El cine es todo. Más grande que la vida. Sin elipsis, más redondo, más pulido... Tal vez, menos espontáneo pero ¿a quién le importa la espontaneidad en los días de horarios y agendas?. Pocas cosas hay en la vida como ir al cine. Ese acto supremo y feliz de presenciar ante una gran pantalla la propia incertidumbre y la belleza del arte entre infinitas posibilidades:
-enamorarse y desenamorarse
-hacer amigos y enemigos
-pensar lo que hemos sido y lo que seremos
-cómo es el mundo a través de la magia de las imágenes y esa espiritualidad matérica que es el celuloide
-el propio paso del tiempo, la certeza del fin, el pálido reflejo, el espejo en fin que nos devuelve ese dinamismo existencial
-las vidas que nunca seremos, la vivencia del sueño
-la excusa para ser feliz, porque al final todo es una excusa para ser feliz.
1 comentario:
oh my god!!!
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