INNOMBRABLES FANTASMAS
Decía Jean-Luc Godard que de alguna manera la muerte del cine se había producido en Auchwitz. La representación del Holocausto era imposible desde toda perspectiva humana. Nada volvería a ser igual. La monumental película “Shoah” (1985) de Claude Lanzmann resultó ser esa divagación sobre el vacío, sobre la nada que nunca debió ocurrir y que habría de marcar la Historia y el Pensamiento del hombre para siempre. En la última película de Martin Scorsese el protagonista (Leonardo DiCaprio) no puede olvidar el horror de los campos de exterminio, haciendo de esas visiones, pura metáfora de su vida. Por tanto, subyace en Scorsese el irrefrenable deseo de resucitar al cine y con ello, a aquellos innombrables fantasmas. Tal vez sea esa una de las virtudes que convierten a “Shutter Island” (2009) en una de las mejores películas realizadas por el cineasta ítaloamericano.
No solo se produce ese intento de resurrección, sino que además trata de hacerse profundizando en las entrañas del relato clásico y mezclando todo tipo de géneros con inusual maestría. Desde el noir hasta el fantástico, pasando por el terror gótico y el melodrama onírico. Scorsese muestra un fresco enorme de contrastes, luminoso y vivo unas veces, oscuro en otras. El resultado es un cúmulo de resonancias e influencias que transitan poderosamente en cada instante de su metraje dotando a las imágenes de una fuerza brutal.
Nada es lo que parece en este filme. Y eso no confunde, más bien ilusiona. ¿Qué importa lo que es verdad o lo que no cuando son las más profundas inquietudes y traumas humanos los que afloran en esencia? ¿Qué importancia tiene la cordura y la locura después del siglo XX? Difícil responder viendo todo lo que somos hoy y lo poco que hemos aprendido de la pasada centuria. Scorsese hace una relectura valida sobre cómo es posible repetir hasta la saciedad la barbarie bajo formas aparentemente más civilizadas o en nombre de principios o valores democráticos. De algún modo, la violencia está implícita en el hombre.
El guión de “Shutter Island” (de Dennis Lehane) rebosa esa violencia con la fuerza de las palabras y las imágenes. A su vez, en el imaginario de Scorsese resuenan los ecos literarios de Kafka (con “El Proceso” y “El Castillo”). Aunque para el personaje de Kafka, la enrevesada situación en la que se ve inmerso es solo una parte de su vida, que igual que ha venido se irá por obra de la providencia y la voluntad del Estado. Mientras que para el protagonista de “Shutter Island” el conflicto es inherente a su ser porque en su cuerpo porta cicatrices y en su alma fantasmas con forma de mujer. La calma solo llegará con la muerte.
Igualmente son numerosos los guiños cinematográficos. Filmes de culto como “Corredor sin retorno” (1961) de Samuel Fuller o “Titticut Follies” (1967) de Frederic Wiseman. Por no mencionar claras influencias de títulos fundacionales como “El gabinete del Dr. Caligari" (1919) de Robert Wiene van marcando a fuego los vaivenes, dilemas y tormentos de los personajes. La claustrofobia y la demencia nos asfixian a lo largo de más de dos horas y media. Y se hace corto tanto despliegue de medios, de virtuosismo y de sabiduría cinematográfica.
Al final de lo que se trata, lo más estimulante, es que una vez el hombre salió de Auchwitz y de todos los Lager el arte vivió un punto de ruptura. Puede que Scorsese haya descubierto la forma de hablar de lo innombrable. Desde la metáfora, la poesía, la introspección psicológica, los miedos y los sueños. O lo que es lo mismo, desde el diván en el que dormitan todas las pesadillas y del que renacen las mejores películas con las que profundizar en aquellos anhelos y promesas del futuro.
FICHA TÉCNICA:
Dirección: Martin Scorsese. País: USA. Año: 2010. Duración: 139 min. Género: Drama, thriller. Interpretación: Leonardo DiCaprio (Teddy Daniels), Mark Ruffalo (Chuck Aule), Ben Kingsley (Dr. John Cawley), Michelle Williams (Dolores Chanal), Patricia Clarkson (Rachel), Max Von Sydow (Dr. Naehring), Jackie Earle Haley (George), Emily Mortimer (Rachel). Guión: Laeta Kalogridis; basado en la novela de Dennis Lehane. Producción: Mike Medavoy, Arnold W. Messer, Bradley J. Fischer y Martin Scorsese. Fotografía: Robert Richardson. Montaje: Thelma Schoonmaker. Diseño de producción: Dante Ferretti. Vestuario: Sandy Powell.
