06 abril 2009

Crítica de cine (XCIV): Che: El argentino (2008)


EL MITO TAMBIÉN FUE UN HOMBRE

¿Es posible conocer al personaje a través de su biografía? No importa lo bien documentada que ésta esté, debido a la diversidad y cantidad de fuentes consultadas, ni lo brillantemente que se haya estructurado un discurso sobre ese personaje en cuestión. ¿Cómo afrontar aquellas zonas oscuras de la existencia humana? Las partes íntimas, los pensamientos más silenciosos o los actos menos conocidos. Ardua tarea sin solución.
Partiendo de esta premisa, el propio cine aún lo tendría más difícil debido a su naturaleza. ¿Cómo volcar una vida en una o dos películas de metraje normal? Es el caso del ambicioso proyecto cinematográfico de Steven Soderbergh con el “Che” Guevara. En esta primera parte, de las dos que componen esta biografía fílmica, titulada “Che:El argentino” (2008) Soderbergh cuenta la vida del famoso guerrillero durante la Revolución Cubana. Al cineasta norteamericano no le interesa la infancia y la adolescencia del “Che”, ésta última ya retratada en el filme reciente de Walter Salles “Diarios de motocicleta” (2003). Interesa dar a conocer el contexto exacto en el que el hombre, Ernesto Guevara, joven médico argentino con inquietudes políticas, se va transformando y va dejando paso al mito, al icono incomparable en que lo convirtió la Historia Contemporánea: el “Che” Guevara.
El planteamiento inicial es realmente interesante. Soderbergh establece dos líneas temporales diferentes. En el primero, en color, se cuenta el desembarco de los jóvenes disidentes políticos cubanos desde México hasta la Sierra Maestra. Son por tanto los inicios del “Ché” dentro de la lucha armada revolucionaria en el Movimiento 26 de Julio al lado de figuras tan emblemáticas como Fidel Castro (ojito al perfil que presenta el personaje) o Camilo Cienfuegos. Se diría que la radiografía de la guerra de guerrillas y el avance de los rebeldes, pese a la compresión del tiempo cinematográfico, es minuciosa. Especial atención a la toma de Santa Clara que prácticamente dio la victoria y abrió el camino hacia La Habana. Mientras, en la segunda línea temporal mucho más interesante, en un áspero y granulado blanco y negro, se cuentan las andanzas del “Che” en los Estados Unidos en 1964 cuando comparece ante el Consejo de Naciones Unidas. La entrevista concedida, las fiestas y la fascinada mirada de quien se sabe extranjero e incomprendido en un mundo que aborrece.
El filme con cierta habilidad, va saltando de un tiempo a otro, de manera que los actos de un tiempo justifican las palabras de otro y viceversa. A veces incluso esos saltos subrayan con énfasis las contradicciones de un personaje que, conforme avanza el filme, se despoja de su humanidad para transformarse en una especie de santo, cuyo halo resplandeciente, provoca la adoración de todos cuanto le rodean. Es ya un “Che” que no habla ni discute. Es un “Che” Guevara dogmático capaz de expresarse sin ambigüedades, enamorando con su brillante oratoria, llamando a cada cosa por su nombre, enarbolando la bandera de los pobres y subalternos del Tercer Mundo e incluso, llegando a justificar lo injustificable. Sin embargo a Soderbergh le falta atrevimiento para ahondar en estos aspectos. Una pena.
El filme es demasiado largo, peca de un excesivo metraje. La causa puede radicar en su anhelo de plasmar los acontecimientos con la mayor exactitud posible. Sin embargo, esta estrechez propia del academicismo tapa aquellos recovecos de la historia no oficial. Es decir, la posibilidad de un personaje más humano, capaz de dudar, de transigir, de matar y amar con la intensidad de los tiempos que vivió. El “Che” de Soderbergh no es el icono que nos legaron las fotos de Alberto Korda, ni los sueños de rebeldía con los que sueñan los jóvenes (socialistas o no). Es un icono también (y ese es el problema), pero un icono hierático, frío como un témpano, avergonzado de sus errores, más cercano al arcaísmo escultural griego que a estos tiempos duros en los que se revisa la Historia con demasiada ligereza dando argumentos a los revisionistas para adulterar los acontecimientos a su antojo. A este “Che” Guevara le falta el orgullo para celebrar sus logros y afrontar sus errores, para regocijo de sus detractores y desconsuelo de los que lo tuvimos como referencia generacional.

FICHA TÉCNICA:

Dirección: Steven Soderbergh.Países: USA, Francia y España.Año: 2008.Duración: 131 min.Género: Drama.Interpretación: Benicio del Toro (Che), Demián Bichir (Fidel Castro), Santiago Cabrera (Camilo Cienfuegos), Elvira Mínguez (Celia Sánchez), Julia Ormond, Jorge Perugorría (Joaquín), Edgar Ramírez (Ciro Redondo), Victor Rasuk (Rogelio Acevedo), Armando Riesco (Benigno), Catalina Sandino Moreno (Aleida Guevara), Rodrigo Santoro (Raúl Castro), Unax Ugalde (Pequeño Cowboy), Yul Vázquez (Alejandro Ramírez).Guión: Peter Buchman; inspirado en "Pasajes de la guerra revolucionaria" de Ernesto "Che" Guevara.Producción: Laura Bickford y Benicio del Toro.Música: Alberto Iglesias.Fotografía: Peter Andrews.Montaje: Pablo Zumárraga.Diseño de producción: Antxón Gómez.Vestuario: Bina Daigeler.

2 comentarios:

Beatriz de Bobadilla dijo...

Totalmente de acuerdo EN TODO. No creo que haya una crítica mejor que esta. Creo que hay en quí más claridad de ideas que en la propia película.

Diebelz dijo...

No creo que el ser icono sea un problema en sí. Es como decía Nicolás Guillén sobre el Che: No por ser callado eres silencio.
En cuanto a lo demás estoy de acuerdo con tus palabras. Supongo que coincidiremos también en cuanto a su segunda parte (¡4 horas en total de Che!).

Salu2 !