REALIDADES QUE DUELEN
Tal vez las imágenes no puedan cambiar el mundo aunque la esperanza no debemos perderla. Tal vez las devastadoras realidades que asolan nuestro tiempo parecen ficciones delirantes al calor del cinematógrafo y la intensidad dramática de los informativos. Y sin embargo, cuando vemos filmes como “El polaquito” (2003) de Juan Carlos Desanzo ambas cosas se nos presentan poco menos que imposibles.
Filme multipremiado por sus síntomas acuciantes de veracidad y esteticismo galopante de la miseria callejera y la alienación. Cuenta la desgarrada historia de amor de unos “niños de la calle” en el Buenos Aires de las desigualdades sangrantes, el mismo del "corralito" y las "caceroladas". Aquel que permite hambrunas y proxenetismo infantiles en el país que fue el granero del mundo.
Desanzo hace un sentido homenaje a los subalternos de la sociedad, les da voz y reivindica el cambio radical de la sociedad y del mundo a partir de un guión sólido, perfectamente estructurado en una serie de encuentros y desencuentros cuyo común denominador es la desesperanza y el dolor profundo del alma. Además, la cámara de Desanzo explora en el interior de unos soberbios actores no profesionales que están a la altura de este descenso a los infiernos.
“El polaquito” es un filme inolvidable no solo porque es un cine que optimiza al máximo sus escasos recursos (basta decir que todas las localizaciones son reales y que las escenas en lugares públicos se rodaban espontáneamente) sino porque subyace en ella un heroísmo de aliento trágico. Me explico, el ritmo melancólico del tango (resuena el maestro Roberto Goyeneche) y esa emoción juvenil van envolviendo una realidad que duele y que fascina por igual. “El polaquito” nada debe envidiar a otros célebres títulos del cine militante o social. O lo que es lo mismo, Juan Carlos Desanzo pertenece ya a la estirpe rabiosa de los cineastas comprometidos de la modernidad como Víctor Gaviria, Ken Loach o Mike Leigh . Me parece mucho. Me parece fundamental.
Filme multipremiado por sus síntomas acuciantes de veracidad y esteticismo galopante de la miseria callejera y la alienación. Cuenta la desgarrada historia de amor de unos “niños de la calle” en el Buenos Aires de las desigualdades sangrantes, el mismo del "corralito" y las "caceroladas". Aquel que permite hambrunas y proxenetismo infantiles en el país que fue el granero del mundo.
Desanzo hace un sentido homenaje a los subalternos de la sociedad, les da voz y reivindica el cambio radical de la sociedad y del mundo a partir de un guión sólido, perfectamente estructurado en una serie de encuentros y desencuentros cuyo común denominador es la desesperanza y el dolor profundo del alma. Además, la cámara de Desanzo explora en el interior de unos soberbios actores no profesionales que están a la altura de este descenso a los infiernos.
“El polaquito” es un filme inolvidable no solo porque es un cine que optimiza al máximo sus escasos recursos (basta decir que todas las localizaciones son reales y que las escenas en lugares públicos se rodaban espontáneamente) sino porque subyace en ella un heroísmo de aliento trágico. Me explico, el ritmo melancólico del tango (resuena el maestro Roberto Goyeneche) y esa emoción juvenil van envolviendo una realidad que duele y que fascina por igual. “El polaquito” nada debe envidiar a otros célebres títulos del cine militante o social. O lo que es lo mismo, Juan Carlos Desanzo pertenece ya a la estirpe rabiosa de los cineastas comprometidos de la modernidad como Víctor Gaviria, Ken Loach o Mike Leigh . Me parece mucho. Me parece fundamental.
FICHA TÉCNICA:
Dirección: Juan Carlos Desanzo.Países: Argentina y España.Año: 2003.Duración: 93 min.Género: Drama.Interpretación: Abel Ayala (El Polaquito), Marina Glezer (Pelu), Fernando Roa (Vieja), Roly Serrano (Rengo), Laura Spinola (Chela), Lucas Lasarich (Rata), Fabián Arenillas (Sargento).Guión: Juan Carlos Desanzo y Ángelo Osvaldo Espinosa.Producción: José María Calleja y Juan Carlos Desanzo.Música: Martín Bianchedi.Fotografía: Carlos Torlaschi.Montaje: Sergio Zóttola.Dirección artística: Mariela Ripodas.Vestuario: Pheonia Veloz.
3 comentarios:
un peliculón de cuidado. muy peroque muy recomendable. fuerte muy fuerte
totalmente de acuerdo.una delicia, una maravilla,y Marina Glezer (la prostituta) se sale en su papel
demasiado triste creo, no se si podría verla otra vez...
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