DESFILE NUNCA VISTO
Hitler visitó Roma en mayo de 1938 y la Italia fascista se volcó con la visita del Führer. Había que demostrar que los sueños del totalitarismo se habían extendido hacia el Mediterráneo y que sus gentes tenían una fuerza de voluntad tan grande o más que la de los propios nazis. Aquello fue un acontecimiento impresionante de la época. Todos debían estar allí y participar de la fiesta. No en vano el Estado eran todos y todos a su vez representaban las ilusiones belicistas del fascio. Pero, ¿de verdad estaban todos allí rindiendo culto a los líderes? ¿Se le ocurrió a alguien no acudir a esa cita con la Historia? Claramente así fue y Ettore Scola nos lo muestra en esta Obra Maestra excepcional titulada “Una jornada particular” (1977).
El filme de Scola que, para ser justos, merecería un minucioso trabajo de análisis e investigación cercano a las tesis doctorales universitarias, es un canto honesto y decidido a aquellas personas que no dijeron “Sí” al fascismo, a todos aquellos marginados que decidieron por una u otra razón discrepar de la “sinrazón” y reivindicar un futuro en paz y democracia. Asistimos por tanto a una suerte de crónica opuesta a la Historia Oficial (de la que dicho sea de paso conocemos su desarrollo por la radio). Scola, que se ha pasado su filmografía exaltando la importancia y el valor de la memoria, modifica el sujeto histórico y plantea con sobriedad el encuentro entre dos personas de mundos opuestos. Una ama de casa media analfabeta ignorada por los suyos y cuyo marido e hijos encarnan el modelo ideal de la Italia fascista. Y un locutor radiofónico, intelectual de izquierdas homosexual, asfixiado por el entorno y con tendencias suicidas. ¿Cómo dos almas tan distintas coinciden y se consuelan en su soledad cuando la mayoría está de fiesta? Ese es el reto y esta es la vida.
Mediante la planificación de larguísimos planos y un uso estratosférico del plano- secuencia Scola nos lleva por los rincones de un bloque de viviendas de protección oficial en el que los dos personajes (interpretados maravillosamente por Sofía Loren y Marcello Mastroianni) se mueven con libertad haciendo gala de un exceso verbal y gestual que raya la genialidad (si no la perfección). La puesta en escena es sobria, serena, carente de grandilocuencia. Probablemente porque lo que se cuenta sea más importante que cómo se cuenta y ambas cosas alcanzan en el filme un nivel inusitado.
“Una jornada particular” es el filme perfecto para reencontrarse con los efectos de un pasado feroz y recordar a las víctimas de esa Historia Oficial. No nos engañemos, la Historia está llena de aristas y recovecos y es capaz de dar tantas versiones de sí misma que la propia realidad (si alguna vez se conoció) podría parecerse más a una fábula de ficción con moraleja incluida. En el filme de Scola sobran lecciones magistrales y juzga el espectador lo que ve. Y lo que se ve es una representación de la realidad porque da una versión sincera de la condición humana. O lo que es lo mismo, la amplificación de las voces de los subalternos y la lucha del cine consigo mismo y con el mundo para erigirse en un instrumento fiel de acción y cambio en el tiempo.
Hitler visitó Roma en mayo de 1938 y la Italia fascista se volcó con la visita del Führer. Había que demostrar que los sueños del totalitarismo se habían extendido hacia el Mediterráneo y que sus gentes tenían una fuerza de voluntad tan grande o más que la de los propios nazis. Aquello fue un acontecimiento impresionante de la época. Todos debían estar allí y participar de la fiesta. No en vano el Estado eran todos y todos a su vez representaban las ilusiones belicistas del fascio. Pero, ¿de verdad estaban todos allí rindiendo culto a los líderes? ¿Se le ocurrió a alguien no acudir a esa cita con la Historia? Claramente así fue y Ettore Scola nos lo muestra en esta Obra Maestra excepcional titulada “Una jornada particular” (1977).
El filme de Scola que, para ser justos, merecería un minucioso trabajo de análisis e investigación cercano a las tesis doctorales universitarias, es un canto honesto y decidido a aquellas personas que no dijeron “Sí” al fascismo, a todos aquellos marginados que decidieron por una u otra razón discrepar de la “sinrazón” y reivindicar un futuro en paz y democracia. Asistimos por tanto a una suerte de crónica opuesta a la Historia Oficial (de la que dicho sea de paso conocemos su desarrollo por la radio). Scola, que se ha pasado su filmografía exaltando la importancia y el valor de la memoria, modifica el sujeto histórico y plantea con sobriedad el encuentro entre dos personas de mundos opuestos. Una ama de casa media analfabeta ignorada por los suyos y cuyo marido e hijos encarnan el modelo ideal de la Italia fascista. Y un locutor radiofónico, intelectual de izquierdas homosexual, asfixiado por el entorno y con tendencias suicidas. ¿Cómo dos almas tan distintas coinciden y se consuelan en su soledad cuando la mayoría está de fiesta? Ese es el reto y esta es la vida.
Mediante la planificación de larguísimos planos y un uso estratosférico del plano- secuencia Scola nos lleva por los rincones de un bloque de viviendas de protección oficial en el que los dos personajes (interpretados maravillosamente por Sofía Loren y Marcello Mastroianni) se mueven con libertad haciendo gala de un exceso verbal y gestual que raya la genialidad (si no la perfección). La puesta en escena es sobria, serena, carente de grandilocuencia. Probablemente porque lo que se cuenta sea más importante que cómo se cuenta y ambas cosas alcanzan en el filme un nivel inusitado.
“Una jornada particular” es el filme perfecto para reencontrarse con los efectos de un pasado feroz y recordar a las víctimas de esa Historia Oficial. No nos engañemos, la Historia está llena de aristas y recovecos y es capaz de dar tantas versiones de sí misma que la propia realidad (si alguna vez se conoció) podría parecerse más a una fábula de ficción con moraleja incluida. En el filme de Scola sobran lecciones magistrales y juzga el espectador lo que ve. Y lo que se ve es una representación de la realidad porque da una versión sincera de la condición humana. O lo que es lo mismo, la amplificación de las voces de los subalternos y la lucha del cine consigo mismo y con el mundo para erigirse en un instrumento fiel de acción y cambio en el tiempo.
FICHA TÉCNICA:
Título Oríginal: Una giornata particolare Año: 1977 Duración: 105 min. Director: Ettore Scola Guión: Ruggero Maccari & Ettore Scola Música: Armando Trovajoli (AKA Armando Trovaioli) Fotografía: Pasqualino De Santis Reparto: Sophia Loren, Marcello Mastroianni, John Vernon, Françoise Berd, Patrizia Basso, Nicole Mag
3 comentarios:
sencillamente increible
un peliculazo de los de antes
Solo por ver a Marcello Mastroianni merece la pena. Bueno, a mí es que siempre me gusta verlo interpretar. La película es de las que ya no se hacen. La Loren también está fantaástica pero, me quedo con él. Mastroianni forever. Me ha gustado mucho el post Sr. Silverman. Se nota que a parte de los muchos conocimientos de cine de tiene, domina también el marco y el contexto histórico. Una delicia leerlo. Felicidades.
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