
PESADILLAS AFRICANAS DE KAFKA
En “La metamorfosis” (1915), el escritor checo Franz Kafka alcanzaba casi sin querer, y en contra de muchos expertos que siempre la han situado como dentro del género fantástico o de lo extraordinario, la cumbre del realismo literario. ¿Cómo era posible que aquella novelita que contaba los sufrimientos del funcionario Gregor Samsa transformándose en una especie de asquerosa cucaracha se erigiera en metáfora de las duras realidades existenciales y espirituales de la Europa que iniciaba el siglo XX?
Como los clásicos no pasan nunca de moda y su mensaje está siempre en vigor y dispuesto a renovarse aún con más fuerza, “Distrito 9” (2009) de Neil Blomkamp explora y revisa aquellas viejas metáforas kafkianas para salpicar esplendorosamente (todo sea dicho con justicia) una suerte de collage a medio camino entre “La mosca” (1986) de David Cronenberg y la Shoah, entre el folletín de ciencia-ficción y el hiperrealismo de las noticias. Una delicia bien hilvanada de principio a fin que no puede dejar indiferente a nadie y sí debe suscitar a lo largo de su metraje situaciones y materia para la reflexión y el debate sobre la injusticia y el valor de la diferencia en el siglo XXI.
¿O es que la concentración de alienígenas en un guetto sudafricano no nos remite a viejas heridas de racismo y antisemitismo entre los propios seres humanos? ¿Qué no seríamos capaces de hacer a seres que nos superan tecnológicamente pero que se encuentran indefensos y buscando nuestra ayuda? La realidad de nuestra historia y el testimonio de las artes son testigos de esas atrocidades.
Cinematográficamente, en “Distrito 9” se dan la mano varias formas del cine moderno. A saber, la capacidad de aportar mucha información de manera concisa, situarnos en una ficción íntimamente ligada a nuestras realidades y la incapacidad de contar un relato al modo clásico con un principio y un final. Desde el punto de vista estético asistimos también a una combinación excelente, gracias al soberbio montaje, de imágenes recogidas no solo por la cámara sino por todos aquellos dispositivos que rodean nuestra vida diaria: cámaras de vigilancia, circuito cerrado, teléfonos móviles, webcams, etc. Así, Neil Blomkamp diseña en esta película una especie de monstruo de Frankestein, un puzzle que surge de despojos de nuestra memoria cinéfila y literaria. Los guiños son constantes e innumerables. Pero la naturaleza de sus imágenes, aunque bastardas, si tienen ese tono de denuncia (aunque sea en formato de filme grandilocuente) que uno echa de menos siempre en el cine más comercial y masivo.
En conclusión y para que quede bien claro, a buen seguro Franz Kafka no llegó a estar jamás en un guetto de Johannesburgo pero ni falta que le hacía. Él ya había experimentado el horror y había preconizado el futuro del mundo desde la crudeza de sus libros. Tal vez tuvo pesadillas africanas que no supo descifrar y que ahora, casi un siglo después, el cine se encarga de explicar aunque sea entreteniendo al mismo tiempo. En el fondo y aunque suene dramático, “Distrito 9” no es más un grito de ayuda, un SOS gigante sobre lo que se nos viene encima (tal vez no a nosotros pero sí a nuestros hijos o a nuestros nietos) si no cambiamos este mundo ya. ¿O no es el distrito 9 del filme la metáfora horrible de un continente esquilmado que se desangra sin agua ni recursos? La indiferencia ante estas cosas, decía Primo Levi, es el camino más corto hacia Auschwitz.
En “La metamorfosis” (1915), el escritor checo Franz Kafka alcanzaba casi sin querer, y en contra de muchos expertos que siempre la han situado como dentro del género fantástico o de lo extraordinario, la cumbre del realismo literario. ¿Cómo era posible que aquella novelita que contaba los sufrimientos del funcionario Gregor Samsa transformándose en una especie de asquerosa cucaracha se erigiera en metáfora de las duras realidades existenciales y espirituales de la Europa que iniciaba el siglo XX?
