El retorno de Pamuk siempre es prometedor de maravillosas veladas insomnes. El Nobel turco sabe como nadie tejer esas ficciones autobiográficas en torno a la realidad histórica de Estambul y todo lo que significa la esquizofrenia turca entre Europa y Asia, tradición y modernidad, lo viejo y lo nuevo. Pamuk no decepciona esta vez (como siempre) y en torno a una relación amorosa de pareja y los objetos significativos de su vida va surgiendo ese museo sentimental que en el fondo no es más que la colección de instantes, la vida intensa en cada pieza, todo lo que no podemos olvidar volcado en un montón de objetos inanimados. Una delicia para los que sabemos que de alguna manera estamos conectados con las cosas más nimias.
1 comentario:
Lo tengo apuntado para próximas lecturas.
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