Nadie podrá discutir en el futuro que el pasado día 11 de julio de 2010 pasará a la historia como el día en que la selección española ganó el campeonato del mundo. La victoria fue indiscutible y desde un punto de vista meramente deportivo no puede ser valorada negativamente. Ahora bien, sí creo que en la actual tesitura económica y social un triunfo de este calibre tiene ventajas y desventajas para este país. Tan seguro como las dos caras de una moneda.
¿Cómo es posible percibir un triunfo (da igual el que sea) como productor de desventajas?El triunfo es una desventaja en sí misma cuando se sobredimensiona lo que es una victoria deportiva sin más. Con mucha repercusión mediática y social pero no deja por ello de ser una victoria deportiva. Esto al margen de la consideración que uno pueda tener del deporte como opiáceo y anestesia pura y dura de la ciudadanía en tiempos de crisis. Es decir, "Panem et circenses" para el olvido y la evasión de los temas y cuestiones que afectan y atañen directamente a la gente. Ya nadie cuestiona, en esta atmósfera de euforia las primas exageradas a los jugadores (ya millonarios) por ganar o la reforma laboral del gobierno (dicho sea de paso el mismo día que la selección debutaba en el mundial). Por tanto, es una desventaja despegarse en exceso de la realidad aún reconociendo la necesidad de las sociedades para reivindicar y vivir sus propias catarsis.
En cuanto a las ventajas, que las hay, habría que mirar que la selección ha hecho feliz a mucha gente. Algo importante, más si tenemos en cuenta que nunca hemos presenciado (en fútbol) un éxito semejante. Incluso, son mayoría los que abandonaron este mundo soñando con vivir para ver esta hazaña. La felicidad fomenta la cohesión social y la participación en proyectos y sueños comunes (no hay más que ver las fachadas de los edificios para darse cuenta que vivimos en España) y eso es un patrimonio que no deberíamos perder y que no debería quedarse solamente en la esfera del deporte.
Este triunfo se ha gestado apostando por un fútbol ofensivo y no exento de belleza. Con jugadores humildes y discretos (la mayoría) alejados completamente de esa superficialidad y glamour que acompaña a las superstars del deporte. Por tanto, podríamos hablar de un equipo que transmite unos valores de trabajo colectivo y humildad como cimientos básicos para lograr los objetivos. Nadie les regaló nada.
Otra ventaja es que pocas veces el ganador de algo coincide también con ser el mejor. Muchas veces nos encontramos con personas en puestos de responsabilidad o en situaciones prestigiosas sin haber contraídos los méritos o ser los más aptos para ello. En una sociedad que solamente asimila los éxitos es importante dar a entender que los méritos y el buen hacer te llevan a ser mejor en lo que haces y que además, te acercan con frecuencia a la victoria. Si este triunfo nos hace entender que el enchufismo y el tráfico de influencias son un anacrónismo, bienvenido sea, y si luego baja el paro mejor que mejor.
Ganar el mundial no cambiará las cosas ni hará que desaparezcan nuestros problemas. Es, tal vez un soplo de optimismo y un ejempo del que extraer cosas positivas. Sin embargo, por sí mismo no vale un pimiento y haríamos bien en tenerlo presente.
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