Como los clásicos no pasan nunca de moda y su mensaje está siempre en vigor y dispuesto a renovarse aún con más fuerza, “Distrito 9” (2009) de Neil Blomkamp explora y revisa aquellas viejas metáforas kafkianas para salpicar esplendorosamente (todo sea dicho con justicia) una suerte de collage a medio camino entre “La mosca” (1986) de David Cronenberg y la Shoah, entre el folletín de ciencia-ficción y el hiperrealismo de las noticias. Una delicia bien hilvanada de principio a fin que no puede dejar indiferente a nadie y sí debe suscitar a lo largo de su metraje situaciones y materia para la reflexión y el debate sobre la injusticia y el valor de la diferencia en el siglo XXI.
¿O es que la concentración de alienígenas en un guetto sudafricano no nos remite a viejas heridas de racismo y antisemitismo entre los propios seres humanos? ¿Qué no seríamos capaces de hacer a seres que nos superan tecnológicamente pero que se encuentran indefensos y buscando nuestra ayuda? La realidad de nuestra historia y el testimonio de las artes son testigos de esas atrocidades.
Cinematográficamente, en “Distrito 9” se dan la mano varias formas del cine moderno. A saber, la capacidad de aportar mucha información de manera concisa, situarnos en una ficción íntimamente ligada a nuestras realidades y la incapacidad de contar un relato al modo clásico con un principio y un final. Desde el punto de vista estético asistimos también a una combinación excelente, gracias al soberbio montaje, de imágenes recogidas no solo por la cámara sino por todos aquellos dispositivos que rodean nuestra vida diaria: cámaras de vigilancia, circuito cerrado, teléfonos móviles, webcams, etc. Así, Neil Blomkamp diseña en esta película una especie de monstruo de Frankestein, un puzzle que surge de despojos de nuestra memoria cinéfila y literaria. Los guiños son constantes e innumerables. Pero la naturaleza de sus imágenes, aunque bastardas, si tienen ese tono de denuncia (aunque sea en formato de filme grandilocuente) que uno echa de menos siempre en el cine más comercial y masivo.
En conclusión y para que quede bien claro, a buen seguro Franz Kafka no llegó a estar jamás en un guetto de Johannesburgo pero ni falta que le hacía. Él ya había experimentado el horror y había preconizado el futuro del mundo desde la crudeza de sus libros. Tal vez tuvo pesadillas africanas que no supo descifrar y que ahora, casi un siglo después, el cine se encarga de explicar aunque sea entreteniendo al mismo tiempo. En el fondo y aunque suene dramático, “Distrito 9” no es más un grito de ayuda, un SOS gigante sobre lo que se nos viene encima (tal vez no a nosotros pero sí a nuestros hijos o a nuestros nietos) si no cambiamos este mundo ya. ¿O no es el distrito 9 del filme la metáfora horrible de un continente esquilmado que se desangra sin agua ni recursos? La indiferencia ante estas cosas, decía Primo Levi, es el camino más corto hacia Auschwitz.
FICHA TÉCNICA:
Dirección: Neill Blomkamp.Países: USA y Nueva Zelanda.Año: 2009.Duración: 114 min.Género: Drama, ciencia-ficción, acción.Interpretación: Sharlto Copley (Wikus van der Merwe), David James (Koobus), Jason Cope (Christopher Johnson), Mandla Gaduka (Fundiswa Mhlanga), Vanessa Haywood (Tania), Kenneth Nkosi (Thomas), William Allen Young (Dirk Michaels).Guión: Neill Blomkamp y Terri Tatchell.Producción: Carolynne Cunningham y Peter Jackson.Música: Clinton Shorter.Fotografía: Trent Opaloch.Montaje: Julian Clarke.Diseño de producción: Philip Ivey
1 comentario:
un peliculón de los mejores que se han visto en los últimos tiempos
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