LA POSIBILIDAD COMO POESÍA
Cabe cuestionarse la causa de que propuestas tan rompedoras y atractivas como “En la ciudad de Sylvia” (2007) del consagrado (sobre todo más allá de nuestras fronteras) José Luis Guerín no trasciendan más. Y al hablar de trascendencia no me refiero a que este artista, autor o cineasta (o como queramos buenamente llamarlo) reciba el apoyo necesario para acceder a una audiencia mayor. No, entiendo que es importante que las obras de calidad sean conocidas por la mayor cantidad de gente posible porque realmente es necesario y lo merecen. Por otro lado, también debo (no queda otro remedio) respetar el gusto y la libertad de elección de los espectadores. Aunque su opción normalmente esté contaminada por intereses que escapan a su control (¿no es esta crítica en el fondo un sano intento de coacción?). Aunque el cine que te quieran meter por los ojos sea auténtica basura hay que abrir bien el campo visual (nunca mejor dicho) y arriesgarse con obras menos conocidas o poco recomendadas por los gurús del poder establecido. Aunque sea para ir contracorriente. Para que la indiferencia, el tedio y el olvido no se adueñen de nuestra alma de benditos y sufridos espectadores.
“En la ciudad de Sylvia”Guerín hace un sentidísimo homenaje al alma femenina. ¿Cuántas películas son capaces de semejante hazaña y salir indemnes del desafío? Pues bien, el planteamiento inicial es absolutamente arrebatador: ¿Quién no ha vivido un amor real o imaginario con una mujer en cualquier ciudad? A partir de ahí, Guerín busca con su cámara el amor perdido seis años atrás por su protagonista principal (Xavier Lafitte). El ritmo es lento, sosegado, para observadores experimentados, curiosos de noble estirpe y voyeurs incurables. La puesta en escena es austera pero los planos, por el contrario, son complejísimos en su composición, tanto en la perspectiva como en el espacio. Hay un gusto, casi sería mejor decir deleite por los detalles. El pelo, las manos, la boca, el rostro, la espalda de todas las mujeres. Todas son bellas aunque no lo sean. Todas transmiten en su rostro un cierto magnetismo que Guerín va acentuando al dilatar el tiempo en cada plano. Todas sin excepción, y eso es lo maravilloso, reclaman con su presencia el principio de una historia, la posibilidad de un encuentro. Subyace en cada una de sus escenas un insoslayable deseo de aprehender la belleza femenina, de confundirse en ella, perderse en definitiva (por las calles persiguiéndola). Pues la mujer lo abarca todo. Y es su alma y su cuerpo la motivación para existir y la causa verdadera de esta creación cinematográfica sin parangón en nuestra filmografía nacional.
Asistimos por tanto a una especie de poesía audiovisual de largo aliento. Poesía de un cierto romanticismo aunque en dosis muy medidas. Hay mucha contención. Y se agradece. Porque en el fondo, José Luis Guerín lo que quiere es dar una vuelta de tuerca a las posibilidades del lenguaje cinematográfico y las limitaciones del relato dramático. Un paso más allá. Y repito, se agradece porque quizás encontremos a Sylvia. O tal vez no. Tal vez hay algo de Sylvia en todas las mujeres. O en ninguna. A lo mejor nunca conocimos a Sylvia. Ella es solamente el ideal puro de lo que pudo ser y no fue. O de lo que jamás podrá ser. Todas las opciones serán validas. Todas pueden ser vividas e imaginadas. Esa es la grandeza del cine. Guerín no da nada por hecho ni sabido. El espectador elige en libertad, ¿o no estuvimos persiguiendo a Sylvia todo el tiempo? ¿Alguien da más?
Cabe cuestionarse la causa de que propuestas tan rompedoras y atractivas como “En la ciudad de Sylvia” (2007) del consagrado (sobre todo más allá de nuestras fronteras) José Luis Guerín no trasciendan más. Y al hablar de trascendencia no me refiero a que este artista, autor o cineasta (o como queramos buenamente llamarlo) reciba el apoyo necesario para acceder a una audiencia mayor. No, entiendo que es importante que las obras de calidad sean conocidas por la mayor cantidad de gente posible porque realmente es necesario y lo merecen. Por otro lado, también debo (no queda otro remedio) respetar el gusto y la libertad de elección de los espectadores. Aunque su opción normalmente esté contaminada por intereses que escapan a su control (¿no es esta crítica en el fondo un sano intento de coacción?). Aunque el cine que te quieran meter por los ojos sea auténtica basura hay que abrir bien el campo visual (nunca mejor dicho) y arriesgarse con obras menos conocidas o poco recomendadas por los gurús del poder establecido. Aunque sea para ir contracorriente. Para que la indiferencia, el tedio y el olvido no se adueñen de nuestra alma de benditos y sufridos espectadores.
