PLANO-SECUENCIA DE UN ABORTO
En multitud de ocasiones el cine intentó recrear el trauma humano. Muchas de ellas lo llegaron a conseguir. A través de temas siempre controvertidos, crudos o incómodos. Pero algo es seguro, muy pocas veces hemos asistido a la devastadora experiencia que Cristian Mungiu nos muestra en esta última gran Obra Maestra del cine europeo: “4 meses, 3 semanas y 2 días” (2008).
Paradigma de la austeridad cinematográfica y la optimización de sus escasos recursos, Mungiu filma una arriesgadísima película sobre la dramática vivencia de dos jóvenes estudiantes rumanas, Otilia y Gabita, en el proceso clandestino y las andanzas variadas para que esta última aborte en el Bucarest del comunismo lánguido (aunque duro y totalitario) de 1987.
En primer lugar cabría hablar de un filme realista hasta la extenuación, por momentos desagradable y con muy pocas concesiones a la dramaturgia o al barroquismo. Es un filme terriblemente serio, bien construido y planificado en larguísimos planos-secuencia en el que la cámara bascula entre el distanciamiento y el acompañamiento a la protagonista en todo momento (menos en el más brutal de ellos, en que la cámara por pudor la abandona). Y por otro lado, en la combinación entre el movimiento y la quietud de una cámara testigo de la absoluto de la verdad que acontece. Hay también un oportuno análisis del tiempo real y el tiempo cinematográfico. La historia transcurre en muy pocas horas con una encomiable economía narrativa y con una intensidad inigualable.
En segundo lugar y aunque suene a paradoja cabe hablar de metáfora. Hablábamos de realismo. Y es cierto. Pero el nivel de su crudeza es tan auténtico que se alcanzan niveles de abstracción que acaban por ir forjando la metáfora adecuada. Esto es que el aborto, más allá de sus fundamentos legales o morales (la película de Mungiu no entra a juzgar a sus personajes ni la situación que viven) encarna la decadencia total de un país que se muere y de un periodo de la Historia infame que merece ser conocido. Cuando Otilia (maravillosa Anamaria Marinca) huye despavorida por las calles de Bucarest en el que no hay libertad de acción ni de movimiento, deambulando entre los miserables bloques socialistas, se refleja la oscuridad y la desesperación de toda una nación que no conoció sino el más crudo invierno (al menos en el alma sufriente de cada uno de sus habitantes).
Por último cabría hablar de un cine atemporal que el futuro habrá de convertir en indiscutible clásico o incluso de título capital por sus valores históricos, humanísticos y pedagógicos (ya ha ganado la flamante Palma de Oro del Festival de Cannes). De un cine que habla de cuestiones esenciales y polémicas sin tapujos ni complejos. Un cine que retrata la vida tal y como es en toda su esencia y conjunto huyendo del sentimentalismo inútil y abrazando la verdad con todas sus consecuencias.
Paradigma de la austeridad cinematográfica y la optimización de sus escasos recursos, Mungiu filma una arriesgadísima película sobre la dramática vivencia de dos jóvenes estudiantes rumanas, Otilia y Gabita, en el proceso clandestino y las andanzas variadas para que esta última aborte en el Bucarest del comunismo lánguido (aunque duro y totalitario) de 1987.
En primer lugar cabría hablar de un filme realista hasta la extenuación, por momentos desagradable y con muy pocas concesiones a la dramaturgia o al barroquismo. Es un filme terriblemente serio, bien construido y planificado en larguísimos planos-secuencia en el que la cámara bascula entre el distanciamiento y el acompañamiento a la protagonista en todo momento (menos en el más brutal de ellos, en que la cámara por pudor la abandona). Y por otro lado, en la combinación entre el movimiento y la quietud de una cámara testigo de la absoluto de la verdad que acontece. Hay también un oportuno análisis del tiempo real y el tiempo cinematográfico. La historia transcurre en muy pocas horas con una encomiable economía narrativa y con una intensidad inigualable.
En segundo lugar y aunque suene a paradoja cabe hablar de metáfora. Hablábamos de realismo. Y es cierto. Pero el nivel de su crudeza es tan auténtico que se alcanzan niveles de abstracción que acaban por ir forjando la metáfora adecuada. Esto es que el aborto, más allá de sus fundamentos legales o morales (la película de Mungiu no entra a juzgar a sus personajes ni la situación que viven) encarna la decadencia total de un país que se muere y de un periodo de la Historia infame que merece ser conocido. Cuando Otilia (maravillosa Anamaria Marinca) huye despavorida por las calles de Bucarest en el que no hay libertad de acción ni de movimiento, deambulando entre los miserables bloques socialistas, se refleja la oscuridad y la desesperación de toda una nación que no conoció sino el más crudo invierno (al menos en el alma sufriente de cada uno de sus habitantes).
Por último cabría hablar de un cine atemporal que el futuro habrá de convertir en indiscutible clásico o incluso de título capital por sus valores históricos, humanísticos y pedagógicos (ya ha ganado la flamante Palma de Oro del Festival de Cannes). De un cine que habla de cuestiones esenciales y polémicas sin tapujos ni complejos. Un cine que retrata la vida tal y como es en toda su esencia y conjunto huyendo del sentimentalismo inútil y abrazando la verdad con todas sus consecuencias.
FICHA TÉCNICA:
Dirección y guión: Cristian Mungiu.País: Rumanía.Año: 2007.Duración: 113 min.Género: Drama.Interpretación: Anamaria Marinca (Otilia), Laura Vasiliu (Gabita), Vlad Ivanov (Sr. Bebe), Alex Potocean (Adi), Luminita Gheorghiu (Sra. Radu), Adi Carauleanu (Sr. Radu), Madalina Ghitescu (Dora), Catalina Harabagiu (Mihaela), Sanziana Tarta (Carmen), Mihaela Alexandru (Daniela).Producción: Oleg Mutu y Cristian Mungiu.Fotografía: Oleg Mutu.Montaje: Dana Bunescu.Diseño de producción: Mihaela Poenaru.Vestuario: Dana Istrate.
5 comentarios:
sencillamente maravuillosa. No hay otras palabras. Cine grande grande
menuda coincidencia! hace dias que queria ver esta pelicula... y hace 3 que la vi por fin..la verdad que me resulto fuerte e incluso por momentos desagradable.. pero me gusto bastante..
Un beso grande silverman
:)
celebro que te haya gustado. Verla supone toda una experiencia. Oye, estás viendo cosas muy buenas ultimamente.
joder cuánto más te leo, más me emociono
absolutamente magistral y un post terriblemente afortunado
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