LA BELLEZA DE LA IMPERFECCIÓN
Andre Bretón dijo una vez que “la belleza será convulsa o no será”. Se le olvidó añadir que cuánta más belleza encontramos en las personas y en las cosas que nos rodean más imperfecciones y complejidades invaden nuestra vida. En “Gattaca” (1997) de Andrew Nicol se nos muestra la negación de la imperfección y, por tanto, de la belleza en una sociedad distópica del futuro. ¿Quién sabe?, tal vez un tiempo que no está tan lejano.
Con una economía de medios absoluta, una carencia de efectos especiales muy lejana de restarle verosimilitud y un dominio de los espacios y la profundidad, “Gattaca” destaca por su ingenio. El ingenio que consiste en que con muy pocos artilugios y haciendo uso de una estética minimalista se puede enseñar mucho. Hay una reflexión sobre el vacío, sobre los paisajes desolados del futuro, como si de un lienzo de Giorgio de Chirico se tratara. Sobre un planeta Tierra que no es más que un puñado de polvo agonizante, ese vacío contrasta con los rostros de unos personajes que desean rebelarse ante ese sistema injusto de castas en el cual, unos nacen perfectos (pues son encargados a la carta) y otros, los llamados “hijos de Dios”, están sujetos a la herencia de sus padres. En esta sociedad la verdad está en las células. No caben más argumentos.
Desde este planteamiento ya ampliamente transitado, no solo en el cine y la televisión, sino en la Literatura y el Cómic, “Gattaca” se erige en un filme terriblemente didáctico. Y el “terrible” a veces no sabemos si es una ventaja o todo lo contrario. El esfuerzo para que el mensaje llegue es conmovedor pero carece de sutileza. Por momentos es redundante. El espectador medianamente inteligente ya sabe que el destino es más grande que las células, que la voluntad no se quiebra al lado del talento por más que Ethan Hawke esboce esas muecas de dolor tan suyas (excelente actor). Nicol, que en esto del cine se ha prodigado más bien poco (al menos significativamente y ahora entendemos las causas) hubiera debido elaborar una trama dramática más cercana al suspense. El resultado hubiera sido algo mejor y el mensaje no se habría alterado.
Al final aunque tramposamente nos conmueva, “Gattaca” viene a decirnos que en la diferencia y el defecto residen las virtudes de los seres humanos. Que es el esfuerzo y el trabajo honesto los que habrán de conducirnos a la consecución de nuestros sueños. Y que la altura de nuestras limitaciones, tan humanas ellas, son con frecuencia taras mentales que no dejan discernir la realidad que vivimos.
Andre Bretón dijo una vez que “la belleza será convulsa o no será”. Se le olvidó añadir que cuánta más belleza encontramos en las personas y en las cosas que nos rodean más imperfecciones y complejidades invaden nuestra vida. En “Gattaca” (1997) de Andrew Nicol se nos muestra la negación de la imperfección y, por tanto, de la belleza en una sociedad distópica del futuro. ¿Quién sabe?, tal vez un tiempo que no está tan lejano.
Con una economía de medios absoluta, una carencia de efectos especiales muy lejana de restarle verosimilitud y un dominio de los espacios y la profundidad, “Gattaca” destaca por su ingenio. El ingenio que consiste en que con muy pocos artilugios y haciendo uso de una estética minimalista se puede enseñar mucho. Hay una reflexión sobre el vacío, sobre los paisajes desolados del futuro, como si de un lienzo de Giorgio de Chirico se tratara. Sobre un planeta Tierra que no es más que un puñado de polvo agonizante, ese vacío contrasta con los rostros de unos personajes que desean rebelarse ante ese sistema injusto de castas en el cual, unos nacen perfectos (pues son encargados a la carta) y otros, los llamados “hijos de Dios”, están sujetos a la herencia de sus padres. En esta sociedad la verdad está en las células. No caben más argumentos.
Desde este planteamiento ya ampliamente transitado, no solo en el cine y la televisión, sino en la Literatura y el Cómic, “Gattaca” se erige en un filme terriblemente didáctico. Y el “terrible” a veces no sabemos si es una ventaja o todo lo contrario. El esfuerzo para que el mensaje llegue es conmovedor pero carece de sutileza. Por momentos es redundante. El espectador medianamente inteligente ya sabe que el destino es más grande que las células, que la voluntad no se quiebra al lado del talento por más que Ethan Hawke esboce esas muecas de dolor tan suyas (excelente actor). Nicol, que en esto del cine se ha prodigado más bien poco (al menos significativamente y ahora entendemos las causas) hubiera debido elaborar una trama dramática más cercana al suspense. El resultado hubiera sido algo mejor y el mensaje no se habría alterado.
Al final aunque tramposamente nos conmueva, “Gattaca” viene a decirnos que en la diferencia y el defecto residen las virtudes de los seres humanos. Que es el esfuerzo y el trabajo honesto los que habrán de conducirnos a la consecución de nuestros sueños. Y que la altura de nuestras limitaciones, tan humanas ellas, son con frecuencia taras mentales que no dejan discernir la realidad que vivimos.
FICHA TÉCNICA:
Título Oríginal:Gattaca Año: 1997 Duración:106 min. Director: Andrew Niccol Guión:
Andrew Niccol Música: Michael Nyman Fotografía: Slawomir Idziak Reparto: Ethan Hawke, Uma Thurman, Jude Law, Loren Dean, Alan Arkin, Gore Vidal, Xander Berkeley, Elias Koteas, Ernest Borgnine, Tony Shalhoub, Blair Underwood
Andrew Niccol Música: Michael Nyman Fotografía: Slawomir Idziak Reparto: Ethan Hawke, Uma Thurman, Jude Law, Loren Dean, Alan Arkin, Gore Vidal, Xander Berkeley, Elias Koteas, Ernest Borgnine, Tony Shalhoub, Blair Underwood
2 comentarios:
Me ha gustado mucho leer tu crítica y me ha impactado el comentario que has hecho de la escenografía de la peli con los cuadros de Giorgio de Chirico,¡es genial, tienes toda la razón! Bien comentado. Felicidades
con el tiempo la valoraremos en su justa medida
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