LEYENDA DE UN HERMANO
El género, o mejor sería decir subgénero, pugilístico ha dejado en el cine auténticas joyas. Películas inolvidables que no solo eran capaces de representar con credibilidad y verismo todos los entresijos del boxeo, sino que además conjugaban con frecuencia historias de un calado humano absolutamente impresionante. En muchos casos se hablaba del auge y caída de jóvenes boxeadores luchando por escapar de sus orígenes humildes y de todas las tentaciones que debían vencer. En otros casos, se ponía de relieve la corrupción y los intereses estrictamente económicos que priman sobre el ring. Pero en todos, en general, subyacía el drama humano de la superación y de rebelarse contra las normas de los poderosos. La lista de títulos emblemáticos es extensa pero la estela de filmes clásicos como “Cuerpo y alma” (1947) de Robert Rossen o “El ídolo de barro” (1949) de Mark Robson, influenciaron en la modernidad posterior de “Toro salvaje” (1980) de Martin Scorsese o incluso de documentales como “When we were kings” (1996) de Leon Gast.
Es evidente que “The fighter” (2010) de David O. Russell está llamado a ser uno de los títulos que mejor puedan definir este subgénero. Es indudable que se trata de una película extraordinaria al menos por tres motivos. El primero es que se trata de una película “made in USA” basada en hechos reales sobre la vida de dos hermanos boxeadores que no se parece a nada que hayamos visto anteriormente. “The fighter” parece más bien un drama familiar con reminiscencias claras del cine social británico en la onda de Ken Loach o Mike Leigh. Y la verdad es que este enfoque encaja como un guante porque amplía los puntos de vista del relato haciéndolo mucho más complejo y dotando de personalidad propia, no solo a todos sus personajes (espléndidos todos desde los protagonistas hasta la excelente galería de secundarios) sino a su entorno (un pequeño y humilde barrio marginal) identificado increiblemente con toda la trama.
El segundo motivo es la riqueza del material verídico. Básico para armar un guión soberbio repleto de secuencias muy intensas emocionalmente. Mucho más, cuando detrás de todas las metáforas pugilísticas permanecen los conflictos y afectos de dos hermanos. Hay algo en “The fighter” que destapa las resonancias bíblicas de un Génesis de estirpe militante. De Caín y Abel en el siglo XXI. En un paraíso que no es más que un gueto. De un Dios llamado Boxeo que es tanto una bendición como un castigo.
Y el tercer motivo reside en la opción estética, cercana al documental en muchos momentos y echando mano de material original. Ya sean combates o documentales de la época. Sin olvidar por supuesto, el acierto del rodaje de los combates con tecnología digital como tratándose de verdaderas peleas retransmitidas por el canal por cable HBO. Una delicia que ha aportado una dimensión desconocida a un deporte espectacular y cruento a partes iguales.
Tres motivos de peso para coronar un gran filme que, repito, será un clásico con el tiempo. Y una aseveración final que puede catapultar aún más la relevancia de este título: Más allá del frenesí del ring, la rudeza de los golpes, la gloria efímera y los mitos que la comunidad va creando, queda la vida cotidiana incluyendo nuestro entorno con todos los seres que lo integran. Queda la enseñanza siempre fiel y puntual en el cine USA de que tarde o temprano la leyenda de un hombre puede sepultar su propia humanidad y acabar con él si no toma conciencia a tiempo. Así, se hace necesario quebrarla para siempre. Aunque ese hombre sea un hermano y su leyenda la razón de ser de toda una familia.