“En la ciudad de Sylvia”Guerín hace un sentidísimo homenaje al alma femenina. ¿Cuántas películas son capaces de semejante hazaña y salir indemnes del desafío? Pues bien, el planteamiento inicial es absolutamente arrebatador: ¿Quién no ha vivido un amor real o imaginario con una mujer en cualquier ciudad? A partir de ahí, Guerín busca con su cámara el amor perdido seis años atrás por su protagonista principal (Xavier Lafitte). El ritmo es lento, sosegado, para observadores experimentados, curiosos de noble estirpe y voyeurs incurables. La puesta en escena es austera pero los planos, por el contrario, son complejísimos en su composición, tanto en la perspectiva como en el espacio. Hay un gusto, casi sería mejor decir deleite por los detalles. El pelo, las manos, la boca, el rostro, la espalda de todas las mujeres. Todas son bellas aunque no lo sean. Todas transmiten en su rostro un cierto magnetismo que Guerín va acentuando al dilatar el tiempo en cada plano. Todas sin excepción, y eso es lo maravilloso, reclaman con su presencia el principio de una historia, la posibilidad de un encuentro. Subyace en cada una de sus escenas un insoslayable deseo de aprehender la belleza femenina, de confundirse en ella, perderse en definitiva (por las calles persiguiéndola). Pues la mujer lo abarca todo. Y es su alma y su cuerpo la motivación para existir y la causa verdadera de esta creación cinematográfica sin parangón en nuestra filmografía nacional.
Asistimos por tanto a una especie de poesía audiovisual de largo aliento. Poesía de un cierto romanticismo aunque en dosis muy medidas. Hay mucha contención. Y se agradece. Porque en el fondo, José Luis Guerín lo que quiere es dar una vuelta de tuerca a las posibilidades del lenguaje cinematográfico y las limitaciones del relato dramático. Un paso más allá. Y repito, se agradece porque quizás encontremos a Sylvia. O tal vez no. Tal vez hay algo de Sylvia en todas las mujeres. O en ninguna. A lo mejor nunca conocimos a Sylvia. Ella es solamente el ideal puro de lo que pudo ser y no fue. O de lo que jamás podrá ser. Todas las opciones serán validas. Todas pueden ser vividas e imaginadas. Esa es la grandeza del cine. Guerín no da nada por hecho ni sabido. El espectador elige en libertad, ¿o no estuvimos persiguiendo a Sylvia todo el tiempo? ¿Alguien da más?
FICHA TÉCNICA:
Dirección y guión: José Luis Guerín.Países: España y Francia.Año: 2007.Duración: 90 min.Género: Drama.Interpretación: Pilar López de Ayala, Xavier Lafitte, Tanja Czichy, Laurence Cordier, Eric Dietrich, Charlotte Dupont.Producción ejecutiva: Luis Miñarro y Gaëlle Jones.Fotografía: Natasha Braier.Montaje: Núria Esquerra.Dirección artística: Maite Sánchez Balcells.Vestuario: Míriam Compte.
3 comentarios:
En cuanto que es una película lírica, ¡totalmente de acuerdo! Un peliculón.
Yo también lo lamento que estas pequeñas joyas no brillen más entre el público de masas. Igual los falsos tópicos del cine español estén causando daño...
Salu2 !
Después de verla, entiendo que sea una película minoritaria porque es un tipo de cine que no está al alcance de cualquiera. Hay mucho tolete por ahí que sería incapaz de ver los primeros 30 minutos, seguro. Aunque por otro lado, creo que tenía un metraje para mi gusto, algo excesivo.Por lo demás, puro lirismo y dominio de la cinematografía. Y no es poco porque cosas como esta no están al alcance de cualquiera.
¿En serio os gusta eso? Da pena que se den subvenciones a tal terrorismo "artístico".
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