Llegando a la cumbre
pensaba
en las palabras.
Vacío,
Mudo
en la cordada
buscando las formas
adecuadas
mientras escalaba.
Querría enviarte
esta carta
que me inspira
la montaña.
Con sinceridad
incomparable
y afecto profundo
contarte tantas cosas
desde este techo
del mundo.
Te quiero escribir
de mis anhelos
y retos.
Compartir mis renuncias
y batallas.
La voluntad
que a cada centímetro
de la pared
de piedra
labro en el Himalaya.
Alienado, poseído,
hechizado.
Calma, silencio,
Belleza.
Sin oxígeno
y medio muerto
ya sin destreza.
Escribo
casi desde la cima.
Te añoro
en la tarima
de roca
y tu recuerdo imploro,
aunque agonizante
en la estacada.
El mítico Everest
sea, tal vez,
mi última parada.
Días pasaron,
y en la noche
fugaz
hice cumbre.
Tan rápido
fue
que me cegó
sin lumbre.
A oscuras quedé
pálido, congelado.
Sintiendo el fin y
que todo se acababa.
Apretando tu carta
entre mis manos.
Diminuto
entre las nubes
NEVABA.
JOSEPH SILVERMAN (1999)
2 comentarios:
LE ECHABA DE MENOS, tiene que prodigarse mucho más
Bestial la carga simbólica y esa contrariedad de estar en lo alto, pero hundido. Ya voy entendiendo el significado del etiquetado "versos perdidos".
Salu2 !
Publicar un comentario