25 agosto 2007

GDYNIA: Junto a Joseph Conrad en el Báltico




Nos encaminamos al norte de Polonia hacia la costa del Mar Báltico. Casi 400 kilómetros hacia Gdynia. Previamente hicimos una parada tremendamente enriquecedora: la ciudad de Marlbork y su castillo de los caballeros de la Orden Teutónica.
Dicho castillo se erige majestuoso junto al río Vístula y es el perenne exponente de una época de riqueza y abundancia para aquellos territorios debido al comercio marítimo (a algunos les sonará la Liga Hanseática, las ferias y mercados medievales, etc.) pero también de enfrentamientos y cruzadas religiosas. No en vano hacer la guerra era una forma de vida propia de los grandes hombres en aquellos días.
Fortaleza sin igual, patrimonio de la humanidad, prodigio de ladrillos rojos que fue explorado a conciencia y caminado con asombro de una punta a la otra.
Seguimos después hacia Gdynia por el voivodato polaco de Pomerania. Ciudad costera que en esta época estival recibe mucho turismo, tanto de los propios polacos como de extranjeros, sobre todo alemanes y rusos (no estamos tan lejos de Kaliningrado). Famosa también por su festival de cine en el que la cinematografía polaca, la más prolífica y genial de esta zona del globo (quien esto escribe se inmortalizó ante una escultura que trataba de emular celuloide en el que se encontraban los ganadores del festival) con cineastas tan grandes como Andrzej Wajda, Jerzy Skolimovski o Julius Machulski.
Puerto excepcional de actividad frenética en el que se encuentran atracados dos buques-museo de la armada polaca. Pegado al puerto y siguiendo por el paseo llegaremos a una enorme explanada en la que reposan cientos de cisnes en un espectáculo delicioso. En el centro de la explanada, una especie de parque coronado con un monolito gigantesco que refleja la efigie incomparable del genial escritor Joseph Conrad. Para los no iniciados, habrá que decir que Joseph Conrad nació en Polonia (la actual Berdichev ucraniana) a pesar de que el destino le deparó convertirse en uno de los mejores novelistas en lengua inglesa de finales del siglo XIX y principios del XX. Inmortal por siempre, Conrad alabó en sus letras las excelencias y la crudeza de la vida marina, el sentido del honor y la relación que el ser humano tiene con el mal. “Nostromo”(1904), “Lord Jim” (1900) y sobre todo “El corazón de las tinieblas” (1902) son tres ejemplos de obligada lectura.
Abandonamos a Conrad y continuamos por el paseo que te lleva directamente a un pequeño puerto deportivo, éste a su vez tiene un estrecho pasadizo que te lleva a una playa preciosa. Soberbia lengua de arena que transcurre imperturbable durante varios kilómetros hasta unirse con la ciudad de Gdansk.
La tarde nos abandona con suavidad y lentitud, la temperatura es agradable teniendo en cuenta que nos encontramos en la Europa más septentrional, y así, el mar nos invita a sumergirnos en él con pleitesía. Así lo hacemos. Y habrá que convenir en que el placer de aquel baño habrá de perdurar durante largo tiempo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

estaba fría el agua???