LA TRAICIÓN COMO IDEOLOGÍA
Es una obviedad pero todos tenemos un pasado que puede completarnos de algún modo. O dicho de otra manera más sencilla, cómo los acontecimientos pretéritos pueden explicar la evolución de lo que fuimos y todo lo que somos en la actualidad. En ese sentido, España no es distinta de otras naciones, y su Historia, jalonada de hazañas inútiles y tragedias grandiosas, es útil y casi podría decirse que absolutamente inevitable, para resolver los intrincados conflictos que asolan nuestro presente.
El arte imita a la vida y casi siempre mira al pasado. Y el cine, como arte que es, encuentra un filón dramático en la Historia aportando nuevas revisiones y posturas sobre el pasado. “Pa negre” (2010), el último y controvertido filme de Agustí Villaronga revisita nuestro pasado más reciente y cruel ahondando en algunos aspectos inéditos y aportando conclusiones tan duras éticamente como auténticas en lo humano. La crueldad de la convivencia del franquismo autárquico en una pequeña localidad catalana, apenas finalizada la Guerra Civil, es el trasfondo en el que se mueven todos los personajes de este filme. ¿Pero es este “Pan negro” algo más que una recreación de nuestro pasado? Si rascamos la superficie descubriremos que sí.
Parece claro que Villaronga elabora un relato cinematográfico sólido a partir de la estupenda novela de Emili Teixidor. Es capaz, con las desventajas de comprimir y explicar del propio cine, de mostrar una soberbia complejidad psicológica de todos y cada uno de sus personajes. Así, vamos aproximándonos a ese infierno de vencedores y vencidos, de rencores y odios cotidianos que aparentan identificarse con ideologías de corte político. Sin embargo, poco a poco, y conducidos por la mirada del niño protagonista, “Pan negro” abandona la Historia con mayúsculas para sumergirse en las vivencias humanas que superan con creces su contexto porque son intemporales. La Historia deja paso al suceso, éste al cuento de hadas y al mito que el tiempo traerá.
Y aquellos caciques enseñoreados y enriquecidos con la sangre de los pobres y envanecidos por sus estandartes victoriosos parecen ser algo que ya conocíamos. Pero, y ahí reside la provocación o la novedad de este filme, aquellos socialistas perdedores, idealistas y muertos de hambre quieren ser algo que no son. Si “Pan Negro” va a pasar a la posteridad del cine español no será por sus premios sino porque rompe con el maniqueísmo anquilosado de los relatos. El personaje del niño pierde su inocencia en un universo insalubre donde todos mienten y ocultan sus más terribles secretos para sobrevivir. Un universo que, por momentos, está más cercano a la claustrofobia de muchos filmes USA (pienso en todos aquellos con escenario en la América Profunda donde todos tienen que esconder algo porque el pasado no los deja vivir en paz). Y al final él mismo, ante la disyuntiva de perecer siendo coherente o de garantizarse un hueco en el infierno de cobardes, opta por lo segundo con la traición como bandera. ¿No es el Franquismo en el fondo la crónica de una traición?
En conclusión, un filme que se aleja de posiciones políticas claras hacia uno u otro bando desarbolando todas las ideologías. Es devastador con sus personajes y con sus creencias, poniendo de relieve que en los malos tiempos lo que cuenta es sobrevivir aún a costa del prójimo. Y que en general, este filme recalca algo ya sabido aunque nunca reconocido del todo. Que aún no hemos ajustado cuentas con el pasado y que viendo la película da miedo pensar que no hace mucho, en este país, se mataba a la gente por su forma de pensar.
Es una obviedad pero todos tenemos un pasado que puede completarnos de algún modo. O dicho de otra manera más sencilla, cómo los acontecimientos pretéritos pueden explicar la evolución de lo que fuimos y todo lo que somos en la actualidad. En ese sentido, España no es distinta de otras naciones, y su Historia, jalonada de hazañas inútiles y tragedias grandiosas, es útil y casi podría decirse que absolutamente inevitable, para resolver los intrincados conflictos que asolan nuestro presente.
