CRISTO EN LOS ANDES
“Madeinusa” (2005) es un filme virtuoso y atrevido. Su directora Claudia Llosa nos propone un viaje a través de una comunidad indígena peruana durante su partícular Semana Santa mezcla de Cristianismo e Indigenismo . Asistimos a un “casi” documental que muestra con verismo todo un catálogo de fe, tradiciones y costumbres en el lugar que pocas cosas acompañan y dan consuelo al hombre excepto Dios.
Si “Madeinusa” fuera un documental le faltaría algo más profundidad en ese tiempo de pascua andina y pobre, de festejo de la carne en aquel “Tiempo Santo” en el que el pecado no es pecado y el ser humano no teme transgredir ni abandonarse a los placeres mundanos porque en definitiva, Dios ha muerto. En cambio, si “Madeinusa” fuera cine convencional de ficción tendría que estructurar unos personajes enigmáticos, ciertamente conflictivos que no acaban de calar ni intelectual ni emocionalmente pese a sus indudables méritos interpretativos (destacar a Magaly Solier, cuyo rostro habrá aún de deleitarnos en el futuro). ¿Guión irregular?, es posible. Irregular pero que dibuja (no sabemos si intencionadamente) una suerte de metáfora bíblica muy sui generis. A saber, la llegada del forastero en plena Pascua. O Jesucristo entrando en la Jerusalén peruano-andina a medio camino entre la fascinación que despiertan los hombres de mundo y el miedo que produce la belleza de las palabras nuevas y el seductor susurro del mensaje en medio de la tierra de nadie.
Tremenda metáfora entre la devoción, la procesión y el fetichismo. ¿Reconoceríamos al Mesías en medio del barroquismo?. Dudoso e improbable saludar a aquel aparecido de la nada que con fervor amamos y al que con odio nuevo no dudaremos en matar.
En conclusión, cine de innegables virtudes e intrínsecos valores pues nos sitúa en la vertiente de un mundo nuevo y alejado. Mundo que nos atrae pues contrasta con el nuestro en lo bueno y en lo malo. Paraíso terrenal en medio del vacío, realismo mágico en medio de la globalización neoliberal, sueños y anhelos de una vida mejor en la Babilonia de las revistas de papel cuché. Inquietudes que no reivindican nada, solamente las ganas de Dios y el viaje a la ciudad soñada. Tierra Prometida que mató a Dios en el “Tiempo Santo” e infierno de lugares de transito y almas vagabundas. ¿Devociones modernas, hipocresía o fe de quita y pon?. Poco importa el contexto y el momento, siempre ha sido más ventajoso "aparentar" que "ser". En eso Claudia Llosa y su filme dan en el clavo.
“Madeinusa” (2005) es un filme virtuoso y atrevido. Su directora Claudia Llosa nos propone un viaje a través de una comunidad indígena peruana durante su partícular Semana Santa mezcla de Cristianismo e Indigenismo . Asistimos a un “casi” documental que muestra con verismo todo un catálogo de fe, tradiciones y costumbres en el lugar que pocas cosas acompañan y dan consuelo al hombre excepto Dios.
Si “Madeinusa” fuera un documental le faltaría algo más profundidad en ese tiempo de pascua andina y pobre, de festejo de la carne en aquel “Tiempo Santo” en el que el pecado no es pecado y el ser humano no teme transgredir ni abandonarse a los placeres mundanos porque en definitiva, Dios ha muerto. En cambio, si “Madeinusa” fuera cine convencional de ficción tendría que estructurar unos personajes enigmáticos, ciertamente conflictivos que no acaban de calar ni intelectual ni emocionalmente pese a sus indudables méritos interpretativos (destacar a Magaly Solier, cuyo rostro habrá aún de deleitarnos en el futuro). ¿Guión irregular?, es posible. Irregular pero que dibuja (no sabemos si intencionadamente) una suerte de metáfora bíblica muy sui generis. A saber, la llegada del forastero en plena Pascua. O Jesucristo entrando en la Jerusalén peruano-andina a medio camino entre la fascinación que despiertan los hombres de mundo y el miedo que produce la belleza de las palabras nuevas y el seductor susurro del mensaje en medio de la tierra de nadie.
Tremenda metáfora entre la devoción, la procesión y el fetichismo. ¿Reconoceríamos al Mesías en medio del barroquismo?. Dudoso e improbable saludar a aquel aparecido de la nada que con fervor amamos y al que con odio nuevo no dudaremos en matar.
En conclusión, cine de innegables virtudes e intrínsecos valores pues nos sitúa en la vertiente de un mundo nuevo y alejado. Mundo que nos atrae pues contrasta con el nuestro en lo bueno y en lo malo. Paraíso terrenal en medio del vacío, realismo mágico en medio de la globalización neoliberal, sueños y anhelos de una vida mejor en la Babilonia de las revistas de papel cuché. Inquietudes que no reivindican nada, solamente las ganas de Dios y el viaje a la ciudad soñada. Tierra Prometida que mató a Dios en el “Tiempo Santo” e infierno de lugares de transito y almas vagabundas. ¿Devociones modernas, hipocresía o fe de quita y pon?. Poco importa el contexto y el momento, siempre ha sido más ventajoso "aparentar" que "ser". En eso Claudia Llosa y su filme dan en el clavo.
FICHA TÉCNICA:
Dirección y guión: Claudia Llosa.Países: Perú y España.Año: 2005.Duración: 100 min.Género: Drama.Interpretación: Magaly Solier (Madeinusa), Carlos de la Torre (Salvador), Juan Ubaldo Huamán (Don Cayo), Yiliana Chong (Chale), Melvin Quijada (Mauro).Producción: José María Morales, Antonio Chavarrías y Claudia Llosa.Música: Selma Mutal.Fotografía: Raúl Pérez Ureta.Montaje: Ernest Blasi.Dirección artística: Eduardo Camino.Vestuario: Leslie Hinojosa Cortijo.
3 comentarios:
a "emular" pues
pues si y urgentemente
emocionante...
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