PARADIGMA DE LA NADA
Hay un cierto cine independiente que soñó, alguna vez, con ser original, con innovar y experimentar sobre las imágenes cinematográficas a través de la falsa trasgresión. Estos cineastas, entre los que se encuentra Gregg Araki (incipiente gurú del queer cinema), han hecho de la provocación su santo y seña. Cabe preguntarse si hay algo más que pueda rescatarse de una filmografía versada ampliamente en los excesos de toda índole.
Centrándonos en uno de sus primeros filmes “Totally fucked up” (1993), Araki realiza un filme modesto y sencillo empaquetado como si fuera un falso documental. Dividido en quince fragmentos “aleatorios” en la vida de sus protagonistas. Sitúa la cámara frente a un grupo de adolescentes aburridos de la vida que salpican el metraje del filme de contradicciones, tristeza infinita y un tedio insufrible. Son uno individuos cuya óptica vital está ubicada en un nihilismo exacerbado ausente de todo razonamiento. Una juventud hastiada y alienada por una cultura decadente y materialista embriagada de un éxito frenético. Ante esta orgía moderna en la que Eros y Tánatos se confunden, sobrará decir que todos son homosexuales. Como si eso cambiara las cosas.
Si la connotación sexual puede cambiar o aportar algo nuevo al panorama, Araki se equivoca. No existe un cine gay ni una cultura eminentemente homosexual en sí misma. La cultura es más grande que todo eso y el cine es cultura representando la vida y las inquietudes de su tiempo.
Si Araki es un cineasta de culto (cosa que aún está por ver) debería tratar de profundizar en cuestiones de más largo aliento. A saber, los planos de estos seres conflictivos vagando por un paisaje urbano trufado de estética publicitaria es algo puramente lírico y norteamericano y recoge, además, la herencia del arte moderno de aquel país desde los inicios del siglo XX en plena era de masas. Son estas las imágenes que tienen más sustancia intelectual, son más mesuradas y aportan una melancolía ciertamente atractiva. Sin embargo, el equilibrio no ha sido nunca la virtud de Gregg Araki.
¿Reivindicación de la homosexualidad? ¿Parábolas de la marginación? ¿Crónica sobre la soledad del hombre moderno? Todo es posible. Pero corrientes tan duras y radicales como el Existencialismo ya hablaron sobre lo absurdo de existir y la insoportable sensación de aborrecer todo lo que te rodea incluido a los semejantes. Más allá de eso, filmes como “Totally fucked up” se adhieren a la nada arrojando un oscuro balance de desesperación apología del suicidio incluida. Ahí es nada.
Hay un cierto cine independiente que soñó, alguna vez, con ser original, con innovar y experimentar sobre las imágenes cinematográficas a través de la falsa trasgresión. Estos cineastas, entre los que se encuentra Gregg Araki (incipiente gurú del queer cinema), han hecho de la provocación su santo y seña. Cabe preguntarse si hay algo más que pueda rescatarse de una filmografía versada ampliamente en los excesos de toda índole.
Centrándonos en uno de sus primeros filmes “Totally fucked up” (1993), Araki realiza un filme modesto y sencillo empaquetado como si fuera un falso documental. Dividido en quince fragmentos “aleatorios” en la vida de sus protagonistas. Sitúa la cámara frente a un grupo de adolescentes aburridos de la vida que salpican el metraje del filme de contradicciones, tristeza infinita y un tedio insufrible. Son uno individuos cuya óptica vital está ubicada en un nihilismo exacerbado ausente de todo razonamiento. Una juventud hastiada y alienada por una cultura decadente y materialista embriagada de un éxito frenético. Ante esta orgía moderna en la que Eros y Tánatos se confunden, sobrará decir que todos son homosexuales. Como si eso cambiara las cosas.
Si la connotación sexual puede cambiar o aportar algo nuevo al panorama, Araki se equivoca. No existe un cine gay ni una cultura eminentemente homosexual en sí misma. La cultura es más grande que todo eso y el cine es cultura representando la vida y las inquietudes de su tiempo.
Si Araki es un cineasta de culto (cosa que aún está por ver) debería tratar de profundizar en cuestiones de más largo aliento. A saber, los planos de estos seres conflictivos vagando por un paisaje urbano trufado de estética publicitaria es algo puramente lírico y norteamericano y recoge, además, la herencia del arte moderno de aquel país desde los inicios del siglo XX en plena era de masas. Son estas las imágenes que tienen más sustancia intelectual, son más mesuradas y aportan una melancolía ciertamente atractiva. Sin embargo, el equilibrio no ha sido nunca la virtud de Gregg Araki.
¿Reivindicación de la homosexualidad? ¿Parábolas de la marginación? ¿Crónica sobre la soledad del hombre moderno? Todo es posible. Pero corrientes tan duras y radicales como el Existencialismo ya hablaron sobre lo absurdo de existir y la insoportable sensación de aborrecer todo lo que te rodea incluido a los semejantes. Más allá de eso, filmes como “Totally fucked up” se adhieren a la nada arrojando un oscuro balance de desesperación apología del suicidio incluida. Ahí es nada.
FICHA TÉCNICA:
Título Oríginal:Totally Fucked Up Año:1993 Duración:78 min. Director: Gregg Araki Guión:Gregg Araki Fotografía:Gregg Araki Reparto: James Duval, Roko Belic, Susan Behshid, Jenee Gill, Gilbert Luna, Lance May, Alan Boyce, Craig Gilmore
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