El arte imita a la vida y casi siempre mira al pasado. Y el cine, como arte que es, encuentra un filón dramático en la Historia aportando nuevas revisiones y posturas sobre el pasado. “Pa negre” (2010), el último y controvertido filme de Agustí Villaronga revisita nuestro pasado más reciente y cruel ahondando en algunos aspectos inéditos y aportando conclusiones tan duras éticamente como auténticas en lo humano. La crueldad de la convivencia del franquismo autárquico en una pequeña localidad catalana, apenas finalizada la Guerra Civil, es el trasfondo en el que se mueven todos los personajes de este filme. ¿Pero es este “Pan negro” algo más que una recreación de nuestro pasado? Si rascamos la superficie descubriremos que sí.
Parece claro que Villaronga elabora un relato cinematográfico sólido a partir de la estupenda novela de Emili Teixidor. Es capaz, con las desventajas de comprimir y explicar del propio cine, de mostrar una soberbia complejidad psicológica de todos y cada uno de sus personajes. Así, vamos aproximándonos a ese infierno de vencedores y vencidos, de rencores y odios cotidianos que aparentan identificarse con ideologías de corte político. Sin embargo, poco a poco, y conducidos por la mirada del niño protagonista, “Pan negro” abandona la Historia con mayúsculas para sumergirse en las vivencias humanas que superan con creces su contexto porque son intemporales. La Historia deja paso al suceso, éste al cuento de hadas y al mito que el tiempo traerá.
Y aquellos caciques enseñoreados y enriquecidos con la sangre de los pobres y envanecidos por sus estandartes victoriosos parecen ser algo que ya conocíamos. Pero, y ahí reside la provocación o la novedad de este filme, aquellos socialistas perdedores, idealistas y muertos de hambre quieren ser algo que no son. Si “Pan Negro” va a pasar a la posteridad del cine español no será por sus premios sino porque rompe con el maniqueísmo anquilosado de los relatos. El personaje del niño pierde su inocencia en un universo insalubre donde todos mienten y ocultan sus más terribles secretos para sobrevivir. Un universo que, por momentos, está más cercano a la claustrofobia de muchos filmes USA (pienso en todos aquellos con escenario en la América Profunda donde todos tienen que esconder algo porque el pasado no los deja vivir en paz). Y al final él mismo, ante la disyuntiva de perecer siendo coherente o de garantizarse un hueco en el infierno de cobardes, opta por lo segundo con la traición como bandera. ¿No es el Franquismo en el fondo la crónica de una traición?
En conclusión, un filme que se aleja de posiciones políticas claras hacia uno u otro bando desarbolando todas las ideologías. Es devastador con sus personajes y con sus creencias, poniendo de relieve que en los malos tiempos lo que cuenta es sobrevivir aún a costa del prójimo. Y que en general, este filme recalca algo ya sabido aunque nunca reconocido del todo. Que aún no hemos ajustado cuentas con el pasado y que viendo la película da miedo pensar que no hace mucho, en este país, se mataba a la gente por su forma de pensar.
FICHA TÉCNICA:
Película: Pa negre (Pan negro). Título original: Pa negre. Dirección: Agustí Villaronga. País: España. Año: 2010. Duración: 108 min. Género: Drama. Interpretación: Francesc Colomer (Andreu), Marina Comas (Nuria), Nora Navas (Florencia), Roger Casamajor (Farriol), Lluïsa Castell (Ció), Marina Gatell (Enriqueta), Laia Marull (Pauleta), Eduard Fernández (maestro), Sergi López (alcalde). Guion: Agustí Villaronga; basado en la novela de Emili Teixidor. Producción: Isona Passola. Música: José Manuel Pagán. Fotografía: Antonio Riestra. Montaje: Raúl Román. Dirección artística: Ana Alvargonzález. Vestuario: Mercè Paloma
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