07 mayo 2011

Cinema Revival (CXXV): El precio del poder (1983)



EXCESO Y FURIA


“Scarface” ha marcado el cine como la cicatriz de su cara y que le ha bautizado para la inmortalidad. Es un personaje de leyenda recordado a fuego en el imaginario colectivo de todos los cinéfilos de bien. Claro que cabe preguntarse así de pronto ¿por qué esta fascinación? Y además puntualizar, ¿cuál de los dos “Scarface” (tal vez haya alguno más del que no logro acordarme)?
Empezaré por la segunda pregunta. Y directamente contestaré que no me refiero al Tony Camonte interpretado por Paul Muni en “Scarface, el terror del hampa” (1932) de Howard Hawks, más allá de que aún mantenga intacto su interés arqueológico como filme pionero del género de gángsteres. Cuando pienso en “Scarface”, en su rostro atormentado y su alma perdida, pienso en el Tony Montana excesivo, ambicioso, violento y prácticamente fuera de control que Al Pacino encarnó en “El precio del poder” (1983) de Brian de Palma (con un excelente guión de Oliver Stone readaptando el clásico de Hawks).
La fidelidad de Brian de Palma con los convencionalismos clásicos le sirve para ir traicionándolos poco a poco. Tony Montana no representa solamente el auge y caída de un mafioso. Es mucho más. Su trágica figura encarna como pocas la traumática experiencia de la inmigración y su destino es la alegoría perfecta de quién escapa de los extremos. De la Cuba comunista de Castro (crisis de puerto Mariel) a las oportunidades del libre mercado norteamericano incluso para aquellos que están fuera de la ley. Montana es, con la perspectiva del tiempo, lo que hoy sería (con todo lo que está cayendo) un tiburón del Capitalismo salvaje que ha entendido cómo funcionan los engranajes de un sistema injusto a todas luces y en el que lo más importante es uno mismo. Ahora bien, todo tiene contrapartidas. “El mundo es tuyo” pero no hay nada gratis en el paraíso de los banqueros, los especuladores, los yuppies o los narcotraficantes de alto diseño. Todo tiene un precio.
Desde esta, tan controvertida como atractiva propuesta, el filme va mostrando esas capas de complejidad y el personaje que conocemos al principio, con sus filias y fobias, su familia y entorno, con su desmedida ansia de escalar en la pirámide social va dejando paso a un monstruo que ocupa toda la pantalla. Reflejos de lo que fue un hombre en una pura abstracción. Desde la cumbre del poder ya no se reconoce a aquellos con los que se compartió algo en el pasado. La soledad de los ganadores, la maldición de ser rico a costa de las vidas de mucha gente. Moral quebrada, mente obnubilada por la cocaína. A solas en la cúspide con el Poder con mayúsculas.
El hecho cierto es que este personaje con toda su carga de negatividad es ya un icono. La grandeza del cine reside muchas veces en mostrar las más grandes miserias humanas. Ver con asombro una existencia al borde del abismo como si de una montaña rusa se tratara. Asistir a ese final de exceso y furia que, como una catarsis, "dignifica" al canalla "honesto" hasta el final. Lo dicho, sólo al alcance del cine.

FICHA TÉCNICA:

TÍTULO ORIGINAL Scarface AÑO 1983 DURACIÓN 163 min. PAÍS USA DIRECTOR Brian De Palma GUIÓN Oliver Stone MÚSICA Giorgio Moroder FOTOGRAFÍA John A. Alonzo REPARTO Al Pacino, Michelle Pfeiffer, Steven Bauer, Mary Elizabeth Mastrantonio, Robert Loggia, F. Murray Abraham, Miriam Colon, Harris Yulin, Paul Shenar

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