30 enero 2011

TV: Deadwood (2004-2006)


CIVILIZACIÓN Y BARBARIE

No hay ley en Deadwood. Y sobre esa verdad se sustentan todas las posibilidades y sueños de las personas que pretenden construir con sus manos un futuro mejor en el Lejano Oeste. En pleno territorio de los Sioux, donde la civilización occidental apenas acierta a atisbar otro océano que ponga limites a un país enorme, de horizontes infinitos.
La grandeza de esta serie de televisión no es que salga indemne del reto de intentar resucitar el Western (que también). Sino que justo en ese enfoque realista, en ese rigor histórico de reconstrucción de la memoria colectiva, en esa densa narración en el que parece que no ocurre nada y está pasando la vida ante tus ojos, de un valle de la nada surge una ciudad. Y es todo a paso a paso, de las tiendas de campaña a los edificios, de los comercios a los burdeles, de la barbarie absoluta a una incipiente y frágil civilización que ajusta cuentas inevitablemente desenfundando el revolver en espera de acuerdos menos bruscos.
Y a pesar de todo, no podemos hablar de una serie especialmente violenta. Si nos referimos a violencia explícita, ésta es escasa a lo largo de sus capítulos, pero si hay una tensión constante y una búsqueda por sobrevivir en un territorio hostil aunque sea a costa del prójimo. Son pocos los que poseen una cierta ética en su modo de conducirse. No hay ley en Deadwood, aunque tampoco moral ni valores.
Es esa confrontación, entre los que desean seguir viviendo en territorio salvaje lucrándose de la ambición y la lujuria contra los que aún creen que es posible levantar un espacio público razonable con ciertas normas y procedimientos, que hace de este TV show un producto de alta calidad. No hay más que ver su magistral episodio piloto dirigido por el afamado Walter Hill.
Deadwood combina a lo largo de sus tres temporadas (la última casi forzada a cerrarse debido al alto coste de producción de cada episodio) la ficción y la Historia. Pistoleros de leyenda verídicos junto a auténticos villanos de ficción, prostitutas sin escrúpulos junto a soñadores incorregibles. Y una lectura moderna que trasciende al western y al propio arte para convertirse en una narración contemporánea sobre el mundo de hoy. Esto es que, en el lado oscuro de la vida víctimas y verdugos se retroalimentan. Y que los espacios públicos son lo que queramos que sean porque la cultura es útil pero no te salva del enfrentamiento violento ni de una situación idealizada de convivencia. Y aunque en este sentido no hay una originalidad total pues ya los grandes maestros clásicos reflexionaron sobre estas cuestiones. No hay más que revisar los filmes de John Ford como "El hombre que mató a Liberty Valance" (1962) o de "Fred Zinneman "Solo ante el peligro" (1952). No es la génesis de América, aunque la serie muestra los orígenes de ciertos rasgos intrísnsecos en aquella nación. Va más allá. Es la memoria del hombre desde que el mundo es mundo.

2 comentarios:

koichi dijo...

pues habrá que bajarla antes que entre en vigor la Ley Sinde del demonio..jejeje

Anónimo dijo...

dato importante: de la HBO