11 enero 2009

Cinema Revival (XCIII): El río (1950)


VIDA QUE FLUYE

Si gran parte del mejor cine actual bebe con deleite de las fuentes de ciertas formas originarias del documental con las que es posible elaborar ficciones notables (véanse filmes como “Gomorra” (2008) de Matteo Garrone). O al revés, si hay documentales, serios y rigurosos, con formas y contenidos más parecidos a las ficciones (ver “Vals con Bashir” (2008) de Ari Folman) es porque el cine contemporáneo ha recorrido un camino hasta llegar a ese punto. No es posible la espontaneidad. Ni en el cine ni en el arte. Hay maestros que ya exploraron y superaron las barreras o compartimentos estancos de la ficción y el documental. Jean Renoir fue uno de ellos.
En “El Río” (1950) se encuentran reunidas todas las grandes inquietudes del cineasta (y artista) francés que, una vez más y sin que sirva de precedente, vuelve a erigirse en pionero de la linterna mágica. Por un lado, la minuciosa exploración de una cultura distante y diferente como la hinduista. Con sus dioses y con sus monstruos, con su comida y con sus fiestas, con sus colores y sus desazones. Por otro, Renoir desarrolla una narración clásica terriblemente fluida y teñida de poesía romántica y nostálgica juventud. Quedan lejos ya aquellos filmes magistrales que lo convirtieron en santo y seña del cine mundial y paradigma del naturalismo francés, así como precursor de la modernidad que no tardaría en llegar. “El Río” huele a mainstream hollywoodiense pero es algo más. La indeleble mano del autor tiñe cada segundo de la película. Con “El Río”, Renoir vuelve a ser Renoir. Y todos los demás volvemos a amar el cine.
En el “Río” hay filosofía profunda sobre la existencia humana y su sentido. Hay metáforas equilibradas sobre la condición humana. ¿O no es el propio río Ganges con su lento cauce el símbolo sagrado, la amada hierofanía que condiciona la existencia y fascina por igual a hindúes y extranjeros? Claro que sí. Pero como decíamos antes, “EL río” anticipa la modernidad y las formas de un cine a medio camino entre el documental de anhelos pedagógicos y la ficción desmesuradamente romántica. Unas imágenes que además, aspiran a ser bellas por derecho propio. Con un uso del color inusitado (en technicolor) y un exquisito gusto por el detalle. La vitalidad de los rostros, el horizonte infinito de los cielos, la atracción por lo desconocido, la diversión y el tedio, las palabras y los gestos, la vida y la muerte. Todo concebido en una suerte de ciclo. Y no se queda solo ahí, Jean Renoir hace con este filme una oda terriblemente dolorosa al amor imposible y a la fugacidad del tiempo, a la idealización de lo verdadero y a la incapacidad y amargura de los héroes (inmortales por sus hazañas) para sentirse aceptados y comprendidos entre sus semejantes. ¿Es qué es posible plasmar la vida, con sus sueños y contrariedades, en la ancha pantalla? Se puede intentar, pero solo los genios lo consiguen. Sus Obras Maestras lo corroboran. “EL río” de Jean Renoir es un ejemplo de ello.

FICHA TÉCNICA:

Título Oríginal: The River Año: 1950 Duración: 99 min. Director: Jean Renoir Guión:
Rumer Godden & Jean Renoir (Novela: Rumer Godden) Música: Partha Sarathy Fotografía: Claude Renoir Reparto: Patricia Walters, Adrienne Corri, Nora Swinburne, Esmond Knight, Arthur Shields, Thomas E. Breen, Radha Shri Ram, Suprova Mukerjee, Richard Foster

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Saludos a Silverman desde mi ipod touch.

Anónimo dijo...

Esta vez desde el ordenador del curro, no desde mi ipod, como el otro día que estaba en casa, me ha encantado su crítica. La peli no la he visto, pero sus palabras sobre ella son pura poesía