El género, o mejor sería decir subgénero, pugilístico ha dejado en el cine auténticas joyas. Películas inolvidables que no solo eran capaces de representar con credibilidad y verismo todos los entresijos del boxeo, sino que además conjugaban con frecuencia historias de un calado humano absolutamente impresionante. En muchos casos se hablaba del auge y caída de jóvenes boxeadores luchando por escapar de sus orígenes humildes y de todas las tentaciones que debían vencer. En otros casos, se ponía de relieve la corrupción y los intereses estrictamente económicos que priman sobre el ring. Pero en todos, en general, subyacía el drama humano de la superación y de rebelarse contra las normas de los poderosos. La lista de títulos emblemáticos es extensa pero la estela de filmes clásicos como “Cuerpo y alma” (1947) de Robert Rossen o “El ídolo de barro” (1949) de Mark Robson, influenciaron en la modernidad posterior de “Toro salvaje” (1980) de Martin Scorsese o incluso de documentales como “When we were kings” (1996) de Leon Gast.
Es evidente que “The fighter” (2010) de David O. Russell está llamado a ser uno de los títulos que mejor puedan definir este subgénero. Es indudable que se trata de una película extraordinaria al menos por tres motivos. El primero es que se trata de una película “made in USA” basada en hechos reales sobre la vida de dos hermanos boxeadores que no se parece a nada que hayamos visto anteriormente. “The fighter” parece más bien un drama familiar con reminiscencias claras del cine social británico en la onda de Ken Loach o Mike Leigh. Y la verdad es que este enfoque encaja como un guante porque amplía los puntos de vista del relato haciéndolo mucho más complejo y dotando de personalidad propia, no solo a todos sus personajes (espléndidos todos desde los protagonistas hasta la excelente galería de secundarios) sino a su entorno (un pequeño y humilde barrio marginal) identificado increiblemente con toda la trama.
El segundo motivo es la riqueza del material verídico. Básico para armar un guión soberbio repleto de secuencias muy intensas emocionalmente. Mucho más, cuando detrás de todas las metáforas pugilísticas permanecen los conflictos y afectos de dos hermanos. Hay algo en “The fighter” que destapa las resonancias bíblicas de un Génesis de estirpe militante. De Caín y Abel en el siglo XXI. En un paraíso que no es más que un gueto. De un Dios llamado Boxeo que es tanto una bendición como un castigo.
Y el tercer motivo reside en la opción estética, cercana al documental en muchos momentos y echando mano de material original. Ya sean combates o documentales de la época. Sin olvidar por supuesto, el acierto del rodaje de los combates con tecnología digital como tratándose de verdaderas peleas retransmitidas por el canal por cable HBO. Una delicia que ha aportado una dimensión desconocida a un deporte espectacular y cruento a partes iguales.
Tres motivos de peso para coronar un gran filme que, repito, será un clásico con el tiempo. Y una aseveración final que puede catapultar aún más la relevancia de este título: Más allá del frenesí del ring, la rudeza de los golpes, la gloria efímera y los mitos que la comunidad va creando, queda la vida cotidiana incluyendo nuestro entorno con todos los seres que lo integran. Queda la enseñanza siempre fiel y puntual en el cine USA de que tarde o temprano la leyenda de un hombre puede sepultar su propia humanidad y acabar con él si no toma conciencia a tiempo. Así, se hace necesario quebrarla para siempre. Aunque ese hombre sea un hermano y su leyenda la razón de ser de toda una familia.
FICHA TÉCNICA:
Película: The fighter. Dirección: David O. Russell. País: USA. Año: 2010. Duración: 115 min. Género: Drama. Interpretación: Mark Wahlberg (Micky Ward), Christian Bale (Dicky Eklund), Amy Adams (Charlene Fleming), Melissa Leo (Alice Ward), Jack McGee (George Ward). Guion: Scott Silver, Paul Tamasy y Eric Johnson; basado en un argumento de Keith Dorrington, Paul Tamasy y Eric Johnson. Producción: David Hoberman, Todd Lieberman, Ryan Kavanaugh, Mark Wahlberg, Dorothy Aufiero y Paul Tamasy. Música: Michael Brook. Fotografía: Hoyte Van Hoytema. Montaje: Pamela Martin. Diseño de producción: Judy Becker. Vestuario: Mark Bridges
1 comentario:
Maravillosa crítica. Maravillosa película. Maravillosos actores, Christian Bale y Melissa Leo.
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