Decía Jean-Luc Godard que de alguna manera la muerte del cine se había producido en Auchwitz. La representación del Holocausto era imposible desde toda perspectiva humana. Nada volvería a ser igual. La monumental película “Shoah” (1985) de Claude Lanzmann resultó ser esa divagación sobre el vacío, sobre la nada que nunca debió ocurrir y que habría de marcar la Historia y el Pensamiento del hombre para siempre. En la última película de Martin Scorsese el protagonista (Leonardo DiCaprio) no puede olvidar el horror de los campos de exterminio, haciendo de esas visiones, pura metáfora de su vida. Por tanto, subyace en Scorsese el irrefrenable deseo de resucitar al cine y con ello, a aquellos innombrables fantasmas. Tal vez sea esa una de las virtudes que convierten a “Shutter Island” (2009) en una de las mejores películas realizadas por el cineasta ítaloamericano.
No solo se produce ese intento de resurrección, sino que además trata de hacerse profundizando en las entrañas del relato clásico y mezclando todo tipo de géneros con inusual maestría. Desde el noir hasta el fantástico, pasando por el terror gótico y el melodrama onírico. Scorsese muestra un fresco enorme de contrastes, luminoso y vivo unas veces, oscuro en otras. El resultado es un cúmulo de resonancias e influencias que transitan poderosamente en cada instante de su metraje dotando a las imágenes de una fuerza brutal.
Nada es lo que parece en este filme. Y eso no confunde, más bien ilusiona. ¿Qué importa lo que es verdad o lo que no cuando son las más profundas inquietudes y traumas humanos los que afloran en esencia? ¿Qué importancia tiene la cordura y la locura después del siglo XX? Difícil responder viendo todo lo que somos hoy y lo poco que hemos aprendido de la pasada centuria. Scorsese hace una relectura valida sobre cómo es posible repetir hasta la saciedad la barbarie bajo formas aparentemente más civilizadas o en nombre de principios o valores democráticos. De algún modo, la violencia está implícita en el hombre.
El guión de “Shutter Island” (de Dennis Lehane) rebosa esa violencia con la fuerza de las palabras y las imágenes. A su vez, en el imaginario de Scorsese resuenan los ecos literarios de Kafka (con “El Proceso” y “El Castillo”). Aunque para el personaje de Kafka, la enrevesada situación en la que se ve inmerso es solo una parte de su vida, que igual que ha venido se irá por obra de la providencia y la voluntad del Estado. Mientras que para el protagonista de “Shutter Island” el conflicto es inherente a su ser porque en su cuerpo porta cicatrices y en su alma fantasmas con forma de mujer. La calma solo llegará con la muerte.
Igualmente son numerosos los guiños cinematográficos. Filmes de culto como “Corredor sin retorno” (1961) de Samuel Fuller o “Titticut Follies” (1967) de Frederic Wiseman. Por no mencionar claras influencias de títulos fundacionales como “El gabinete del Dr. Caligari" (1919) de Robert Wiene van marcando a fuego los vaivenes, dilemas y tormentos de los personajes. La claustrofobia y la demencia nos asfixian a lo largo de más de dos horas y media. Y se hace corto tanto despliegue de medios, de virtuosismo y de sabiduría cinematográfica.
Al final de lo que se trata, lo más estimulante, es que una vez el hombre salió de Auchwitz y de todos los Lager el arte vivió un punto de ruptura. Puede que Scorsese haya descubierto la forma de hablar de lo innombrable. Desde la metáfora, la poesía, la introspección psicológica, los miedos y los sueños. O lo que es lo mismo, desde el diván en el que dormitan todas las pesadillas y del que renacen las mejores películas con las que profundizar en aquellos anhelos y promesas del futuro.
FICHA TÉCNICA:
Dirección: Martin Scorsese. País: USA. Año: 2010. Duración: 139 min. Género: Drama, thriller. Interpretación: Leonardo DiCaprio (Teddy Daniels), Mark Ruffalo (Chuck Aule), Ben Kingsley (Dr. John Cawley), Michelle Williams (Dolores Chanal), Patricia Clarkson (Rachel), Max Von Sydow (Dr. Naehring), Jackie Earle Haley (George), Emily Mortimer (Rachel). Guión: Laeta Kalogridis; basado en la novela de Dennis Lehane. Producción: Mike Medavoy, Arnold W. Messer, Bradley J. Fischer y Martin Scorsese. Fotografía: Robert Richardson. Montaje: Thelma Schoonmaker. Diseño de producción: Dante Ferretti. Vestuario: Sandy Powell.
1 comentario:
peliculón de cojones y no hay nada más que decir
Publicar un comentario