwartz
Reparto:
Peter Strauss, Nick Nolte, Susan Blakely, Edward Asner, Gloria Grahame, Dorothy McGuire, Dick Butkus, Mike Evans, Robert Reed, Dennis Dugan, Fionnula Flanagan, Leigh McCloskey
3 comentarios:
Magnifica!!!
He quedado muy sorprendido con su reflexión sobre esta serie,ya que la tenía casi olvidada.Es verdad que hay series que han marcado una época.Unas podríamos clasificarlas de excelentes y otras de verdaderos bodrios.Le animo a reflexionar sobre algunas,aunque puede que no coincidamos en nuestra opiniones.Permítame recordarle algunas: Holocausto, Canción Triste de Hill Street, Murder One o Picket Fences(serie muy, muy original y que rompió muchos moldes a principios de los noventa,aunque hoy en día pasaría desapercibida.Si más que decir me despido y seguiré pendiente de sus comentarios.
Me alegro que le haya gustado el comentario. Y ciertamente, las series que menciona son susceptibles de comentario en este foro, sobre todo Holocausto y los primeros episodios de Canción triste... (memorables). Poco a poco iremos haciendo camino...FELIZ FIN DE AÑO!!!
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